Chiapas de colores 2015 – Siglo XXI

Zapatistas escuchando al Subcomandante Insurgente Moisés en La Realidad Nueva Victoria, como le llaman ahora. Foto: Cortesía

Zapatistas escuchando al Subcomandante Insurgente Moisés en La Realidad Nueva Victoria, como le llaman ahora. Foto: Cortesía

 

Indudables son los cambios que en menos de un siglo han

experimentado la Economía, la Política y la Cultura en Chiapas.

Variados han sido los colores y tonalidades que pintaron

sus paisajes geográficos, políticos y humanos.

El Tejido Social es otro.

Las identidades son otras.

 

El Verde Chiapaneco

En 1967, viajar del Distrito Federal al poblado de Suchiate-Ciudad Hidalgo – en la mera frontera con Guatemala -, significaba soportar más de 23 espantosas horas a bordo de un incómodo autobús Dina de la Cristóbal Colón. No olvidaré cuando el operador puso a funcionar el aire acondicionado. Por las rejillas salieron un montón de cucarachas despavoridas. La combinación de aromas humanos era intensa. El recorrido se hacia por la Carretera Panamericana construida después de la II Guerra para facilitar la movilización de las tropas yanquis por el Continente. Iniciaba en la terminal de la Colón en la Calzada Puebla, casi frente a lo que fue la estación de ferrocarril de San Lázaro. El autobús agarraba el rumbo a Tehuacán, Oaxaca, Salina Cruz y Arriaga. Después iba costeando hasta Tapachula y de ahí a Suchiate.

Al día siguiente, el verde intenso de sus montañas me impresionó. No dejaba de contemplarlas. No sabía que en las montañas y entre los milperíos abundaba el cannabis ni que con su verdor matizaba el paisaje. A esa combinación de verdes, en la década de 1970, se agregó el toque del móvil verde olivo -ahora camuflado- de las fuerzas armadas que el gobierno de Echeverría desplegó a lo largo de la frontera de Chiapas con Guatemala. Se trataba de la Operación Yunque. El objetivo de la operación militar era facilitar que los kaibbiles martillearan a las guerrillas revolucionarias.

En 1972, un puñado de combatientes montó un campamento guerrillero en la Lacandona. En 1974, el Ejército federal – con la Operación Diamante -, arrasó el campamento, asesinó y desapareció a los combatientes. Su bandera negra con la estrella roja de cinco picos no volvería a ondear en las montañas del Sureste Mexicano hasta 1983. En esa década se había intensificado la mancha del verde olivo en Chiapas y se construyó más infraestructura militar como la de Rancho Nuevo en el municipio de Las Casas.

En 1994, los colores de Chiapas se tornaron radicales. La bandera negra con la estrella roja de cinco picos al centro y las iniciales EZLN – que se había cubierto por una década a la sombra de las verdes montañas y de profundas cañadas-, ondeó fuerte y con fuerza… Insurgentes con atuendo negro y café le habían puesto un gatillo a la esperanza. En agosto, la bandera rebelde decidió quemar el cartucho electoral y convocó al Arcoiris de las fuerzas progresistas, democráticas, revolucionarias, a las mujeres y hombres libres de México a la Convención Nacional Democrática (CND) para la Transición Pacífica a la Democracia y por una nueva Constitución. Fue la mayor concentración de colores y fuerzas políticas en el país de las últimas tres o cuatro décadas.

El partido de Estado, el tricolor, se impuso con amplio margen. En diciembre, para recibir a Zedillo, la bandera rebelde se desplegó-replegó por todo su territorio. El 5 de febrero de 1995 la colorida CND desapareció. El 9 de febrero, la mancha verde olivo penetró y se extendió, como nunca, en Chiapas. En 1997, el rojo de la sangre corrió en Acteal. En 2012, el verde del Verde modificó bruscamente el paisaje político electoral.

 

El Tricolor dominante

En la década de 1970 viví unos meses en un ejido de Huixtán. A ras de suelo, podía apreciar el enorme control que el tricolor PRI tenía en los pueblos y comunidades indígenas. Era uno de los resultados de la política del general Cárdenas que reestructuró y renovó los grupos de poder local y regional. Cada vez que se acercaba un proceso electoral municipal los Principales y caciques del pueblo convocaban a la población para presentar al candidato. Ahí, a mano alzada, se decidía quien sería el próximo peserente municipal. Después, los Principales, caciques o autoridades salientes eran los encargados de completar la voluntad popular. Para legalizar la elección cruzaban más del 90% de las boletas para abanderado del PRI y anulaban, las menos, para suavizar el grotesco ejercicio democrático. En algunas ocasiones la elección del candidato resultaba complicada. Los operadores políticos del PRI y titulares de instituciones del Indigenismo local comentaban: “Cuando los candidatos designados por el partido (PRI) tienen la mayoría no hay pierde. Pero si hay dos aspirantes y la cosa está pareja, entonces, se complica la elección. Tenemos que negociar y si el adversario no acepta alguna de las carteras, entonces… hay que partir madres”. Se explica entonces porque Chiapas era cien por ciento priísta.

