Del pergamino al papel

En el largo camino recorrido por la comunicación humana el pergamino y la vileta, usados como soporte de la escritura, ocupan un lugar altamente apreciado en la historia de la evolución del papel.

El pergamino se hace de la piel estirada de ovejas y tiene como características principales su durabilidad y lo agradable que resulta a la vista. Su apariencia nos sugiere antiguedad y calidad, ya que ha resistido por cientos de años los rigores del tiempo y del uso. El pergamino nos ha traído, desde la Grecia clásica a la Edad Media, valiosos datos e historias de estas épocas. Muchos pergaminos antiguos sobreviven hoy día como testimonios de la gran utilidad prestada por este valioso material a la humanidad.

El nombre de pergamino se deriva de Pérgamo, una antigua ciudad en el Asia Menor. Los investigadores consideran que el pergamino se usó en época tan remota como el año 1,500 a.C. A Eumenes II, rey de Pérgamo (197 – 157 a.C.) se le acredita con frecuencia como el primero en usar este material. Sin embargo, no se consideró como una superficie apropiada para la escritura hasta mucho tiempo después, probablemente alrededor del año 200 d.C., cuando se convirtió en un medio común para estos menesteres.

El pergamino se hace de la piel estirada de la oveja. La piel es difícil de preparar, pues cada lado de la misma tiene sus características propias. Primero se abre en dos capas, la parte del grano o el lado en que se encuentra la lana se convierte en cuero para empastar, o sea en un material apropiado para la encuadernación de libros. El lado de la carne o forro se convierte en un pergamino de fina calidad.

La piel de estos animales es muy resistente, puede aguantar una gran manipulación y tratamiento en las manos del curtidor. Puede colorearse, pulirse, flexionarse y decorarse por medio del repujado. Permite realizar en ella incisiones, ser punzada y cosida. Tiene un lento envejecimiento cuando está en uso, y cuando a pesar de toda esa manipulación se almacena sin usar conserva todavía su belleza.

La vitela, que es otra variante del pergamino, se hace de las pieles de ternero, cabra o cordero. A diferencia del pergamino, se hace generalmente de todas las partes de la piel. Se puede distinguir la vitela del pergamino por el grano y las marcas del pelo del animal, que producen una superficie algo irregular. El pergamino tiene una apariencia muy consistente y no posee estas características. La piel para confeccionar la vitela no se abre en dos capas como sucede con el pergamino. El método actual para tratar la piel y convertirla en pergamino o vitela es casi idéntico al empleado por los fabricantes de la Europa del Renacimiento. Se lava la piel, se frota con cal, se raspa con una cuchilla, se vuelve a lavar y se estira fuertamente asegurándola con tiras de cuero dentro de un marco de madera cuadrado o rectángular, según sea el caso. Se vuelve a raspar para asegurarle un grosor uniforme y finalmente se espolvorea con tiza frotándola minuciosamente con una piedra pómez fina, hasta lograr una superficie ideal para la escritura. Ni el pergamino ni la vitela se llegan a curtir, y por tanto estos materiales de escritura no son considerados como cueros verdaderos. Como se describió, estas pieles se preparan con cal, lo que produce una superficie más parecida al papel que lo que resultaría dcon la aplicación del curtido. En muchos libros europeos, escritos sobre estas superficies, se notan las diferencias entre el lado de la carne y el lado del pelo, ya que el lado de la carne tiene apariencia más blanca.

Los escribanos de esta época antigua fueron muy cuidadosos al seleccionar la piel para sus libros, asegurándose de que tuviera un color uniforme y una calidad de superficie que les permitiera una encuadernación sin grandes diferencias entre las páginas.

El uso de este material como soporte de la escritura permaneció a través del Renacimiento, aún después del advenimiento en Europa de la imprenta con tipos móviles hechos de bloques de madera.

Se dice que para producir una sola copia de la Biblia de Gutenberg se requirieron las pieles de trescientas ovejas.

El empleo del pergamino y la vitela para la impresión de libros en Europa no llegó más allá del año 1500, pero aún hoy día es demandado para la confección de finos diplomas, certificados, patentes de nobleza, etcétera, ya que los calígrafos lo encuentran como una superficie idealmente apropiada para los detalles finos que requiere una buena escritura.

Sin embargo, fue el papel el que le aportó un verdadero impulso y desarrollo a la impresión, ya que si sólo hubiera existido el caro pergamino no se hubiera realizado la extensa comunicación escrita que hemos disfrutado, y disfrutamos actualmente, desde tiempos remotos.

El Papiro

El primer material usado como soporte de la escritura y que tiene bastante similitud con el papel que hoy usamos, fue, según se conoce, el papiro, manufacturado en Egipto desde épocas muy remotas. Aunque el papiro no es papel en el verdadero sentido de la palabra, fue el primer material de escritura que asumió muchas de las propiedades de éste.

La materia prima usada para la confección de este soporte se tomó de una planta acuática conocida por la palabra griega Cyperus Papyrus. Esta planta es atractiva, crece en forma de grupos; el tallo es algo triangular en un corte de sección, alcanza varios pies de alto, y alrededor de 10 centímetros de grosor. Es liso sin ningún nudo y termina en un gran racimo de flores. Las hojas, cortas y fibrosas, crecen alrededor de su base. Antes de la era cristiana el papiro crecía profusamente en las aguas estancadas y poco profundas de lagos y ríos, tanto en Egipto como en muchas partes de África, pero en los tiempos modernos casi está extinguido.

