«Ya hay demasiada sangre corrida en Tila»

«Ya hay demasiada sangre corrida en Tila»

El conflicto por el territorio se aviva en el Ejido Tila. En entrevista, una ejidataria acusa que pobladores vinculados con un grupo paramilitar les hostigan y atacan mientras que los ejidatarios del gobierno autónomo defienden el territorio por mandato de asamblea

Texto: Daliri Oropeza de Pie de Página

Fotos: Alejandro Reyes / Colectivo Radio Zapatista

María Gutiérrez* responde la entrevista telefónica desde el patio de su casa, en el Ejido Tila, Chiapas. Este pueblo ch’ol está enclavado en las montañas, entre brechas y ríos, con niebla entre grandes paredes verdosas que son las cañadas, que dan un aire fresco particular. Una parte privilegiada de la selva que desemboca a Tabasco.

Es un lugar hermoso, dice, “aunque es un pueblo muy lastimado”. Ella es ejidataria ch’ol, nacida en los años 80. Asegura que desde entonces le ha tocado vivir y sentir en carne propia el odio a quienes “somos indígenas, pobres, y los ejidatarios”. Se escucha un bebé cerca de su respiración mientras platicamos.

“Crecí en una casa muy pobre, muy humilde. En donde no faltaba el frijol, la tortilla y un fuego en donde agarrar calor. Nuestro fogón siempre estaba con fuego. Para quitarnos el frío. Era un lugar muy hermoso antes de que nos empezaran a dividir, que nos empezaran llamar ignorantes. Antes de que empezaran con su avecindado a vivir aquí”.

El temor que tienen hoy los ejidatarios de Tila es porque les están culpando de un enfrentamiento. Los avecindados o pobladores, como los llama María, difundieron un comunicado donde acusan que el pueblo ch’ol bajó a la cabecera municipal con machetes y los atacó.

María asegura que cuando acudieron a quitar un bloqueo fue la provocación de los avecindados y pobladores. La ejidataria señala que este grupo de pobladores, relacionados directamente con la organización Desarrollo, Paz y Justicia, difunde mensajes culpándolos en redes sociales y con amenazas de que van a ir por los líderes o cabezas de los ejidatarios.

En la última semana el conflicto en Tila ha dejado cinco personas asesinadas.

El problema en Tila

El problema de Tila es que no hay un fundo legal para la cabecera municipal, el palacio, la escuela, y todo lo que éste contempla legalmente. El fundo legal es una porción del ejido destinada legalmente para que los pobladores vivan. En 1959 se midió una porción que se iba a destinar al fundo legal de la cabecera municipal, pero eso no aparece en el plano original.

En 1965, el presidente municipal realizó trámites para reconocer 130 hectáreas como fundo. En 1969 le dieron su carpeta básica donde no aparecía. Sin embargo, del ayuntamiento falsificaron los documentos y los mapas. Pero los ejidatarios no hablaban español, y no se enteraron de lo que exactamente les dieron.

Desde 1971, las autoridades municipales empezaron a vender las tierras en contra de los ejidatarios, sobre estas supuestas hectáreas donde colocaron la cabecera municipal. Ahí se asentaron personas que son conocidas como los avecindados, a quienes las autoridades les vendieron terrenos de este fundo. Podían ser personas externas, comerciantes, personas de distintas religiones, o mismos descendientes de habitantes de Tila, que no tienen derecho sobre la tierra al no ser ejidatarios.

Una comisión de ejidatarios viajó a Ciudad de México. Ahí, recuperaron un plano donde no aparecen las hectáreas del fundo legal.

En 2013 la SCJN les dio la razón: el ayuntamiento no tiene tierras; 836 ejidatarios recuperaron sus derechos territoriales. Pero ya están asentados los avecindados o pobladores en la comunidad, ya pagaron por la tierra. Esto es parte del problema que viven hoy como pueblo ch’ol.

