Viaje a India II

AE DUBAI

 

 

A mi pequeño y amado Matías Alejandro

 

Pues sí. Resultó que la Planeta Tierra es redonda. Usted puede viajar en direcciones opuestas y encontrase en un mismo punto… No puede escapar de lo que está sucediendo o de lo que creemos que está sucediendo, así como para la Tierra es inevitable  trasladarse, girar y girar contra su voluntad sometida a las Leyes de la Física. Así que salir de una pequeña ciudad del sureste mexicano, saltar el charco y llegar al País de las Especias en sentido contrario puede ser interesante. Es interesante.

Después de subirse a un avión y volar de América Latina a la llamada Unión Europea para bajar y aterrizar en un país de Asia, resulta más complicado negar que el mundo está organizado y regulado por un sistema llamado Capitalista. Más si sabemos que detrás de su plan de viaje están más de 500 años de experiencia y avances científicos y tecnológicos para que a mi pequeña maleta la trepara en un aeropuerto internacional chiapaneco a un bikit shulem tak’in (avioncito) de la hasta ahora empresa Aeroméxico  y recogerla después de volar casi 20 mil kilómetros en  Hayderabat en India haciendo escala en el cuarentón aeropuerto  Charles de Gaulle y el bestial aeropuerto de Dubái tras volar en un mucta shulem tak’in (aviónote) de la aerolínea de Emirates. El formato, los códigos y señalamientos son convencionalmente iguales y el inglés el idioma franco, dominante.

Para empezar bajas en el carísimo trasporte de la Cristóbal Colón al aeropuerto internacional de Ángel Albino Corzo. Vas por tu pase de abordar Tuxtla – México, México – París. En el mostrador consultan tu boleto, tu identificación y los trabajadores se clavan en la compu. Ahí está todo. Después pasas los sistemas de seguridad a la sala de espera para subirte al democrático, viejo y destartalado avioncito de Aeroméxico. Hasta ahí no son muy notorias las clases sociales       -que en verdad existen-, pero si las pendejadas de un inexperto viajero al que tuvieron que ir a buscar pues estaba sentadote en otra sala tratando de adivinar los códigos en el pase de abordar: Neim, from, to, flai, bording taim, gait, clas, sit. De la que me salvé.

En el airoport la gente se comporta y se mueven como en las pelis. Como que se les sube eso de ai am of mucho mundo. En el jetecito las sonrientes y uniformadas aeromozas  derrochan lo aprendido en los entrenamientos para la atención al cliente pasajero: Buenos días, bienvenidos, le podemos ofrecer algo. También aprendieron a mandar y dar indicaciones enérgicas si usted no ha obedecido las reglas de seguridad para el despegue o el aterrizaje. Les aburre repetir protocolo de seguridad. Por fin después de las maniobras para que el falo alado esté en posición de arranque se desliza por la pista y el viejo guajolojet  Embraer RJ145 se sacude como si fuera el destartalado guajolotero y viejo autobús de la Lacandoña de por allá de 1970.   Entonces surcas los aigres. Un poco  a la derecha hacia el Golfo de México, luego enderezan el rumbo y lo tuercen otra vez para sobrevolar las trazas luminosas de los poblados mexicanos hasta llegar a la horizontal Ciudad del Anáhuac – México, uno de los pueblotototes más grandes de il mondo que se ha desparramado hasta los confines para dar cobijo y residencia a más de 20 millones de mexicanas y mexicanos. Ahí convive la Sociedad del Poder, las familias más ricas y la pútrida Clase Política junto con millones de pobres de este país. Así que no se le puede negar su carácter plural, multicultural y pluriclasista. Ni ser el país con el sistema de transporte más horizontal, democráticamente masivo, con roses y aromas corporales gratis llamado Metro. Es sorprendente la enorme mancha luminosa, como lo es la densa y espantosa nube parda de contaminación que la cubre. Manque dicen que la mega ciudad está a punto de reventar… funciona con todo y los gobiernos sucesivos del PeRDeré.

