La Alerta de Violencia de Género

Foto: Archivo

 

 

La conferencia magistral de Mercedes Olivera Bustamante, que versó centralmente sobre la Alerta de Violencia de Género contra las Mujeres (AVGM) decretada el pasado viernes 18 de noviembre, abrió el Primer Congreso Feminista de Chiapas. Como sabemos, la AVGM fue  acordada por unanimidad por el Sistema Nacional de Prevención, Atención, Sanción y Erradicación de la Violencia contra las Mujeres después de tres años de haber sido demandada por un grupo de peticionarias –más de 20 organizaciones, colectivos y redes, así como  personas en lo individual- el 25 de noviembre de 2013.

Debe recordarse que la negativa del Sistema Nacional a decretar la Alerta se dio en enero de 2014, frente a lo cual las peticionarias interpusieron un juicio de amparo, ganado en julio de ese año. Con la declaratoria de la AVGM, insuficiente y limitada como se la calificó en el comunicado de prensa dado a conocer en el marco del Congreso Feminista, Mercedes la analizó no obstante como producto de una lucha feminista colectiva, y reflexionó acerca de algunos aspectos que vale la pena retomar en este espacio en un momento tan importante como el que vivimos.

Rememoró que la Campaña Contra la Violencia Hacia las Mujeres y el Feminicidio en Chiapas dio comienzo en el año 2011, después de analizar el significado de la violencia feminicida en un marco que reconoce la violencia estructural, la violencia cultural y la violencia personal y directa. La Campaña no ignora, desde luego, los tipos y las modalidades de violencia establecidas en la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia. Sin embargo, Mercedes Olivera, quien publicó el primer artículo sobre mujeres en Chiapas, [1] ha hecho aportaciones al análisis y comprensión de la violencia contra las mujeres y, en tal sentido, reconoce aquellas otras que, como ella misma sostiene, aluden a la profundidad de las causas que generan dicha violencia.

Para realizar el trabajo de La Campaña, explicó Mercedes,  se formaron cuatro comisiones, entre ellas la que se dedicó a informar y sensibilizar a mujeres respecto de la violencia que se vive. Recuerdo que dentro de todo este gigantesco trabajo que hizo La Campaña, en el barrio de San Cristóbal de Las Casas donde vivo se llevaron a cabo talleres con mujeres de sectores populares, en una práctica novedosa –en mi opinión-, ya que no las llamaban a un lugar específico para impartirlos, como podrían ser las oficinas de las asociaciones civiles,  sino que se iba a las casas y espacios que ellas habitan. Es decir, las  facilitadoras, como se suele llamar a quienes imparten los talleres, buscaban a las mujeres en sus propios espacios. No al revés. Yo deduzco que esta estrategia garantizó una mayor asistencia y participación de mujeres a tales talleres.

Como todo proceso organizativo, se vivió un desgaste entre algunas comisiones, o bien se perdió el carácter colectivo de sus acciones, frente a lo que Mercedes  se preguntó: “¿Por qué no podemos mantenernos unidas, conjuntarnos en acciones colectivas que tengan una proyección y una duración en el tiempo?” ¿Por qué no se logra si “todas estamos afectadas por el mismo sistema de violencia, la situación de crisis, pobreza impuesta por el sistema, por el funcionamiento institucional, con carencias, deficiencias, corrupciones…”? Una buena pregunta formulada por quien más trayectoria tiene en la defensa de los derechos de las mujeres.

Me interesa destacar, por otro lado, que un debate que ha caracterizado no sólo a los movimientos de mujeres sino a todos los movimientos sociales en México se dio, nuevamente, en el marco de la solicitud de la Alerta en el año 2013: tener o no como interlocutor al Estado, vincularse a él o no, demandarle o no a dicha entidad. Hay quienes, ciertamente, plantean convencidas de que no se debe hacerlo y hay quienes pensamos que sí.

