Miedo a competir

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En 1986, en voz de Claudio Brook, la empresa Chrysler al presentar la serie de autos K con motores turbo, difundió uno de los mejores eslóganes de la historia de la publicidad en México: LA COMPETENCIA ES BUENA PERO NOSOTROS SOMOS MEJORES.

Cuenta la leyenda urbana que en el año 1990 Antonio Chedraui presentó ante Patrocinio González, entonces gobernador del estado, el proyecto para crear la primera plaza comercial con tienda ancla en Tuxtla Gutiérrez. Sin embargo, por su política monroísta de Chiapas para los chiapanecos, convocó a los “empresarios” locales a quienes les expuso el plan del grupo veracruzano y que prefería un desarrollo similar o mejor pero hecho por los chiapanecos. Les dio un plazo para presentar otra propuesta pero los meses transcurrieron sin recibir noticias. De nuevo llamó a los comerciantes y al constatar las ambiciones individuales y comportamientos egoísta decidió mejor apoyar al Grupo Chedraui para construir la primera Plaza Cristal en el estado y con ésta inicio el boom de plazcitis que hoy notamos en nuestra ciudad.

Un ex delegado de la Secretaría de Comunicaciones y Transporte (SCT) confió, en una reunión con transportistas, que varios “empresarios” y comerciantes de Chiapas se oponían al nuevo tramo carretero que acortaría la distancia entre Tuxtla y ciudades importantes del país. El principal temor de los “hombres del dinero” era la llegada de empresas con mejores productos y precios más accesibles que los desplazarían del mercado estatal; es decir, miedo a la competencia.

Y claro que el mayor temor de los “empresarios” chiapanecos ocurrió. Ya no existen todas esas mueblerías que, literalmente, DESVALIJARON a los paisanos por los abusivos intereses cobrados por una plancha, o aquellos que fueron embargados por atrasarse en el pago de la licuadora. Gracias a Dios, aunque ya no funcionan esos negocios aún viven esos comerciantes protegidos por fueros políticos que ahora, como ya no pueden competir con otras empresas para atracar a los ciudadanos, saquean el presupuesto gubernamental.

Ahora, uno de los sectores más llorones, montoneros, quejitas, abusivos y prepotentes teme a la competencia: los taxistas. Solo porque UBER anunció su intención de operar en Tuxtla Gutiérrez.

 

No todos los taxistas son iguales, pero la mayoría ofrece un servicio de ínfima categoría, caro, sin orden ni respeto para los usuarios. No les importa la vida de los clientes pues el 90% de los vehículos utilizados NO ofrecen los mínimos requisitos seguridad pues conducen el automóvil peor evaluado de América Latina: el Tsuru. Por si fuera poco, según registros periodísticos, muchos de ellos están involucrados con el mundo del hampa participando en secuestros, asaltos, robos a casas y comercios, tráfico de drogas, armas, indocumentados y prostitución. Colaboran con el crimen organizado al operar como “halcones”.

Cuidado y se atraviese al paso de uno de los tantos prepotentes que están al volante de estos mal llamados servidores públicos, puede sufrir el acoso incesante del claxon, cerrón porque les estorba, atropellamiento por el exceso de velocidad con que conducen y hasta linchamiento si es retado a golpes porque corren a llamar al resto de la banda del sitio al que corresponden.

Si choca contra alguno de ellos ¡Dios lo salve! Se le amontonarán para intimidarlo, lo amenazarán, lo cercarán y si el taxista tuvo la culpa presionará a la autoridad con la cual generalmente están coludidos para cambiar peritajes y si pierde éste, tenga la seguridad que investigará donde vive para vengarse.

En 1994, estos sujetos cometieron la peor injusticia contra un padre e hijo solo porque un taxista, que conducía borracho, se confundió al decir que unos tipos de playera blanca lo habían “asaltado” y por eso no completó la cuenta. Por el exceso de alcohol en sus venas NO supo describir ni precisar a los ladrones pero vía radio corrieron el chisme que tenían detectados a los delincuentes y todos se envalentonaron contra una familia que ni siquiera vivía en la supuesta zona donde “localizaron” a los señalados, y entre la cobardía que da la turba y el anonimato, quisieron linchar a dos inocentes a quienes hicieron caminar por toda la avenida central descalzos y ensangrentados, “exigiendo justicia” al entonces procurador Arturo Becerra. Como era de esperarse, los señalados resultaron ¡INOCENTES! lo que NO les gustó a los taxistas que con total impunidad todavía amenazan a la familia con vengarse, mientras que el chafirete original y supuestamente asaltado ni siquiera recuerda nada.

