El desgaste presidencial en clave electoral

El desgaste presidencial en clave electoral

José Ramón Guillén

 

Varios estados de la República acaban de vivir las interminables campañas electorales del país, condenado por legisladores y ejecutivo a la saturación, al no reducirse los tiempos de la disputa entre partidos. Un cambio en su duración beneficiaría tanto al erario público como a la salud mental de los ciudadanos, atiborrados estos últimos de spots en los medios de comunicación y con un empacho visual de caras y promesas políticas difíciles de digerir, por increíbles, a estas alturas del siglo XXI.

En las recientes elecciones los triunfos del PAN, a veces en coalición, en estados como Chihuahua, Puebla, Quintana Roo, Veracruz y Tamaulipas, y algunos apretados como ha ocurrido en Aguascalientes, no impiden ver que el PRI sigue vivo en lugares complejos como Oaxaca, y en otros estados, tal es el caso de Hidalgo, Tlaxcala, Zacatecas y Tamaulipas. Lo ocurrido con la izquierda mexicana merece otra reflexión.

Manuel Velasco y Enrique Peña Nieto Foto: http://www.elconstituyente.mx/

Manuel Velasco y Enrique Peña Nieto Foto: http://www.elconstituyente.mx/

Lo que resulta evidente, dados los datos con los que se cuenta, es que en los estados ha influido sobremanera el desgaste en el cargo del Presidente Enrique Peña Nieto. Por mucha propaganda que se haga de sus logros y programas, la ciudadanía observa, con fundada preocupación, las malas cifras macroeconómicas que afectan el vivir cotidiano, desde el campo a la ciudad. La caída del peso frente al dólar, con el consabido aumento de los productos importados, y la estabilidad a la baja del precio del petróleo, producto fundamental en el proyecto desarrollista del país, tampoco son aspectos ajenos a ese desasosiego que se une, desde hace varios años, a la inseguridad y violencia sistemática vivida en gran parte del territorio nacional. Hecho que ha afectado a innumerables familias con muertos, desaparecidos, secuestrados o simplemente, que no es poco, a la intimidación sistemática por el pago de derecho de piso a negocios, productores o profesionistas. ¿Quién no conoce a alguien que haya sido afectado o que ha debido trasladar su domicilio en la República por alguna de tales circunstancias? A lo anterior, se añade la corrupción sangrante del erario público, forma de hipotecar proyectos de futuro que beneficien a toda la ciudadanía. La escasez de recursos para la educación o la ausencia de medicinas en hospitales públicos son un claro ejemplo de las nefastas consecuencias producidas por esta lacra nacional, aunque no sea el único país donde se dan estos casos. Este mal de muchos, consuelo de tontos, no hace olvidar la impunidad con la que se llevan a cabo estos actos, sin castigo evidente a no ser que el involucrado deba pagar alguna cuenta política pendiente con antiguos aliados o con los gobernantes en turno. Y la próxima creación de la Comisión Nacional Anticorrupción no se vislumbra como solución de malignidades añejas, tal como funcionan nuestras instituciones.

Síntoma de estos males republicanos, no nacidos en este sexenio, es el cada vez más rápido destape de candidatos a la Presidencia de México cuando faltan varios años para finalizar el periodo gubernamental. Tiempo necesitado de una revisión en su periodicidad porque seis años son muchos, aunque no exista la reelección. Y más cuando los gobernantes se empecinan, siendo incluso del mismo partido como ocurría en el PRI, en trastocar todo los programas y proyectos de sus antecesores.

La alternancia en el poder es sana y beneficiosa, pero estos últimos resultados electorales además de mostrar el desgaste presidencial mencionado, no deben dejar a un lado las reflexiones sobre la construcción de las instituciones en México. Atiborrarnos con un discurso sobre lo moderno y la modernización del país, desde hace años, no significa que se cumpla con los dichos de transformación si no hay actualizaciones urgentes de las formas de esta llamada democracia. La forma es fondo, recordemos, y cuando las modalidades del discurso y las prácticas políticas están tan anquilosadas parece imposible que se vea un positivo fondo en el accionar de los gobernantes.

Para aquellos que ven en los recientes datos electorales una nueva luz en el túnel hay que felicitarlos, pero demasiadas luces han sido vistas en los últimos años y sólo, y lo digo con tristeza, seguimos con los mismos males. A ver si las luces no acaban por abducirnos!

 

 

 

 

Un comentario en “El desgaste presidencial en clave electoral”

  1. Francisco
    24 junio, 2016 at 9:08 #

    NO ES CUESTIÓN DE OBSERVANCIA, LA REALIDAD SUPERA LA FICCIÓN.

    LA CRISIS DEL PAÍS, ES PALPABLE A NIVEL MUNDIAL, ES POR DEMÁS HACER TANTA DEMAGOGIA Y PROPAGANDA, LA CIUDADANÍA YA NO ESTA PARA CREER, SINO PARA CONFIRMAR CON HECHOS EN LA SOLUCIÓN DE LAS CARENCIAS.

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