Tuxtla Gutiérrez: del endeudamiento y la parálisis pública a la maldición de los recursos

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Palabras más, palabras menos; la justificación fue que “las obras no pueden esperar”.

Incluso se aprovechó cualquier espacio periodístico (afín al aparato gubernamental claro está) para convencer a la opinión pública de la capital chiapaneca que así sería, que no había otra opción y que era necesario gastarse el dinero, porque de lo contrario se perdería.

La cifra de las obras en la capital -según diversas fuentes periodísticas- es del orden de los mil 100 millones de pesos. Seguramente ninguna cantidad tan elevada se ha destinado a obras de infraestructura en la capital chiapaneca.

400 millones son para casi 8 kilómetros del boulevard Belisario Domínguez, los cuales están siendo revestidos con concreto hidráulico y además se moderniza el drenaje y el agua potable.

Al mismo tiempo de la modernización del boulevard, se iniciaron obras en diversas vialidades capitalinas.

Desde el principio, nadie cuestionó la necesidad de que la ciudad recibiera una modernización de la infraestructura y el equipamiento; lo que se cuestionó siempre y se sigue cuestionado, es la mala planeación de las obras.

La molestia ciudadana está documentada en redes sociales.

De entrada la inversión millonaria dejó un damnificado político; el presidente municipal que se volvió chiquito, primero ante la magnitud del problema y segundo; ante la indiferencia de las autoridades estatales que asumieron el costo político-económico de las obras.

Lo asumieron seguramente como bandera política para ganar las elecciones intermedias del 2015, confiando en que con el monto abrumador de los recursos disponibles; la opinión pública olvidaría un 2013 de crisis económica, de falta de inversión pública y de endeudamiento gubernamental.

En pocas palabras, de agravios del gobierno anterior no resueltos por el actual.

Pero el resultado de la cuantía de los recursos para rehabilitar la imagen pública capitalina es un engrudo que no tiene fin. Las calles siguen colapsadas; los baches siguen presentes, el estrangulamiento vial es diario y el asunto no tiene fin.

No lo tiene porque afecta a los comerciantes, a la atracción de inversiones, al turismo y a la generación de empleo.

La rabia social no se hizo esperar y tuvo su expresión en la explosión de memes que hacían y siguen haciendo mofa de los responsables de las obras.

En el 2013 nos hizo daño la falta de recursos y la abundancia está también teniendo el mismo efecto.

El caso de Tuxtla Gutiérrez es digno de estudio de la ciencia económica y podría denominarse “la enfermedad  o la maldición tuxtleca”. Porque a la capital la enfermó la falta de obra pública y la tiene al borde del colapso la abundancia de recursos para la obra pública.

 

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El caso es que el desarrollo capitalino no está siendo posible desde hace por lo menos tres administraciones municipales, una estatal completa y lo que va de la actual.

A nuestros dirigentes; ¿No les dolerá la ciudad?.

¿No les remuerde la conciencia ser los directamente responsables por acción u omisión del desastre capitalino?

No les da vergüenza ver que los ciudadanos desesperados usan las redes sociales, quieren expresarse por todos los medios para que se atiendan sus problemas de agua potable, de luz eléctrica, de arreglo de calles, de falta de espacios para el entretenimiento público.

Tuxtla se muere de una maldición que tiene que ver con la corrupción política y la impunidad del sistema político que permite la corrupción.

Se muere por falta de empleo, por falta de promoción de la competitividad, porque seguramente las inversiones se van hacia Villahermosa o tal vez otra ciudad del Sureste.

Se muere porque el turismo no vendrá masivamente en estas vacaciones capitalinas.

Se muere porque a nadie de nuestros políticos le importa su destino.

Vendrán nuevas elecciones y otra vez el ciclo de derroche de los recursos.

Nos hizo daño la falta de recursos, y hoy la abundancia nos tiene igual o peor.

Eso tiene dos nombres: corrupción y falta de planeación.

No hay visión de futuro. A menos que la ciudad regrese a manos ciudadanas.

Apoyemos las múltiples iniciativas ciudadanas que se comentan en las redes sociales. Ese es el camino

Menos políticos. Más ciudadanos

 

Twitter: @GerardoCoutino

Correo: geracouti@hotmail.com

Un comentario en “Tuxtla Gutiérrez: del endeudamiento y la parálisis pública a la maldición de los recursos”

  1. raul artemio alvarado mancilla
    26 julio, 2014 at 22:03 #

    Pero desgraciadamente tenemos un pueblo desinteresado, a ellos llegan los politicos corruptos, regalandoles unas estupideces, con los que los comprometen sus votos, pero esos mismos bandidos se llevaran loS recursos del pueblo, siempre a sido de esta manera, ahora ya se encuentran haciendo campana, contraviniendo las leyes electorales, que de nada sirven, pues el mismo gobernador las a violado desde que estaba en campana, y quien le a hecho algo ? Vivimos en un pais corrupto con una clase politica de mierda, y el pueblo que se lo lleve la chingada.

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