Mercedes, feminista, activista y académica de larga trayectoria, sostiene que la fuerza tiene que venir de las propias mujeres y que somos nosotras quienes debemos encabezar las transformaciones fuera del Estado. En la primera parte de su discurso, Mercedes se definió a sí misma desde un posicionamiento feminista crítico que llamó feminismo popular antisistémico. Para ella, la acción del Estado no es lo fundamental, aunque sea importante. En esa postura crítica, nos llamó a analizar “si las políticas del gobierno realmente están orientando [de modo adecuado] y resolviendo los problemas de violencia [contra las mujeres] o si están creando algunos vicios como en las dependencias de las mujeres”.

La respuesta podría ser negativa frente a los hechos contundentes.

El Grupo de Mujeres de San Cristóbal, el Observatorio de Violencia Social y de Género en el  Estado de Chiapas y el Observatorio Feminista Contra la Violencia a las Mujeres de Chiapas han trabajado cuidadosamente cifras y gráficas sobre feminicidios. Además, se ha documentado ampliamente casos de mujeres que se acercan a las instituciones para demandar justicia y protección, y la respuesta no existe o se da de manera parcial, lo que las deja en completa indefensión. Personalmente, investigué el Programa de Apoyo a las Instancias de Mujeres en las Entidades Federativas (PAIMEF), [2] destaqué sus virtudes y limitaciones y sugerí una serie de acciones para el fortalecimiento de uno de los más importantes programas contra la violencia hacia las mujeres. De lo que he sabido con posterioridad al estudio mencionado es que el Paimef ha decaído en vez de fortalecerse.

Mercedes no habló explícitamente de la Secretaría de Desarrollo y Empoderamiento de las Mujeres (SEDEM), pero intuimos que es una de tales dependencias con “vicios” creados.

Hace unos días, la periodista Sandra de los Santos, con su habitual profesionalismo, destacó la falta de pronunciamiento de los poderes de gobierno respecto de la AVGM y afirmó que la SEDEM es una de las dependencias que se ha mantenido desde el inicio del actual gobierno en manos de una familia: León Villard. Todas las mujeres que hacemos trabajo a favor de distintos sectores de la población femenina sabemos que la SEDEM no funciona como debiera. Y varias de nosotras estamos convencidas de que sería una pieza clave en la defensa y promoción de los derechos de las mujeres de todo el estado… dependiendo de quién la dirija.

Si, además de lo que señala Sandra de los Santos, el Acuerdo por la Igualdad de Género firmado por el gobierno de Manuel Velasco Coello quedó en el papel y las propias mujeres lo declararon “muerto” en abril de 2014, tal vez habría que retomar una frase de Mercedes Olivera que viene a punto en un contexto crítico como el actual que se vive en Chiapas: “he llegado a la conclusión –afirmó- de que no podemos ser suavecitas, sino [que debemos] tomar posiciones firmes y cada vez más radicales”.

No lo sugirió la académica feminista Mercedes Olivera en su sabia exposición inaugural, pero todo su discurso me hace pensar –desde mi posicionamiento propio de trabajar con y dentro del Estado- que designar ahora mismo a una mujer con larga trayectoria en trabajo con perspectiva de género al frente de la SEDEM podría ser un indicador claro de cambio de rumbo de la política actual. Sería una de las primeras medidas en el marco de la AVGM que darían confianza y certezas ciudadanas a los distintos grupos y colectivos de mujeres.

[1] Olivera Bustamante, Mercedes 1980, “Sobre la explotación y opresión de las mujeres acasilladas en Chiapas, El Sur de México. Datos sobre la problemática indígena”. Instituto de Investigaciones Antropológicas, Universidad Nacional Autónoma de México, México. El artículo versa, precisamente, sobre la violencia que vivían las mujeres acasilladas.

[2] Inés Castro Apreza, “El Paimef: Un Programa de Atención a Mujeres Víctimas de Violencia en el Estado de Chiapas”, en:  http://www.pueblosyfronteras.unam.mx/index.php/index.php/pyf/article/view/8

 

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