Abajo y entre la hojarasca ondeaban otros colores. La de los comunistas con su bandera roja, la hoz y el martillo. La de los rebeldes armados con su bandera negra y la estrella roja de cinco picos. Unió del Pueblo (UP) andaba por ahí. En 1974, con el Congreso Indígena señorearon los colores de los pueblos indios y demandaron: tierra, salud, educación y comercio justo.

Sin embargo, en San Juan Chamula, el núcleo duro del caciquismo indígena impuso violenta y fraudulentamente a su candidato apoyado el indigenismo chiapaneco radicado en la Ciudad de Las Casas. Ese año, los chamulas defraudados invitaron al Partido Acción Nacional (PAN) para que los representara. Los colores del PAN se establecieron en Chamula. No por mucho tiempo. Las oficinas del blanquiazul fueron destruidas e incendiadas.

En municipios de la Zona Tzeltal y de la Tzotzil se abría paso la bandera roja del Partido Socialista de los Trabajadores (PST). A principios de la década de 1980 promovió la invasión 40 ranchos y fincas. El gobierno reprimió con dureza y el Ejército federal, guiado por indios priístas, perpetró la matanza de Wololchán. El gobierno compró las fincas invadidas y legalizó la posesión condicionada a que los campesinos indígenas retornaran a las filas del PRI. El PST se trasformó en un efímero Partido del Frente Cardenista de Reconstrucción Nacional (PFCRN) mejor conocido como el Ferrocarril. Por esos años, en Los Altos, en el municipio de Zinacantán, el núcleo duro del caciquismo priísta impuso a su candidato lo que provocó que otro contendiente se registrara con el PAN y ganó. Un año más tarde regresó a las filas del PRI, de no hacerlo, el gobierno de Chiapas limitaría al mínimo el presupuesto asignado a Zinacantán. Entre los Valles Centrales y Los Altos, andaban los clandestinos de la Organización Revolucionaria Compañero (ORC). Entre los maos se les conocía como Estrella Roja. Púbicamente aparecían como el Movimiento Revolucionario del Pueblo (MRP). Eran buenos para el trabajo de masas y fundaron varias organizaciones sociales en la región. No faltó la banda decidida y radical que apoyó y se incorporó a los movimientos armados en Centro América. Con el deslizamiento a la Democracia Electoral, de la ORC y el MRP lo único que quedó fue… una incomible crema de caca-huate.

Discretos eran los colores de la Iglesia de los Pobres, se pintaban de oración, ayuno, incienso, de candela encendida, de reconciliación, de unidad, de organización de… liberación. Un semillero de verdad. Paradójicamente, el grueso de la semilla no germinó en los mejores campos.

 

Otros Rojos y Negros     

En 1980 y pico, la Reforma Política Neoliberal estaba en marcha. La bandera roja de los comunistas arropó a un candidato a la presidencia municipal de San Cristóbal. Era propietario de una papelería a media cuadra de la plaza central. En la bandera roja comunista se inspiró la “reformista” Central Independiente de Obreros Agrícolas y Campesinos para diseñar la propia. Otra franja del movimiento indígena y campesino se apropió la bandera rojinegra. Esos colores cobijaron a la “radical” Organización Campesina Emiliano Zapata (OCEZ). Banderas que acompañaron las intensas jornadas de luchas por la tierra en Chiapas. Ambas sufrieron persecución, cárcel y muerte.

El Partido Comunista Mexicano (PCM) cambió de nombre y de bandera. Se suavizó y se hizo Socialista de México (PSM). Como le fue bien y se sumaron otras fuerzas, volvió a mudar de siglas y se llamó Partido Socialista Unificado de México (PSUM). Como después se sumaron otras y la Corriente Democrática del PRI, el original PCM de bandera roja con la oz y el martillo, terminó como el Partido de la Revolución Democrática (PRD) con su bandera de color amarillo y, en negro, un “Sol Azteca”. Había que enraizar en la ancestral mexicanidad el asunto. Las imágenes de Marx y Engels, Lenin, Stalin y Mao desaparecieron de los escenarios y asomaron las de Hidalgo, Morelos y Juárez. Se dejó de cantar La Internacional y se entonaba el Himno Nacional. En Monterrey, a mediados de la década de 1970, reventó Política Popular (PP). Adolfo Orive dirigió su “revolución cultural” contra el Socialdemocrata Beto Anaya. Orive proletarizó a sus brigadas y fundo la Línea Proletaria (LP), a la que después llamó, con humildad, nada más ni nada menos que: Organización Ideológica Dirigente (OID). Así llegaron “los norteños” de Adolfo Orive a Chiapas. Por su parte Anaya inició otro proceso. A los restos de PP y a los Frente Populares, como del de Tierra y Libertad, los fundió en el Partido del Trabajo (PT). La bandera roja con un negro puño fue sustituida por la Roja con una estrella amarilla de cinco picos. Anaya le cumplió a Carlos Salinas: había fundado un partido de “izquierda”.

