¿Adiós a la ciudadanización de los órganos electorales?

Instituto Nacional Electoral (INE). Foto: Cortesía

Instituto Nacional Electoral (INE). Foto: Cortesía

 

Vivimos una época de crisis política profunda. Este punto de partida es, para mí, la base de la reflexión sobre la política en nuestro estado y sus necesarios vínculos con el exterior, con otros estados, con la República. Dado que estamos en pleno Proceso Electoral Federal (2014- 2015), comenzaré con algunas ideas sobre lo que se concibió en su momento como el pilar de la democratización político- electoral de la nación: el Instituto Federal Electoral (IFE), ahora Instituto Nacional Electoral (INE).

En el mes de octubre del año 1990 nació el IFE. Funcionó durante casi veinticuatro años, al iniciar la vida del INE el 4 de abril de 2014. La primera sesión del IFE tuvo lugar el 11 de octubre de 1990 con el Consejo General como máximo órgano de dirección –que existe hasta la fecha-, a cuyo frente estaba Fernando Gutiérrez Barrios, y quien era, al mismo tiempo, Secretario de Gobernación en el gobierno de Carlos Salinas de Gortari (1988- 1994).

Fernando Gutiérrez Barrios fue una figura emblemática de la clase política histórica del Partido Revolucionario Institucional (PRI), conocido sobre todo por ser una de los grandes cerebros del sistema de inteligencia nacional (estuvo al frente de la Dirección Federal de Seguridad, 1964- 1970), aunque también, paradójicamente, como un personaje que ayudó a salir del país a Fidel Castro Ruz, en el Granma, por el estado de Veracruz. Esto ayudó a Fidel Castro a dar inicio a la Revolución Cubana que triunfaría en enero de 1959.

El hecho de que el Secretario de Gobernación estuviese al frente de tan importante órgano electoral, el IFE, era un síntoma de los tiempos políticos que corrían. Era impensable todavía soltar todas las riendas de los procesos electorales, aunque, al mismo tiempo, ya no era posible seguir igual después de las disputadas elecciones presidenciales de 1988. Éstas habían sido fuertemente cuestionadas por una sociedad civil activa y fuerte y sólo una apertura política, particularmente electoral, pero no sólo, podía devolver parte de la credibilidad ciudadana.

Pareciera que esa sociedad civil ha olvidado que así nació el IFE.

Hemos olvidado también que el levantamiento armado del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) desencadenó una nueva serie de transformaciones políticas a nivel nacional. Al menos, las alentó. Así, el Acuerdo por la Paz, la Democracia y la Justicia, firmado el 27 de enero de 1994 por ocho partidos políticos nacionales, representó el inicio del proceso que se denominó ciudadanización de los órganos electorales, desde el Consejo General hasta los Consejos Locales (32) y Consejos Distritales (300) para el caso de los procesos federales. Imparcialidad, legalidad, objetividad y certeza tenían un sentido radical en aquellos momentos que solo el Consejero Ciudadano –figura que sustituyó al consejero magistrado- podía garantizar. “Consejero magistrado” porque sólo los abogados (hubo 2 abogadas y 5 abogados) podían desempeñar ese papel.

Dos años más tarde, en 1996, el nombre sería sustituido por el de Consejero Electoral sin más, pero la idea de que los consejeros se tendrían que adherir a los principios marcados por la Institución permaneció, al menos por algún tiempo. “Ciudadano”, “ciudadana” somos todos y todas cuando adquirimos la mayoría de edad para ejercer el derecho básico a votar. Ser ciudadano o ciudadana convencidos de los principios rectores del IFE y consecuentes con ellos, es otra cosa.

Varios de quienes integraron el Consejo General creían firmemente en dichos principios y los expresaban de manera práctica ante los ojos de una sociedad civil informada y activa. El momento de José Woldenberg como Consejero Presidente del Consejo General del IFE (1996- 2000) ha sido, en tal sentido, el mejor de todos los años de vida de esta institución que, querámoslo o no, reconozcámoslo o no, ha sido el pilar de la democratización de la vida política de México. El mejor momento, hay que decirlo, no sólo a nivel federal, sino también a nivel estatal.

En aquellos años, si el Consejo General estaba conformado por hombres y mujeres que respondían al perfil buscado en los años noventa, los Consejos Locales del país podían estar –y estuvieron- compuestos por igual. Habrá que recuperar esta historia de luchas silenciosas de hombres y mujeres que han integrado el Consejo Local en Chiapas durante todos estos años.

Sin embargo, la época de oro del IFE parece haberse eclipsado,  a juzgar por las múltiples críticas que recibe desde dentro y desde fuera.

