Quinto aniversario del famoso FAR, Parte II

 

Segunda de tres partes

Después de reír por la sorpresa de la pregunta, don Fernando retoma el tema y dice que antes de escribir, se fija en si su forma de decir las cosas está acorde con la información que va a manejar. Busca [por ejemplo] la frase de alguna canción: [algo] que le ayude a reforzar la imagen que quiere proyectar. Por ejemplo —continúa don Fernando—, cuando les digo: fue encontrado, no tenía donde vivir, dormía en la banqueta, entonces puedo decir: como dijera Cuco Sánchez “el cielo tengo por techo y nomás el sol por cobija”, y ahí va… Aclara que “ya no es fuerza” que vaya a ver el cadáver, pues para él es suficiente con que le digan cómo está el cuerpo y dónde tiene el proyectil. Porque con esa información y su experiencia de tantos años [en el asunto], ya sabe dónde se paró el bandido, cómo salió el tiro y cómo cayó el occiso. “Ese para caer tatarateó, y si hay rastros por ahí, de sangre en la pared, seguro cayó de boca”.

 

Fuentes, formación y estilo

Aparte de la Cruz Roja y el Ministerio Público ¿Qué otras vías [usa] para obtener su información? El Seguro Social, el ISSSTE. A veces me dicen: hay un muertito en el ISSSTE. Me voy rápido y entrevisto a la familia. En el hospital encuentro unos cuadros terribles: corriéndole la sangre al paciente, la mamá o la mujer llorando a un lado; que no tiene ni un quinto, que se va ir para su pueblo, que no sabe qué hacer… entonces ahí se ve el dolor humano… y ya no la interrogo tocante a lo que quiero saber, sino que mejor platico con ella. Le digo ¿ya comió usted algo? que no. Le digo ahorita vengo, le traigo un cafecito, lo que sea, y en ese momento me comienza a platicar: que mi hijo fulano de tal está aquí, que le metieron un balazo, que se lo dio mi compadre… y ahí voy tomado los datos.

 

Los protagonistas de sus historias le reclaman o lo felicitan por publicar sus casos… No, no. No hay ningún reclamo. Inclusive algunos me dicen: fijate que le pasó esto a fulano de tal. Y yo les digo: pero ya lo dijieron los demás periódicos. Me responden: pero me gusta que lo digás vos. Decílo. Y ahí lo digo. Les gusta yo no sé… yo no sé qué es que les gusta, pero en la frecuencia de radio donde estoy, me busca la gente. Que dónde estaba. Ah, ya lo encontramos. ¿Y en dónde está? Estoy con el licenciado Mario Tasías Aquino en ORM Noticias, en la UE. Detrás de Kalimán voy yo. O sea que… serenidad y paciencia… Sí. Y mire que ya tiene varios tiempos que yo nací. Nací aquí, en el barrio de La Lomita. Algún presidente municipal quiso volarse la barda pero confundió los barrios. Aquí le puso el Barrio del Cerrito y aquí no es. Aquí comenzaba La Lomita hace setenta años. ¡Una loma tremenda! Un cerro era.

El rostro del señor Alegría demuestra la emoción que le produce recordar el lugar en que nació y creció, al lado de sus padres y sus nueve hermanos. La casa en la que jugó y escuchó a su padre platicar en lengua zoque, con el boticario de la esquina. El olor de la chincuya, de la anona, del mezquite, frutos que se daban en el patio familiar.

 

¿Y por qué no publica fotos en sus notas? En primer lugar porque no quiero andar cámara… Que ya ahí voy a andar con la camarita… no, no. Si hay alguna foto que me la den a la buena, ahí está para publicarla; pero eso de que yo ande ahí con la cámara, no. No uso ni libreta para tomar datos. Dice una persona por ahí, que sabe: el único que no usa libreta todo el tiempo, es El FAR. Ni en los discursos ni en nada. Lo está oyendo el discurso y al otro día lo está publicando tal como lo dicen. A veces decía don Gervasio: y el discurso fue tomado [de] la televisión, copiado por FAR. Porque lo copiaba yo así, pues… ligero. Con unos signos que Dios me hizo que yo los inventara y sólo yo los entiendo. Es más rápido que la taquigrafía pero solamente yo sé qué quiere decir ahí. Cuando miro mis garabatos… ¿A ver…qué será que puse aquí? Los voy siguiendo y digo, quiere decir Lourdes, por ejemplo.

 

Usted estudió alguna profesión… Pues nada más sexto año de Primaria, Secundaria en el ICACH y un cuarto año de… Normal… ahí se acabó mi carrera porque ya me absorbió la cantina [risas]. Yo por eso tengo experiencia para decirles esas cosas: te vas a llegar a titular pero si dejás de beber. Si no, la cantina te va absorber y te va a desbaratar. Y ahí vas a quedar tirado. Ya no vas a ser útil.

 

Los errores de sintaxis y ortográficos son partes de su estilo… ¿O son ajenos a su voluntad? Están dentro de mi estilo. Yo llevo eso que me decía el profesor Gaspar Jiménez: sintaxis y todo eso es bueno, pero lo importante es que comprenda el lector. A lo mejor no lo sabe interpretar, entonces hay que irle diciendo. Y yo le doy gracias a Dios que ninguna sugerencia rechazo. Todo lo acepto, hasta los estudiantes del COBACH que me dicen tal o cual cosa, les respondo: voy a analizarlo a ver quién es, si es así como dicen. Porque nunca hay que despreciar ni desechar lo que uno no conoce. Primero hay que conocer para decir eso no sirve ¿verdad?… Yo soy de esos.

 

La muerte y el santo trago

Y sobre la muerte… ¿Le causa risa o miedo? Pues… la muerte no me causa ni risa ni miedo. La veo como una cosa natural, que tiene que pasar a fuerzas y no es motivo para llorar. Es motivo de alegría, porque la muerte lo saca a usted de un apuro. Es un alivio. Por ejemplo: si tiene una enfermedad incurable, la familia no le quiere dar veneno ni le quiere dar un balazo; solamente la muerte va y lo saca del apuro. Cuando pasa uno a otra dimensión ya está uno más tranquilo. Una vez pué, que yo me estaba muriendo de una cruda… tomé nada más noventa días, cuando murió el maestro Agustín Lara, yo y don Gervasio. No see… [Talvez] sentíamos mucho la muerte, pero noo… no era eso. Era [sólo] por beber. Entonces, yo, en mi cruda ¡de noventa días!… los muchachos de hoy con una noche que se emborrachen… ¡María Santísima! ya se están muriendo, digo… esos que no aguantan ¿no? Entonces —suspira y continúa— la muerte ya… yo quería morirme y… ¡llegó la muerte! Me miró y le dije: ya, sacame ya. Se me quedó mirando. Se rio y me dijo: No, no. Se dio la vuelta y se fue, y me dejó otra vez en el purgatorio.

 

¿Y cómo fue que dejó de beber? Porque comprendí que el alcoholismo destruye y acaba. El alcoholismo acaba la salud, el talento, la sociología y todo eso… lo social, lo cultural. Para el alcoholismo no hay barrera que lo vaya a detener. Entonces aprendí —y sé— que es una enfermedad progresiva e incurable. Desde entonces dejé de beber y comencé a trabajar con mis amigos y compañeros borrachos. Esa es la tarea que llevo ya treinta y dos años realizando.

 

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