La otra mejilla

Los hechos habrían ocurrido en diciembre pasado.

Los hechos habrían ocurrido en diciembre pasado.

En las vueltas y fragores y sudores de su Segundo Informe, entre el bullicio y los jaloneos, el gobernador Manuel Velasco asestó a Luis Humberto, su colaborador desde 2010, una cachetada bastante decente. Digamos que había algo de confianza entre ellos. A cualquiera se le pasa la mano. Y puedo asegurar que el agraviado hasta sintió cierto gusto de ser tomado tan en cuenta.

Para qué tanta bulla; eso fue lo de menos. Hay cosas más serias: Chiapas, todos los chiapanecos, y más los más pobres, han sido históricamente abofeteados por sus gobernantes. Bien lo sabía Belisario Domínguez cuando escribió, el 28 de abril de 1903, al entonces Presidente de México, don Porfirio Díaz:

“En un país donde la cosa pública marcha tan mal como en Chiapas, se necesitan medidas enérgicas, y sólo hará usted feliz al Estado, cuando usted emplee en corregir los abusos de los Gobernadores el mismo afán y energía que ha usted empleado en sostener la paz”

A don Belisario le indignaba que en Chiapas, el más rico de la República, hubiera tanto abuso y tanta pobreza (una cosa tiene que ver con la otra, como el martillo a la alcancía). Y señalaba directamente a sus gobernadores.

Cachetadas tricolores, amarillas y verdes han sido el pan del agravio de los chiapanecos. ¿Datos, Nombres, Apellidos? ¡En qué te basas, lengualarga! Sólo basta ver que la pobreza es cada vez más grande, tanto como la soberbia, el derroche y el cinismo de los encargados de conducir el destino del pueblo, en complicidad con otros cacheteadores: Periodistas, Diputados, Senadores, que han volteado a ver más hacia sus bolsillos que a los bolsillos vacíos, las barrigas hundidas, el alma asolada y el espíritu amedrentado de la gente.

Y por supuesto, no todos los que dije arriba, y los que mencionaré abajo, entran en el mismo saco.

Pero lo más lamentable son las bofetadas que nos hemos auto infligido al permitir esos atropellos a mano abierta. Más responsabilidad es la de los que tiene más voz. ¿Dónde estaban los ilustres escritores, nuestros poetas, los pintores, dónde estaban su voz, su pluma, su pincel; qué canciones cantaban los cantores, dónde estábamos, cuando Juan Sabines sopapeaba a Chiapas? Podemos poner la otra mejilla en los agravios personales, pero no los que sufren los que amamos.

Y también me incluyo, y pido perdón, porque guardé silencio cuando nuestro joven gobernador hizo un escandaloso gasto en Imagen a fines de 2013. ¡No puede hacer eso un gobernador, no puede, no debe si hay tanta necesidad en Chiapas! Niños descalzos, lombricientos, en las calles, en las casas que se caen, con sus madres malnutridas, sus padres tristes y desesperanzados. La educación es un desastre; la Salud, una calamidad. Si lo he visto en las orillas de Tuxtla ¿cuánto no más donde no llegan las cámaras ni nuestros ojos? ¡Mucho le indignaría a Belisario Domínguez saber que más de un Siglo no ha servido para nada; qué vergüenza debería de darnos sólo de pensar que él pudiera vernos por un agujerito; ¡qué frustrante sería para él no poder venir y decir, y hacer, lo que nosotros deberíamos!

Yo espero que Manuel Velasco quiera enmendar, como lo hizo con el joven Luis Humberto, que quiera enmendar el camino. Que se aleje un poco de su círculo, de su zona segura y protegida y se anime a conocer el Chiapas de verdad. Y que todos los medios del Estado sean empleados para restaurar el corazón tan golpeado, el espíritu tan humillado y el cuerpo enflaquecido de nuestro maltratado paraíso del Sureste.

Debe hacerlo, porque la Historia siempre termina por abofetear a los injustos, y besar a los justos.

raymundo zenteno. 20 enerodosmilquince

El gobernante falto de entendimiento multiplicará la extorsión,
pero se prolongarán los días del que aborrece la avaricia (Proverbios 28:16)

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