El Ejido Tila definió en 2015 por mandato de la asamblea, sacar al ayuntamiento de la cabecera y retomar su modo de vida ch’ol bajo usos y costumbres. Desde entonces, el territorio tiene cuidados de los ejidatarios, que entienden que es un lugar de paso, tanto por las visitas al cristo negro, como de salida desde el bosque, por la selva hasta el mar.

El problema no es solo de la tierra y la propiedad, o agrario, sino que por esa propiedad han intervenido grupos armados de manera ilegal solapados por las autoridades del ayuntamiento, o por el ejército, por más de cuatro décadas.

Disputa por el paso y por la tierra

—¿Es un conflicto entre comunidades?

—Mi pueblo es paso, es camino que se ha cerrado a… —hace una pausa pronunciada —a soportar el narcotráfico, a tener que soportar la impunidad, la violencia. Desde que se declaró autónomo, se trata de que ya no sigan causando más daño, y se cerró el paso.

Tienen una idea, un concepto de progreso distinto al nuestro —dice María refiriéndose al grupo paramilitar que resurgió (como otros grupos paramilitares en distintas regiones del estado) después del anuncio que hizo el EZLN de la expansión de sus gobiernos autónomos. — No entiendo por qué pelearnos entre nosotros, ya hay demasiada sangre corrida en Tila, con nuestros hermanos ejidatarios. Ha sido derramada por avaricia, por codicia de poder. No es por el progreso. Prueba de ello, la actual cabecera municipal: en donde se fue a refugiar el cacique Limber. Sigue igual. Tal vez ya lo adornaron más, porque tienen que aparentar que sí hay progreso. Pero no hay universidades ahí para los pueblos indígenas. No hay programas que vayan a impactar en las comunidades. Que nos ayuden a recuperar ese amor a la tierra, esas ganas de cultivar la tierra, tratando que la tierra siga produciendo, eso debería ser el progreso. Tratarnos o ayudarnos entre hermanos. Intercambiar nuestros productos.

Pero para ellos no es progreso. Es retraso. Ignorancia. Pobreza.

María se refiere a Limber Gregorio Gutiérrez Gómez, que ha sido presidente municipal de Tila tres veces, más una vez su esposa y otra su ayudante. Cinco periodos al hilo.

—¿Desde cuándo actúan fuerzas paramilitares en Tila?

—Tengo memoria de lo que mis abuelitos contaban, lo que vivían cuando iban al campo. En términos de campesinos, cómo venadeaban a la gente. Tal vez los ataques no eran masivos, pero eliminaban a nuestros compañeros que sabían que podían rebelar a la gente. Que podían causar revuelo con los caciques. A partir de ahí, hemos escuchado siempre, mis padres y yo, hasta la generación de hoy en día, escuchamos que actúan por debajo del agua, entre las sombras, para dividir.

Siempre en las sombras. Infiltrados. Muchos términos para describirlos, tal vez no los vemos en camiones grandes, como en el último ataque muy fuerte, fue en tiempos del gobernador Pablo Salazar. Cuando echaron a todos los militares y se dio la gran masacre en nuestro pueblo.

A nosotros con nuestra autonomía nadie nos escucha, no tenemos aliados, solo enemigos que quieren acabar con nosotros.

María habla de la gran masacre ch’ol, uno de los episodios más cruentos que ha vivido el Ejido Tila entre 1995 y 2000 a manos del grupo paramilitar Paz y Justicia. Entró el ejército y apoyó directamente su actuar en el municipio y en la región. En ese momento lo que estaba en disputa no solo era el territorio sino la esclavitud con los caciques dueños de tierras ganaderas, de café, o mismas organizaciones creadas por integrantes de la comunidad que se afiliaban al partido político del momento. En esa época en Tila ya no había caciques como tal. Los ganaderos estaban en municipios como Playas de Catajatzá, y la gente de Paz y Justicia se alió a ellos. Los finqueros (aliados con Paz y Justicia) estaban en Palenque, Yajalón y Salto de Agua. 