La planta de papiro, además de servir de materia prima para hacer una superficie semejante al papel, se ocupa también en otros usos. El tallo suministraba material para la fabricación de botes, velas, esteras, telas y cordeles para pescar; la raíz se empleaba como combustible y la médula servía de comida común.

Para hacer la lámina de papiro el tallo se cortaba primero en pedazos que tenían el tamaño de la hoja que se iba a confección y luego cada pedazo se cortaba longitudinalmente en capas o películas delgadas por medio de un instrumento agudo y afilado. Las películas así obtenidas se estiraban, una al lado de la otra, sobre una mesa mojada, haciendo primero una capa en el tamaño en que se quería la hoja. Sobre ésta se colocaba una segunda en posición transversal que era machacada hasta formar una hoja del grosor deseado. Después de presionada se secaba al sol y se pulía con una concha u otra herramienta lisa y dura. Las capas que se obtenían más cerca del corazón o centro del tallo hacían el papel más fino, y la escritura hecha sobre estas hojas eran conocidas como Biblia, del término griego Biblios, que se usó para nombras estas fibras internas del tronco de la planta de papiro.

Con el uso cada vez más creciente del pergamino y la vitela y con los cambios geográficos desfavorables que se produjeron en la zona del río Nilo, se hizo más difícil el cultivo de la planta en esa región, lo que condujo a la caída de la producción de este material de escritura. En la actualidad se fabrica papiro, con los mismos procedimientos utilizados por los antiguos egipcios, aunque en menor escala, para realizar pinturas de souvenir, papeles de fantasía, etcétera.

La herencia que nos dejó el papiro fue grande, ya que las palabras «papel», «paper», «papier», entre otras, y por extensión «papelería» y muchas más se derivan de la voz griega papyros.

La historia recoje otros materiales flexibles hechos también de partes de plantas que han sido usados como sustrato para la escritura y el dibujo, y que pueden ser relacionados en cierta medida con el papiro. Estos materiales similares al papiro, que fueron y son actualmente confeccionados por otros pueblos muy separados geográficamente entre sí, se conocen como: el amate del pueblo azteca, el huun de los mayas, el tapa, elaborado por distintas culturas del Pacífico del Sur y el llamado papel arroz de Formosa, que en verdad es un nombre aplicado erróneamente, pues este material se hace de la corteza interna, suave, blanca y cortada en espiral, de un árbol indígena llamado Fatsia papyrifiera, de aquel país. Por lo tanto no tiene ninguna relación ni con el arroz, ni con sus derivados o siquiera con el verdadero papel. Los habitantes de Formosa también bebían como té esta sustancia para curar las dolencias del pulmón y garganta.

El papel

El papel, tal como lo conocemos hoy día, y desde hace casi dos mil años, ha sido definido por Dard Hunter, especialista en papel y autor por lo menos de cinco libros sobre la técnica de fabricación del mismo, del siguiente modo:

«Para ser considerado como verdadero papel las delgadas hojas se deben hacer a partir de fibras que hayan sido maceradas hasta que cada filamento sea una unidad separada. Las fibras así desintegradas se mezclan con agua dentro de un recipiente adecuado, e introduciendo una fina malla montada en un marco de madera llamado molde, se levantan en forma de una delgada película de pulpa. El agua se escurre a través de los finos agujeros de la malla, y queda una hoja de fibras entrelazadas sobre su superficie. Esta delgada película se seca posteriormente, convirtiéndose en lo que se considera como una verdadera hoja de papel»

Ts’ai Lun

La historia china registra que Ts’ai Lun, oficial de la corte imperial, hizo el primer papel en el año 105 d.C., con el principio de la maceración de fibras vegetales, trapos viejos de algodón, cáñamo y redes de pescar. Según se cuenta, Ts’ai Lun observó que de los paños que estaba lavando una mujer en aguas tranquilas, se desprendían fibras que se mezclaban entre sí. Usando un fieltro, recogió estas fibras, las que puestas a secar dieron una hoja de cierta consistencia. El molde hecho por Ts’ai Lun para la confección de sus primeros papeles fue de tiras de bambú y hierbas. Con este molde se requería que la pulpa fuera echada sobre su superficie y después se ponían a secar el molde y el papel juntos

Hay algunas discrepancias sobre la paternidad de Ts’ai Lun con relación al papel, pues algunos investigadores consideran que antes de esa fecha se había confeccionado un material similar hecho a partir de pasta de seda, y la fecha se establece antes del año 105 d.C. Se conocía que en el año 12 a.C. el papel ya se usaba como envoltura de medicinas en la corte imperial de China.

Ts’ai Lun mantuvo el viejo nombre Chih para nombrar su creación, que es una palabra parcial para denominar la seda, en vez de usar otro término, hecho por el cual se considera que el papel no era realmente un producto nuevo, sino sólo el perfeccionamiento de algo que ya existía. De todos modos, Ts’ai Lun fue reconocido por el emperador por su esfuerzo y a través de toda China como el patrocinador de la fabricación del papel.

Hoy día, a pesar de contarse con grandes máquinas y equipos de alta tecnología para la fabricación masiva de papel, los principios y métodos permanecen muy parecidos a los creados por Ts’ai Lun; su elaboración no ha sufrido cambios sustanciales en casi dos mil años. En la actualidad no existe ninguna muestra del papel hecho en los primeros años de su existencia, y probablemente el papel más antiguo fechado que ha sido encontrado data del año 264 d.C.

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