El refugio en un país polarizado

El refugio en un país polarizado

Bajo un fuerte dispositivo de seguridad, Evo Morales arribó al aeropuerto de la Ciudad de México acompañado de dos de sus colaboradores más cercanos. Después de un viaje que duró más de 12 horas Morales agradeció a su nuevo país de asilo. Pero el periplo está lejos de terminar

Texto: José Ignacio De Alba de Pie de Página

Foto: María Fernanda Ruíz

CIUDAD DE MÉXICO.- Evo Morales salió del avión, saludó desde la escalerilla del aparato antes de ser recibido por el canciller mexicano, Marcelo Ebrard, quien le dio un abrazo y unas palmaditas en la mejilla un tanto paternales.

Morales vestía con una polo azul y un pantalón de mezclilla negro. En su camino al hangar se abrochó las agujetas de los tenis. En la misma aeronave viajaron el vicepresidente Álvaro García Linera y su ministra de Salud, Gabriela Montaño.

En ocho minutos ante los medios de comunicación, el líder boliviano dio un parte del “golpe” contra su gobierno:

“Estoy muy agradecido con el presidente y el pueblo mexicano, porque me salvó la vida. El 9 de noviembre un militar recibió una oferta de 50 mil dólares a cambio de entregarme”.

Pero los temores a la distancia no desaparecen. En cuanto Evo Morales salió del avión que lo trajo a México un fuerte dispositivo de seguridad se activó en torno al político. Hombres con escuadras a la cintura seguían de cerca a los reporteros y a las personas que asistieron al hangar Sexto Grupo Aéreo, donde fue el recibimiento.

Al abandonar el hangar, Morales y sus colaboradores abordaron un par de camionetas blindadas que los llevó a un lugar que el gobierno mexicano ha decidido mantener en secrecía.

El papel de los cuerpos diplomáticos jugó un papel determinante para lograr la salida de Evo Morales de su país; las cancillerías (de gobiernos de izquierda y derecha) lograron engrasar su salida cuando parecía que no se concretaría.

Por ejemplo, el papel de la cancillería brasileña fue decisiva para lograr que se aprobara el sobrevuelo de la aeronave mexicana por Bolivia. Pero las posiciones de los gobiernos del continente necesariamente no facilitaron el traslado de Morales a México.

Presente en la conferencia matutina del presidente Andrés Manuel López Obrador, el canciller mexicano narró que la aeronave enviada por el gobierno mexicano aterrizó en Lima, Perú, como el primer punto de contacto. Ahí esperó para que el gobierno de Bolivia autorizara la salida del mandatario.

En un principio, el movedizo gobierno aprobó la salida, pero cuando el avión estaba sobre su espacio aéreo el permiso fue negado y el avión tuvo que volver a Perú. Al final, el ejército boliviano dio su consentimiento.

El avión Gulfstream G550 de las Fuerzas Aéreas mexicanas llegó a Bolivia y recogió a Morales. Para ese momento, la espera ya era tensa en el aeropuerto de Chimoré. El líder político esperó en lo que pudo ser una “tragedia”, según dijo el propio canciller Ebrard, porque el ejército y grupos adeptos a Morales estuvieron a punto de enfrentarse en el lugar.

Sin embargo, para el retorno, el gobierno de Perú canceló el permiso para que la aeronave mexicana pasara por su territorio.

El gobierno mexicano entabló pláticas con Paraguay para que el avión pudiera recargar combustible en el aeropuerto de Asunción. Ahí esperaron Evo y sus colaboradores cuatro horas, hasta que la cancillería mexicana acordara ocupar el espacio aéreo de Bolivia.

Paradójicamente, las negociaciones las destrabó José Ignacio Piña, el embajador de Brasil en Bolivia.

Las complicaciones se mantuvieron hasta el final, narró Ebrard, pues Ecuador también retiró el permiso para ocupar su espacio aéreo y dijo que tendrían que revisar el avión.

El viaje al final duró más de doce horas, rodeó Ecuador y la única salida que tuvo Evo Morales fueron aguas internacionales, hasta llegar a México.

La polarización

El líder político llegó a las 11:09 de la mañana de este martes a México, pero el cobijo del gobierno mexicano contrastó con el ánimo de mucha gente en las calles de la capital.

Los discursos racistas permearon en la discusión pública. Como el de un hombre que, al ver salir a Evo Morales en las camionetas blindadas del hangar, gritó: “¿Todo eso por un chundo?”

Gabriela García, conductora de un taxi, contaba por la mañana que no está de acuerdo con que el gobierno mexicano acoja al líder boliviano, y mucho menos que se lo hayan pagado. “Yo hace cuánto que no voy a Acapulco, a mí nadie me paga mis viajes”, cuestionaba.

Luego, concluyó con desprecio: “el indio y el viejito se van a llevar muy bien”.

A un par de kilómetros del evento donde se recibió a Morales y a sus colaboradores, elementos de la extinta Policía Federal tomaron las vías de acceso hacia el aeropuerto de la Ciudad de México. Los expolicías provocaron caos y duros enfrentamientos con las autoridades capitalinas. Fuerzas como las manifestantes son parecidas las que provocaron la salida de Evo Morales.

Este 12 de noviembre fue un día en el que las dos cámaras del Congreso fueron bloqueadas para evitar votaciones y que cerró con la toma de la tribuna, reclamos y jaloneos en el Senado durante la protesta de Rosario Piedra Ibarra como nueva defensora nacional de derechos humanos.

El desgaste de Evo

La periodista Diana Cariboni, experta en la geopolítica latinoamericana, explica en entrevista que “de ninguna forma se debe entender a Evo Morales como un dictador”.

Morales, dice, tiene una gran popularidad y un respaldo importante en su país. Aunque también relata que muchas de las políticas extractivistas de su mandato perjudicaron a su electorado, por lo que el gobierno tuvo mucho desgaste durante el mandato prolongado de 13 años.

Cariboni destaca que Morales fue “incapaz de conformar un líder que lo sucediera” y eso terminó por ser la principal demanda de sus opositores. Y aunque la oposición está desdibujada, ciertos grupos de la derecha más conservadora aprovecharon el momento para dar un golpe.

— ¿Cuál es el papel del ejército en la situación política que vive el lugar?

-Los que encabezan el golpe dentro de las fuerzas de seguridad es la policía, ellos fueron los que desde un principio desacataron las órdenes del gobierno de Evo Morales.

Cariboni explica que aunque los militares sugirieron la salida de Morales de la presidencia, las fuerzas policiacas estuvieron desde el inicio en las calles, hombro con hombro, con organizaciones de derecha. También, asegura, la Organización de Estados Americanos abonó a un ambiente de incertidumbre después de las elecciones de octubre pasado.

Cariboni resume el mandato de Evo Morales de forma positiva: logró una estabilidad política sin precedentes en la nación andina; el crecimiento de la economía en Bolivia fue de los más relevantes en el continente; redujo la pobreza; zanjó la brecha de desigualdad; dio mayor cobertura de en salud y educación.

Entre las cosas positivas, Cariboni también rescata la nacionalización de las reservas gas. “El saldo de la mayor parte de su gobierno fue bueno. Como una experiencia de la izquierda positiva comparada con otros gobiernos de la región”.

En contraparte, dice, está “el modelo de desarrollo que se relaciona con la con la explotación excesiva de los recursos naturales”

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