En la gestión de Pablo Salazar Mendiguchía (2000 a 2006), aprehendieron a los líderes del grupo paramilitar llamado Paz y Justicia, encabezado por Samuel Sánchez Sánchez, quien continúa en el penal del Amate. Sin embargo, la estructura paramilitar persiste entre los avecindados del ejido. Sin embargo, la estructura paramilitar persiste entre los avecindados o pobladores del ejido. También existe entre algunos ejidatarios, tanto del ejido de Tila como de otros ejidos del municipio de Tila. Cuando hablamos de Tila, hablamos del conjunto de tres entes distintos: el ejido, la cabecera municipal  y el municipio.

División del pueblo y el territorio

—¿A qué responden los últimos ataques que recibieron como pueblo autónomo?

—Desde que se fue el ayuntamiento del Ejido. Desde el gobierno de Pablo Salazar, inician a atacarnos más y más. Hacen cacería de quienes podrían ser nuestros líderes, quienes se veían con actitudes para ayudarnos a ganar nuestra batalla por la autonomía.

A partir de ahí el ejido comienza a sentir más duros los golpes. Por eso se armó de valor para sacar al ayuntamiento de la cabecera municipal. Se incendia el ayuntamiento. Se quema la biblioteca. Se hacen actividades que fueron por tanto enojo, por tanta frustración que teníamos. Ya que nadie nos escuchaba ni nos ayudaba. Solicitamos ayuda pero nunca fuimos escuchados.

Porque nuestro problema era agrario, no entre personas. Sin resolución federal, no iba a proceder. Es cuando la Corte nos da la razón, que el Ejido se dio cuenta que era momento de tomar cartas en el asunto.

Mucha gente no lo ve así. Nos ven como ignorantes por quemar una biblioteca, por derrumbar un ayuntamiento con documentos de la presidencia municipal. Nos culpan de que el municipio sale limpio cada que le hacen una auditoría. Siempre ha sido así, luchar contra el ayuntamiento que nos mantiene en la pobreza.

En ese entonces, se va el ayuntamiento y a partir de ahí inicia este conflicto entre pobladores o avecindados y ejidatarios.

Como ejidatarios nos toca el trabajo difícil de coordinar al municipio. Tratar de dar los servicios, como la recolección de basura. Se hizo, se logra, pero muy pocos ayudan.

Los pobladores avecindados se sienten indefensos porque, por fin, se había ido el ayuntamiento. No había quien aplastara a los ejidatarios. Esos pobladores avecindados una tras otra mentira han sembrado en nuestro pueblo. Dicen que nosotros queremos robar sus casas, quemarlas, que queremos desaparecerlos. Eso es un problema que no está en manos de ellos, ni de nosotros. Está en manos de federal.

Basta que sigan repitiendo la mentira, no queremos sus propiedades. A nosotros nos quitaron nuestras tierras y eso que queremos recuperar.

Desgraciadamente no falta gente que nos engaña. Que queriéndonos ayudar nos han tratado de engañar. Y por eso, ya no confiamos en nadie. Tememos decir algo porque ya no sabemos dónde está el enemigo.

Hemos tratado de dialogar. Pero en las traducciones no lo dicen tal cual nuestro sentir, y esta es la confrontación entre los avecindados y ejidatarios. Queremos paz a nuestro pueblo, no más abusos de la autoridad, ni que metan drogas al municipio.

Ellos no quieren unirse con nosotros, dicen que somos los agresores, que somos tercos que no queremos entender, que no queremos progreso.

Varios de los pobladores avecindados se han acercado a la asamblea pero terminan con burlas rompiéndola. El según comisariado legal fue nombrado a través de firmas apócrifas, y así lograron dividir la asamblea. Los enfrentamientos han sucedido en el Limar y en Petalcingo.