 

La feria de colores del 1994 a 2015

Del 94 al 2000, Zedillo impuso dos gobiernos interinos de los interinos: el de Ruiz Ferro y el de Albores. En la coyuntura electoral del 2000 se había fraguado la Transición de la Derecha en México y llegó el PAN al gobierno de la República. En Chiapas era “políticamente incorrecto” que el PRI se mantuviera en el poder y una colación de partidos de derecha-centro-izquierda llevó al gobierno al gobierno de Chiapas al “ex” priísta Pablo Salazar. En la coyuntura del 2006 el PRD llevó al gobierno al “ex” priísta Juan Sabines Jr. No eran precisamente apóstoles. Juan traicionó a Pablo y lo metió a la cárcel. El negro Sol Azteca surcaba los cielos. Para entonces la Democracia Electoral se había tragado prácticamente a los Movimientos Sociales de todo color.

Para el 2012, se tenía preparada otra colorida feria electoral. Se perfilaba la segunda transición en México y en Chiapas. Salinas-Peña Nieto con el PRI-Verde-Panal recuperó el poder político. Para Chiapas era riesgoso y “políticamente incorrecto” que la Familia Chiapaneca y el PRI recuperaran el poder político en Chiapas. Actores y causa directa del levantamiento armado. Era necesario romper su hegemonía. La fórmula fue simple: llevar a un Verde al gobierno en alianza con el Tricolor, repartir los gobiernos municipales y la bancada en el Congreso local.

En 2012, la mancha Verde del partido cubrió prácticamente la mitad del territorio de Chiapas. Del Verde es el gobernador. El Verde gobierna 54 de los 122 municipios y representa en el Congreso local 6 de los Distritos Electorales. En 2012, ya estaba partido el PRD. Ebrard se hizo a un lado y los Chuchos traicionaron a López Obrador. La derrota electoral desencadenó el rompimiento y de las filas del PRD se deprendió el Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) de López Obrador. En las elecciones de junio de 2015, la Línea 12 perseguía Ebrard. El tricolor arrasó en las federales y 12 coloridos partidos compitieron en Chiapas. El PRI-Verde arrasó. Doce partidos competirán en las elecciones del 19 julio y el PRI-Verde arrasará de nuevamente.

La campaña “para la grande” del 2018, es decir, para la Presidencia de la República, ha iniciado. El primero en candidatearse fue López Obrador, fundador de MORENA. Parece que quiere ser derrotado por tercera vez. La señora de Calderón se destapó a la Hillary Clinton. Mancera quiere jugar con el menú de partidos y se destapó a la moda, como “candidato ciudadano”. Para el gobierno de Chiapas ha iniciado, también, la campaña: uno por el PRI y otro el Verde. Tan malo el Rojo como el Verde.

En Chiapas siguen mencionando la Güero Velasco como el candidato del PRI-Verde que suceda a Peña Nieto. Me parece poco probable. De ser así, significaría que la estatura política del electorado mexicano se ha encogido al máximo.

 

La Mezcla de colores… una explicación

Todos esos colores y denominaciones han deambulado o deambulan en Chiapas. Para muchos puede ser complicado entender los Colores, la política y la Democracia Electoral en Chiapas. Más complicado será si usted se atrevió a leer el presente. Entonces trataré de simplificarlo.

Mezcle todos esos colores verde, blanco, rojo, más verde, amarillo, negro, azul, morado, turquesa y el resultado no… acertó. No es un Arcoiris. El resultado de la mezcla es una espesa mancha oscura. Ese es el color de fondo de la política en Chiapas una entidad en el Sureste Mexicano.

Y ¡colorín, colorado!

¿Qué no?

Cierto, otros colores han quedado fuera de la espantosa mancha. Son los colores de la rebeldía zapatista que prepara sus defensas y resiste una Guerra de Contrainsurgencia consistente y prolongada. Están los colores del Movimiento de hombres y mujeres del Pueblo Creyente, y los colores de los Movimientos en Defensa de la Vida, la Tierra y el Territorio.

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