Ese es el sentir de algunas personas. Estoy segura de que la mejor manera de conocer una institución es por sus acciones, y lo mismo cabe decir de los Consejos Locales, de ahí la importancia de recuperar la historia. Lo que por ahora puedo señalar es que, desde hace algunos años, tanto el Consejo General como los Consejos Locales empezaron a recibir a hombres y mujeres (más hombres que mujeres) con poca o nula trayectoria en la promoción de los derechos políticos y la participación ciudadana; con un perfil bajo desde la perspectiva de lo que entendemos por “sociedad civil” o por sociedad civil organizada; sin trayectoria académica, sin nada que pudiese avalarlos/las como dignos representantes de la ciudadanía.

 

¿Es simplemente un cambio de época?

Toda esta historia y estas reflexiones vienen a mi mente por los recorridos que hemos estado haciendo los Consejeros del Consejo Local de este Proceso Electoral Federal Blanca Estela Parra, Marco Shilon y yo, por los Consejos Distritales y las Juntas Distritales en el estado de Chiapas: el 01 (Palenque), el 03 (Ocosingo), el 07 (Tonalá), el 11 (Huixtla) y el 12 (Tapachula). Nos hemos reunido con Consejeros/as y Vocales para hablar sobre los asuntos que corresponden en este momento del Proceso Electoral: ubicación de casillas (las que pone el Instituto Nacional Electoral, INE, y aquéllas que pondrá el Organismo Público Local Electoral, OPLE); la disminución de Supervisores Electorales y Capacitadores Asistentes Electorales en algunos distritos, aunque a nivel estatal se haya ganado en número; la selección y capacitación de los seleccionados; la observación electoral, etc. En otro momento podemos reflexionar sobre cada uno de estos importantísimos aspectos de las elecciones.

Por ahora pienso en las luchas ciudadanas que dieron lugar a toda la estructura que vigila los procesos electorales. Pienso que los Consejeros y las Consejeras Distritales que están actualmente hacen su mejor esfuerzo en este nivel, el distrital, sin que se pueda incidir más allá. En tal sentido, su valioso trabajo está prácticamente invisibilizado, como una y otra vez lo he afirmado dentro del IFE, ahora INE. Por lo menos en el estado de Chiapas, ellos y ellas realizan un trabajo honesto, con compromiso social, convencidos de que contribuyen con un grano de arena a la democratización del país. Hacen cuanto pueden para hacer unas elecciones limpias, apegadas a la legalidad, la objetividad y la certeza. Como pocas veces, todos y todas están integrados a las actividades del INE.

¿Qué pasará con toda esta estructura en la nueva experiencia electoral, en la que el INE y el OPLE tienen una relación que antes no se tenía? A menos que me equivoque, me queda claro con estos dos recorridos que la relación entre el INE y el OPLE, necesaria por lo demás, insisto, bajo la nueva legalidad, se lleva a cabo sin la participación de los Consejeros y Consejeras Distritales del INE.

 

¿No los necesitan? ¿No nos necesitan?

Dos recuerdos sobrevienen a mi memoria. La revista “Vuelta” -dirigida por el gran poeta mexicano Octavio Paz- figuró en 1985 algunos escenarios del sistema de partidos políticos con este título para un número histórico: “Escenarios del fin del PRI” (del Sistema Hegemónico Pragmático, como lo definió el teórico Giovanni Sartori en los años sesenta, o del Partido Prácticamente Único, como lo bautizó Carlos Salinas de Gortari al asumir en 1988 su investidura presidencial fuertemente cuestionada). También me hizo recordar la célebre obra de André Gorz Adiós al Proletariado, en un contexto en el que el sujeto político de la transformación social dejaba de ser la clase obrera, al menos en Europa.

¿Qué tiene que ver todo esto con el INE? Sugiero una hipótesis para el tema que convoca ahora esta columna: en el marco de todos los cambios que se producen en el ámbito electoral, un escenario probable es la desaparición de la figura de lo que se concibió como uno de los pilares del IFE: la ciudadanización de los órganos electorales. Nada más hay que ver el cuestionado proceso de selección de los consejeros de los OPLEs en todos los estados y, ahora mismo, la total falta de coordinación a nivel de consejeros distritales y consejeros locales del INE con aquéllos otros.

¿Es un adiós a la ciudadanización de los órganos electorales, un adiós a la sociedad civil organizada desde este pilar de la democratización del país?

Es una pregunta.

 

Dra. Inés Castro Apreza

Investigadora Titular

Centro de Estudios Superiores de México y Centroamérica

Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas

Calle Bugambilia No. 30, Fracc. La Buena Esperanza

San Cristóbal de Las Casas, Chiapas

C.P. 29243

Tel. 967869 21

Un comentario en “¿Adiós a la ciudadanización de los órganos electorales?”

  1. Antonio Cruz Coutiño
    26 febrero, 2015 at 23:31 #

    Muy bien por Uds… INés Castro, Blanca Estela Parra y Marco Shilón. Por Uds. que dan la cara, a contracorriente y contra la ola formada por estos gobiernos mediocres, partidos enanos, politiquillos analfabetas. Bien. Adelante.

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