—¿Los avecindados que les acusan a ustedes como ejidatarios están ligados a los partidos políticos o a grupos paramilitares?

—Así es. Uno de ellos, el que lidera es Francisco Arturo Sánchez. Es hermano del profesor Samuel Sánchez Sánchez, preso en el Amate no por asesinato como debería, aunque sí por tráfico de armas y otros. Ellos son los líderes paramilitares de Paz y Justicia.

Ya han pasado por esto, ya saben cómo operar. Desde cuando lo han hecho, ellos han vivido lo que es estar preso. El maestro que está liderando el grupo paramilitar en la actualidad, Francisco Arturo Sánchez, debiera como maestro de educación indígena ayudar a los pueblos en vez de dividirnos. En lugar de que nos enseñe la unión para lograr el verdadero progreso.

El profesor que está detenido, Samuel Sánchez Sánchez, fue primero líder sindical de su comunidad. Era profesor, que estuvo en las capacitaciones que dieron a maestros rurales para defender sus derechos laborales. Los profesores Manuel Hernández, Jacobo Nasar, Pedro Fuentes crean una organización llamada  Solidaridad Campesino-Magisterial (Socama). Samuel se suma al proyecto a través de Pedro. Con ella, comenzó a bajar recursos del municipio para supuestos programas para el campo, para la siembra del café o para capacitar a los trabajadores. Cuestiones que nunca sucedieron. De ahí se comenzó a aliar con los partidos políticos para cambiar firmas por dinero.

Autonomía incómoda

—¿Cómo el ejido Tila logró su autonomía?

—Afortunadamente cuando el ejido determina en asamblea sacar al ayuntamiento de la cabecera municipal, vamos todos a confrontarlos. Ya estaba prácticamente vacío. En ese momento, el pueblo sacó todo lo que había adentro, y dejó vacío para que ellos no regresaran.

Nosotros no tenemos estrategias, ni de guerra ni mucho menos políticas que nos permitan saber qué es lo que hay que hacer. Solamente por usos y costumbres sabemos que para hacer valer hay que hacer el esfuerzo colectivo, de otra manera no entienden. Porque enviamos cartas, solicitudes de ayuda, y nunca nos escucharon.

Se anunciaba que el ayuntamiento estaba atacando a nuestra asamblea y al ejido. Y nadie respondió al llamado.

Nosotros por usos y costumbres tuvimos que hacer lo que sabemos hacer. Porque el ayuntamiento solo fomentaba actividades que dividían a la asamblea. Se formaron grupos. Nunca quiso lograr que el avance del pueblo fuera parejo, todos por igual.

El ayuntamiento actuó con falsas promesas. Hacían firmar documentos apócrifos a nosotros como habitantes del ejido. Decían que era para darnos programas y apoyos. Cuando en realidad, lo único que usaban las firmas era para afiliar a partidos políticos.

El Ejido de Tila ya se hartó de andar firmando papeles. Los sellos, las firmas, todo lo peleaban para otras cosas. Por eso ya no queremos partidos políticos ni al ayuntamiento. Así empezó una lucha incesante contra el Ejido.

Así empezaron a desprestigiar a los ejidatarios que decidimos por la autonomía. Dicen que somos ignorantes, que no queremos el progreso. Que somos tercos, que no entendemos, a la hora de que se pida una universidad, o se pida ayuda para el hospital o el centro de salud.

Para nosotros como pueblo, es difícil saber qué está bien y qué no está bien firmar. No siempre sabemos qué nos dan a firmar las autoridades cuando nos dan un apoyo. A través de esas mentiras, colectaron copias de credenciales, firmas, que nos hacían dividir más.

Los perredistas nos decían “nosotros tenemos sus credenciales”, y luego los del Partido Verde nos decían que también. Y así nos fueron capturando entre partidos. Luego comenzaron a usar fuerza excesiva contra ejidatarios, sobre todo los que están en contra del ayuntamiento.