Aterriza el guajolojet en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México – Benito Juárez – T2. Te dan las gracias por tu preferencia y las indicaciones para la conection en su caso. Sales y te dedicas a leer una o dos palabras y a seguir la flechita correspondiente para encontrar la conection de México a la Ciudad Luz, ahora con una contingencia ambiental gris de Primer Mundo. Fácil te chingas dos horas en la operación y pasar las absurdas y exageradas medidas de seguridad. Policías federales muy madres, observadores, perros entrenados por aquí por allá, cámaras de RX que revisan las maletas, “arcos” que te escanean y luego una mujer lo hace con detector en mano: ¡Regrese y espere detrás de la raya!, ordena. Levanto las manos. ¡Baje las manos!, ordena. Las bajo poniendo cara de inocente. Me escanea y paso el retén. Ches batos, como si no supiéramos que por ese agriopuerto circula de tocho y no precisamente por los puestos de revisión.

Cuando vienes a ver ya estás montado en un guajolo-to-te-jet de Aeroméxico, un Boing 787. También el perfil de las aeromozas y aeromozos ha cambiado. Es muy interesante su rol. Todas/os en sus puestos. Te reciben en la puerta con una sonrisa, te ayudan a ubicar tu sit; te dan instrucciones de seguridad; en chinga te sirven los bocadillos, recogen las mesitas, los desperdicios y la basura y al final te despiden. A los pilotos ni los ves y sólo escuchas que balbucean con flojera las características del vuelo, tiempo estimado, altura y velocidad.

Los espacios son una delicia de diseño y funcionalidad, y la teoría de máximos y mínimos se aplica con rigurosidad. Todo lleva su sello de clase. Te hacen pasar por el área que corresponde a los servicios premier, plus, gold o silver. Ahí predomina el espacio mínimo con un  máximo de confort. Sus ocupantes ni te pelan o ponen cara de fuchi. Después de traspasar un espacio técnico y a veces un sanitario unisex, el apartjaid con la economic clas se materializa cuando la o el sobrecargo corre una espantosa cortina. Llegas al espacio de la Clase… V (por poco me mandan a la Z), Es decir onde vamos, al menos, el 90% de las/os pasajeras/os marros o de plano de lo que la banda llama la perrada. Ahí prevalece el uso máximo del espacio con el mínimo de confort. Tres filas en la panza del Boing. Dos de tres y una de cinco. También el Boing 787 va hasta la moder. ¿Ondi está la crisis? En tu lugar encuentras una piche almohadita, una cobijita y una bolsita con chunches de limpieza bucal, los audífonos y unos cubre ojos. Te avisan que mientras sube el pasaje, la nave está siendo cargada de combustible. Si leyó bien. La fórmula es simple: di taim is gold. El cálculo debió ser sin madre  acompañado con eficiencia técnica. Además pa’qué putas están las aseguradoras. Así que en una de esas puedes volar directito, sin necesidad de pasaporte y pre cosido al infierno.

Tomas tu asiento y tienes frente a ti una tablet y empiezas el entrenamiento de picarle hasta lograr tu objetivo distractor. Por ahí pareció la peli de Cuarón, la ganadora de Oscares y resultó ser un churrito virtual mexicano de suspenso en el espacio exterior.  Ahora se trata de volar unos 11 mil kilómetros a pinche mil metros de altura en 10:50 horas sobre el turbulento Atlántico defendiéndote del ruidoso aparato y del implacable clima artificial de la nave. Deaperturas a las 10:45 pm y arribas a las 4:35 pm (más 1 día). En su momento llega la cena y los malabares para comer en el incómodo espacio mínimo necesario de la mesita plegable. En Aeroméxico la bolsita de los cubiertos contiene cuchara y tenedor de metal y un cuchillo de plástico. Si es por cuestiones de seguridad probé doblar los dientes del tenedor metálico y fácilmente se puede convertir en un arma efectivamente peligrosa. En fin. Por otra parte, un atento sobrecargo me comentó que se llega a desperdiciar hasta el 70% de la ración que es acompañada con productos de una de las empresas más grandes del mundo. Adivinaron, la que produce las aguas negras del imperialismo. A saber que hacen con todos los plásticos.