¡Qué paradoja! Taxistas exigen justicia cuando NO aceptan los abusos que cometen contra los usuarios, NO quieren que les apliquen los mismos operativos que “supuestamente” realizan las autoridades, NO quieren que les regulen las tarifas, NO aceptan el taxímetro mismo que bien sabemos terminarán alterando, NO pagan impuestos, NO extienden comprobantes, NO asumen sus culpas en accidentes y huyen, NO respetan a los agentes de tránsito, NO respetan los señalamientos viales, NO cuidan al peatón, NO respetan el ambiente al sonar con insistencia el claxon, NO respetan a las mujeres a quienes han intentado violar, asaltar o acosadas sexualmente (REMEMBER CASO YUYI), y ahora operan más en la clandestinidad en unidades piratas que NO portan ni placas NI identificaciones en las unidades que le dé certeza y seguridad a los pasajeros.

Por supuesto, también hay aquellos que son amables, honestos, respetuosos, conscientes en el cobro de las tarifas, incluso hay quienes han realizado actos heroicos, aquellos que recomiendan buenos lugares para comer, conocer, pasear, etcétera, pero son los menos.

Mucha culpa de esto lo tienen las autoridades como Tránsito del Estado y la Secretaría del Transporte porque NO quiere realizar operativos que ordene, sancione y castigue a estos infractores que se creen los dueños de las calles y en las noches, NO hay semáforos ni automovilistas que respeten. Incluso han alterado las luces de las unidades para deslumbrar a los otros conductores o pitarles con una supuesta sirena policiaca, para hacernos a un lado porque al taxista le urge ir a botar el pasaje para pescar a otro incauto.

Es cierto, como son asalariados y carecen de prestaciones viven al día, mientras los dueños de las placas y unidades (otro vicio generado por la Secretaría del Transporte), están de lo más tranquilos esperando la cuenta de cada turno y si hay un accidente con lesionados o muertos, NI se despeinan, siempre la culpa recaerá en el chofer que ya huyó, y los propietarios les bastará cambiar de chofer sin sufrir sanciones protegidos por la impunidad y privilegios que les da el prestarse en tiempos electorales para el acarreo de votantes del poder en turno. NO hay que olvidar la manera como subieron las tarifas abruptamente ante la complacencia de las autoridades, cuando rotularon la abreviación TL, Taxi de Lujo, para cobrar más caro solo por prender el aire acondicionado que casualmente “está descompuesto o sin gas”, y porque el chofer vestía con corbata; y de la noche a la mañana todos los taxista llegaron a portar esa leyenda para justificar una tarifa mayor.

Si los taxistas NO quieren competencia NI ser desplazados en la preferencia es fácil: ¡ESCUCHEN A SUS USUARIOS! RESPETEN A LA CIUDADANÍA EN TODOS LOS SENTIDOS TODOS LOS DÍAS. NO es una corbata, NI una camisa, NI un logotipo, NI un sitio, NI un carro, lo que los hará mejores.

¿Por qué temerle a la competencia? ¿Porque NO saben cómo competir? ¿Son tan egoístas que NO quieren que la ciudadanía goce de mejores servicios? Tampoco UBER es la maravilla que tanto pregona, la principal desventaja de éstos es que NO conocen como los taxistas, la ciudad. ¿Quieren la solidaridad de la ciudadanía? Trátenla bien. Sean justos. Respeten a mujeres, ancianos y peatones. Así de simple. Y entonces no tendrán nada que temer. Pero como NO les gusta “batallar” y todo lo quieren peladito y en la boca, entonces BINVENIDA LA COMPETENCIA. Ojalá eso los haga mejores o simplemente, desaparecerán. Aunque NO dudo que como es costumbre, recurrirán al chantaje reclamando “derechos” al gobierno o bien, actuarán como en el pasado ya lo han hecho, con violencia porque les “quieren quitar su trabajo”.

Uber solo tiene como ventajas, pequeñas si se quieren ver así, pero enormes ante la ACTITUD de los taxistas: unidades nuevas, limpias, amabilidad, tarifas más económicas y conocidas con anticipación de acuerdo a la ruta, GPS y SEGURIDAD. SOLAMENTE.

De qué sirve las construcciones de lienzos charros disfrazados de “foros artísticos”, monumentos religiosos, plazas de mamás, hoteles, si Tuxtla Gutiérrez se caracteriza, además de su fetidez a orines y excrementos, de ser la capital de un estado con cada vez peores servicios y con consumidores poco exigentes que solo demuestran valentía en redes sociales, pero poco o nada hacen en la realidad.

Por eso tenemos la ciudad que nos merecemos con ese tipo de “gobernantes” que solo se aprovechan de los ciudadanos.

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