A los enfermos se les trata con desprecio, discriminación. No hay servicios de salud. No hay médicos. No hay apoyos para trasladar enfermos. No nos dan servicio porque no hay traductor y no entienden qué tipo de dolores tenemos.

Los pobladores avecindados usan las omisiones del Estado para decir que es nuestra culpa que no haya servicios. Pero entonces de qué sirven los partidos o el ayuntamiento. Por eso decidimos no más partidos políticos, no ayudan en nada. Solo se quedan las credenciales y luego decían que éramos su gente, que estábamos con ellos. Y lo único que queríamos era ayuda. Que si nos daban cualquier tipo de servicio nos lo dieran, sin firmar nada. Ellos nos dividieron. Y los partidos políticos los trajeron a los avecindados.

—¿Por qué la autonomía de Tila es incómoda para el grupo Paz y Justicia? 

—Les incomoda porque ya no pueden hacer los atropellos a los que estaban acostumbrados. Ya no pueden recibir y quedarse el dinero que llega al ayuntamiento. Los que en términos caxlanes (mestizos) les dicen aviadores, que son personas que por haber sido ser operadores políticos, reciben dinero del ayuntamiento, les duele que ya no lo tienen.

Les duele que porque nosotros somos autónomos y nos regimos por uso y costumbres, el cacique ya no puede pasar droga una y otra vez, a diestra y siniestra por nuestro territorio. Esa construcción de la carretera que presumen va a traer progreso a nuestro pueblo no es más que para esa bandada de narcotraficantes pasen sin problema, y que no puedan detener sus carros. La  carretera le ponen miles de pesos en rehabilitación, y sigue igual o peor.

Les duele que seamos autónomos porque ya no nos vamos a dejar engañar. Ni caer presas para que nos estemos peleando unos con otros. Que una comunidad se ensangrente con otra comunidad. Y nada, ellos tranquilos ganando a través de la ola de sangre de nuestros hermanos ejidatarios. Eso es lo que les duele.

Su dolor es que ya no pueden comercializar con la sangre de los hermanos ejidatarios. Les duele que ya no nos puedan explotar como nos explotaban antes. Los bultos de café, de maíz que producíamos, nos los compraban a precios tan bajos y miserables, que nos hundían cada vez más en la pobreza.

Les duele que ya no caemos en sus mentiras de que el progreso viene con el ayuntamiento a nuestro municipio. Ese es su dolor. No es el progreso.

La esperanza de defender el territorio

—¿Cuál es la conexión que tiene el pueblo Ch’ol con su territorio? ¿Cómo lo recuperaron?

—Sabemos que ha costado sangre a nuestros hermanos recuperar nuestra tierra, por eso lo vamos a defender con nuestra vida. No nos importa perder la vida por proteger nuestra tierra.

Los ch’oles amamos nuestra tierra. Cada que vamos a la montaña, cada que vamos a la milpa, sabemos que vamos en un camino de paz y tranquilidad. Sabemos que nuestra tierra tan bondadosa es que nos va a dar fruto. Que siempre va a haber una calabaza que recoger, que siempre vamos a tener plátano, frijol, maíz. Que nunca nos va a hacer falta la tortilla o el pozol. Es la tranquilidad de ir y venir, a través del río y la selva. El ch’ol entiende que la tierra produce, pero también hay que dejarla descansar, tampoco se le puede explotar.

El ch’ol da gracias cada vez que hay cosecha de maíz. Da y pide, Da gracias a la tierra. O al creador. Y tenemos varios rituales relacionados con la tierra, por ejemplo en tiempo de sequías. Cuando vemos muy dura la lluvia, ofrecemos al agua sal y velas. O rezamos y le pedimos al creador por agua. También tenemos nuestros rituales cuando enterramos gallinas para ofrendarlas a la madre tierra, y les damos aguardiente después de darnos la cosecha.