Total después de brincar el charco llegas al cuarentón aeropuerto Charles de Gaulle (CDG) inaugurado el 13 de marzo de 1974. Cuentan que recibió su primer vuelo que partió del John F. Kennedy. Sin duda fue un acto simbólico de las potencias aliadas en la II Guerra y III Guerras Mundiales, aliado también en la invasión a Malí, África en enero de 2013 y sin duda en el actual conflicto ucraniano. Su arquitectura es circular y fue diseñada por Paul Andreu. Según datos en la revista de su  aniversario, la construcción duró 10 años (de 1964 a 1974) y 10 millones de pasajeros  habían usado el CDG en los primeros cinco (de 1974 a 1979). Como ven, preguntando no solamente se llega a Roma, también a las afueras de Paris. Desciendo de la nave y voy siguiendo flechitas en busca del mostrador de Emirates. Por ahí encontré un mostrado en la que estaban tres trabajadoras, una media negra, otra media blanca y otra que parecía media mexicana. Me acerqué a la negra y le pregunté mostrando la impresión del boleto. Me contestó, creo que en Inglés. Le dije que hablaba español. Me quedó viendo y puso una cara de… otro bajado a tamborazos. Luego pareció conmovida y me habló en su español, buscó en la compu y me dio los pases de abordar de París a Dubái y de Dubái a Hyderabad. Entonces a moverse guiado por flechitas y preguntar onde salía un trenecito que me llevaría a la sala de espera donde abordaría mi avión. Las rutas del trenecito de la terminal aérea están diferenciadas por colores. Tomé el correspondiente y llegué a mí destino. En el lugar tuve que esperar el resto de las cinco horas. El edificio está deteriorado, gris, sucio y falto de mantenimiento. Colgaban del techo unas ridículas lámparas de colores. Recordaba al Aeropuerto Internacional de Tuxtla y se hacía cada vez más chiquito. Se pone el sol y mi brújula no me orientaba ni en tiempo ni espacio.

Para entonces ya tenía idea de los laberintos aeroportuarios y estaba a las vivas. Cada terminal aérea está diseñada para brindar todos los servicios: carritos maleteros, carriolas para las/os niñas/os, sillas de ruedas para el que los ocupe, etc. Recorriendo el lugar para matar el tiempo vi los compartimentos para los fumadores. Los adictos entran y charlando se meten su dosis de nicotina. Estratégicamente ubicados están los sanitarios. Comercios de todo. Ahí puede encontrar la comidas fast trak, cafés, drinkes, sanguiches y los baguetes más caros del mundo. Regalos de todo tipo: joyerías bajo la mirada vigilante de una grandonota negra policía; productos de piel, peluches, libros, revistas. Es notable la realización última de la mercancía en esos enormes centros comerciales. En la caja de cada negocio sus maquinitas tienen la herramienta para hacer la conversión y cobrar en dólares o euros. Capitalismo y libre mercado neoliberal puro. Pesos mexicanos… ni soñarlo. Sólo en la tierra del nopal. ¿Y qué creen? Los migrantes son la mayoría de las/os trabajadoras/es y… ¿Quién hace la limpieza? Pues una mujer negra. O sea ahí se conjugan clases sociales, etnia, nacionalidad, géneros y a saber qué más.