Tenemos rituales de sanación. Tenemos mucho que nos han querido quitar, como nuestra lengua, nuestras escuelas. En lugar de que entiendan que la lengua es motivo de orgullo. Como en mi caso me enseñaron, que el kaxlan se burla de ti. Eso nos quieren quitar, pero el ch’ol sabe que no loo podemos perder.

Solía caminar con tranquilidad para ir a mi milpa, es un pedacito de terreno que fue heredado por mi mama, no tengo gran terreno. Muy pequeñito, en el que tratamos de sacar los productos para comer, chayote, calabaza, hortaliza, cilantro, nuestro maíz. Lo que podamos comercializar.

—¿Que esperanza les anima a seguir defendiendo la autonomía y el territorio del Ejido Tila?

—Tenemos la ilusión de recuperar lo que era nuestro. Tenemos la ilusión que regresen las costumbres de respeto, donde no te hacían menos por ser ejidatario, por ser ch’ol. Tenemos la ilusión de que todos nos abracemos como lo hacíamos antes. Antes de que nos hicieran creer que nosotros somos menos. Tenemos la ilusión de ver a Tila florecer. Unidos. No divididos. No con sangre en nuestras manos ni en nuestras consciencias.

Nosotros como ejidatarios tenemos conciencia. No somos desalmados. Sabemos que quienes provocan e incitan a la violencia lo hacen para que se derrame nuestra sangre y no la de ellos.

Tenemos  la ilusión que con alegría los niños salgan a jugar. Tenemos la ilusión de que la tierra vuelva a ser productiva. Que no nos engañen con los programas de gobierno, donde nos meten maíz modificado trangenicamente. Perdemos todo. Queremos que nuestros ríos sigan limpios. Queremos  que todos tengamos lo mismo, nadie más y nadie menos, para que no hayan diferencia. Queremos seguir siendo hermanos. Sin importar credo.

No queremos más sangre, tampoco. Lo hemos vivido. Cada vez que oímos un balazo, tiembla todo nuestro cuerpo. Se estremece. Queremos salir corriendo.

En ese momento lloramos.

Irnos a las montañas, meternos a las cuevas. No sabes qué feo se siente. Queremos poner nuestros cuerpos encima de nuestros hijos para que no les lleguen las balas. Nuestras casas sí las atraviesan las balas, no son de concreto. Eso mucha gente no lo entiende. No somos desalmados.

Nos quieren hacer ver como tontos, ignorantes, necios. Nosotros no tenemos maldad. La maldad ellos nos la meten. Nos dicen que somos malos, porque no comprendemos las formas egoístas en que ellos consiguen y hacen su mentado progreso.

Eso no es progreso.

Nuestras manos lo único que saben hacer es sembrar la tierra. Los ejidatarios qué van a saber de redes sociales, de usar la tecnología. Que nos amenazan desde ahí. Quienes le sabemos queremos alzar la voz sin temor de que vayan a matar a nuestras mamás, nuestros hermanos.  Queremos recuperar la paz en nuestra tierra. Que nuestra tierra vuelva a florecer. No queremos otra cosa.

¡Ya basta de que sigan diciéndonos que nosotros como ejidatarios queremos pobreza, ignorancia!

Por ejemplo, el EZLN. Ellos nos inspiraron que lo único que hay es pelear por nuestra tierra. Es la única manera de recuperar lo nuestro. Nos enseñaron a decir con orgullo: soy ch’ol, soy indígena.

Los ejidatarios protegemos lo que es nuestro no buscamos acabar con la gente, lo que queremos es paz y tranquilidad, no queremos falsas ideas.

Así nos mantuvieron engañados por mucho tiempo. Ya basta de amenazar al ejido el ejido no está haciendo nada indebido.

*María no es su nombre real. La entrevistada eligió llamarse así por cuestiones de seguridad.

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