La época del Güai Fai conectó a la mayoría de los viajantes que clavan su mirada en las electromaquinitas. Empresas como la telefonía móvil  han instalado pequeñas torretas con un buen de enchufes donde usted puede cargar su maquinita y estar duro y duro sobre el teclado como un par de jóvenes de rasgos orientales, al parecer japoneses, con vestidos exóticos que  sentados a un metro de distancia comen una enorme torta sin apartar la mirada de sus aparatitos. Sólo en una ocasión voltearon se vieron, se sonrieron para clavarse en su virtual comunicación… ¿Con quién? Capaz que se estaban mandando msjs a un metro de distancia. Por ahí asomó una tercia de jóvenes orientales con una vestimenta más… digamos, llamativa. Se detuvieron y escaneron y viborearon a sus paisano por un buen rato. Al parecer vestir más a la occidental los hace sentir más moderns como pasa con las/os jóvenes tzotziles, las/os chavoschamulabanda que radican en San Cristóbal de Las Casas.   

¡Órale! Recorren el espacio lindas azafatas con rasgos orientales que lucen un conjunto beig con unas delgadas y tenues rayas delgadas más oscuras. La falda se luce con unos tablones en rojo. Portan una pequeña gorra tipo militar estilizada de color rojo y zapatos de tacón bajo en color negro. De la pequeña gorra cae un velo que enmarca su rostro. Una delicada prenda, digamos, arabizada. Son las aerohermosas de United Arab Emirates la empresa que me llevará a Dubái, el país del perverso derroche de recursos. Los aerohermosos no se quedan atrás. Jóvenes europeos, altos, blancos y delgados – que bien pueden ser modelos -, comparten las labores con sus compañeras.

El mucta shulem United Arab Emirates es una Airbus Industries A380-800. El animalón cuenta con tres salas cada una de ellas con tres filas de asientos: en los extremos, dos de tres, y una central con cinco. Aquí se aplica el máximo de pasajeros en un espacio mínimo, o sea que proporcionalmente no le pide nada a un vagón del Metro chilango en horas pico, sin embargo, más confortables que los espacios de los aviones de Aeroméxico.  Después de bording le seguirán 6:30 horas de vuelo y de acuerdo a los datos de la pantallita que nos marca la ruta virtual de viaje  sobrevolamos el norte de Italia, los países que se convulsionaron por la caída del bloque soviético y la balcanización, sobre una esquinita del Mar Negro cerquita del Bósforo y lejos de Ucrania. En un punto las y los aerohermosas/os recorren los pasillos portando unas charolitas entregando pequeñas toallas húmedas calientes y aromatizadas para asearte antes de un drink y del meal non especific que puede ser vegetariano o carnívoro.

Aquí empiezo a notar que la especie más depredadora del Planeta tiene hartas capacidades de adaptación o le hacen trampa. Los metabolismos se alentan. El ritmo de la digestión cambia, no sé si a las raciones le metan algo. En el Palacio Negro de Lecumberri, en el 68, a los alimentos les ponían sal nitro que pa’ neutralizar las calenturas de la  lívido. O simplemente el organismo sabe que no está en su casa y se ajusta a las condiciones o las dos cosas. La especie cada día menos sapiens regresa a sus orígenes promiscuos: duerme y come al lado de desconocidos. Machos y hembras utilizan los mismos dobliu-c y pueden esperar sin pena frente a frente a que uno se desocupe. Si no son familiares sólo se medio miran, no charlan… se clavan en la pantallita que tienen al frente. Ahí las y los humanos son las/os niños y bebés.

Cruzamos Turquía y luego por la orillita mero onde los chingazos tan de a peso, es decir, evadiendo Siria, Irak y Kuwait. Luego volamos sobre las costas poniente del Golfo Pérsico para virar hacia la derecha y apuntar hacia Dubái… malas noticias. El aeropuerto está hasta su moder de vuelos y empezamos a dar vueltas y vueltas como zopes por dos horas. ¡Como chigaos no! Si ese  aeropuerto tiene destinos y llegadas que corresponden a las principales ciudades del mundo. La pantallita de avión nos mostró los racimos de vuelos hacia Europa, África, Asia, Oceanía, América del Norte, y del Sur con destinos en Rio de Janeiro, San Paulo, Buenos Aires y Perú. Están movidos los Emiratos, es decir, con petróleum bailan hasta los difuntos. Total bajamos y de 8 horas ahora tenía que esperar sólo y solo 6.

Uta la magre del agriopuerto de Dubái. Los petrodólares convertidos en derroche de todo: diseño, espacios, acabados, servicios, tamaño. Te desplazan a pie, en carritos, bandas y escaleras eléctricas. Jardines bajo techo, enormes ventanales curvos en forma de rebanada con cristales que presentan mosaicos con trazos árabes. Comercio a lo árabe. No faltan los espacios exclusivos para la oración de los muslim. ¡Cómo no! Estamos en tierras del Islam. En un pequeño país petropróspero en extremo. Las mujeres cubren casi la totalidad de su cuerpo. Las mujeres son bellas y su atuendo diverso me encanta. Hombres barbados imitando al Profeta cubren su cabeza con un gorrito como de bebé que algunos llaman cufi y lucen la larga y holgada chilaba. Otros portan blanca vestimenta y turbante.

Como hay tiempo puedo recorrer parte del inmenso lugar. El modelo capitalista se señorea. Los trabajadores son migrantes. Un changarro de baguetes es atendido por un grupo de mujeres de baja estatura y los rasgos de su rostro como el de las mujeres indígenas de Chiapas. Pido mi baguete, me animo  y pregunto en mi espléndido inglés: Juer is yur from? Filipinas contestó la mesera. Órale wey. Entonces me molesto y reclamo. Pero si fue colonia española por qué no hablas el español. Sonríe la joven y en media lengua me cuenta que su abuela y su madre lo hablaron que ahora hablan inglés o chino. Pues cómo no si arriba tienen al dragón gigante.

Recordando los rostros de las mujeres de India puedo cuestionar con mayor certeza el concepto de los “pueblos originarios” como lo hiciera alguna vez Jesús Morales preguntando: ¿Originarios de dónde? Sin duda, las grandes migraciones de la especie pasaron por Asia. Ahí está la mancha mongólica en las nalgas de los bebés. Quizás la naturaleza y el tiempo se encargaron de moldear esos bellos rostros que también podemos admirar en algunas tierras de la América Latina. Lo sabía, pero una cosa es saberlo y otra, verlo.

Es hora del bording. Primero personas con algún problema de desplazamiento, mujeres con menores. Por acá los premier, golden y silver, por allá los de economic clas. Notorio es que la composición social ha cambiado. Los pasajeros del norte son los menos y los del sur los más. Algunos llevan regalos para sus pequeños hijos. Visten sencillo, son de baja estatura, de piel morena. Son trabajadores hindúes que retornan su tierra. Estamos a 3:30 horas de Hyderabad, el destino final.

Esta vez me enviaron al mero jundillo de un guajolo-to-te-jet Boing 777-200/200ER de Emirates. Comparto asiento con los trabajadores que disfrutan sus reiterados drinkes. Llegamos y tenemos que llenar el formato de migración. Una vez que lo hice dos de los trabajadores hindúes me pidieron que llenara el suyo. El mundo está cortado por la misma tijera me dije. Al tener su pasaporte puede ver que tenían una vigencia de 10 años. Su futuro, como trabajador migratorio, está lejos de casa.

En tierra firme – eso creo – esperaba que mi maleta también anduviera por ahí. Ubicas la banda equipajera y esperas. Pasan maletas de todo tamaño, diseño y color y ahí está la mía sana y salva. A buscar la exit  cruzando los dedos para que esté la persona que me llevará a la ciudad. Ahí estaba el cliente con su letrerito. Con prisa me llevó al taxi. Pretendo subir por el lado derecho y el chofer sonríe. Sorpresa ahí es a la inglesa. El volante está al  revés volteado y el trasladó fue francamente en sentido contrario. Condujo hecho madres en medio del caos vial y claxonazos de lo más impresionante. Ahí ni un taxista chilango la hace. Llegamos al Katriya pero eso será otra historia.

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