Cien Años del Doctor Salvador Nava Martínez

Salvador Nava

 

Decía Bertolt Brecht que “Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años, y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida, esos son los imprescindibles”.

Salvador Nava Martínez luchó toda su vida, por eso se convirtió en el referente de los movimientos populares en México.

Pero no solo luchó toda su vida. Se enfrentó sucesivamente a dos pesos pesados de la política a la mexicana; esa de los intereses caciquiles, del poder político como botín y de la corrupción.

Primero a Gonzalo N. Santos, el famoso creador de las célebres frases “la moral es un árbol que da moras” y “ladrón que roba a bandido, merece ser ascendido” y de la famosa sentencia de los “tres ierros”; encierro, destierro o entierro.

Después a Carlos Jonguitud Barrios, -autoproclamado líder vitalicio del magisterio- creador de la carrera política de Elba Ester Gordillo y quien apenas se enteró de la caída de Joaquín Hernández Galicia “La Quina”, supo que sus días como dirigente magisterial estaban contados.

Es decir, Salvador Nava se enfrentó al PRI en una época en que casi sin oposición, el tricolor si perdía; arrebataba.

Pero si se enfrentó a los caciques regionales más representativos del país, a la estructura partidaria más hegemónica de todos los tiempos; todavía le quedaba una batalla por librar -aún con una enfermedad terminal- contra el último de los todopoderosos presidentes mexicanos. Carlos Salinas de Gortari.

Salvador Nava Martínez nació en San Luis Potosí el 7 abril de 1914; médico oftalmólogo, político y activista social. Ejerció también la docencia en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí desde donde salta a la política cuando uno de sus seis hermanos era Rector y defendía la autonomía universitaria ante los embates de Gonzalo N. Santos.

Breve militante del PRI, en diciembre de 1958 Nava se postuló como candidato independiente para la presidencia municipal de San Luis Potosí, el triunfo le fue reconocido porque su aplastante victoria que movilizó a la sociedad potosina entera, hizo imposible la realización de una fraude electoral.

En 1961 busca la gubernatura que pierde, pero el resultado es impugnado por sus seguidores, agrupados en la Unión Cívica Potosina por lo que el entonces presidente del PRI nacional Alfonso Coronal de Rosal intenta negociar con el Doctor Nava para terminar con las propuestas, obviamente Nava Martínez no cede y le responde: “no existe suficiente dinero para que me compre a mí y compre al pueblo de San Luis Potosí”.

La represión no tarda en llegar y Nava es encarcelado y torturado, regresa a la docencia y a las consultas particulares. Situación que se repite en 1963.

Pero en 1981 regresa a la escena política local fundando el “Frente Cívico Potosino” que aglutinaba a muchos sectores sociales, productivos y políticos potosinos, ganando de nuevo la alcaldía capitalina.

Si la primera victoria sucedió en el auge caciquil de Gonzalo N. Santos, la segunda fue durante la gubernatura de Carlos Jonguitud Barrios.

Pero todavía faltaba la lucha de inicio de la década de los 90 cuando su movimiento lo postula a la gubernatura contra Fausto Zapata Loreto. En ese entonces resiste la presión de Luis Donaldo Colosio presidente del PRI, de Fernando Gutiérrez Barrios, Secretario de Gobernación y Manuel Camacho Solís, regente de la ciudad de México y operador político de Carlos Salinas.

La resistencia civil posibilitó que Zapata Loreto renunciara a la gubernatura solo 14 días después de haberla asumido.

El Doctor Nava fallece el 18 de mayo de 1992. Pero es recordado por sus paisanos como el más ejemplar de sus ciudadanos y un símbolo contra la imposición de gobernantes impopulares.

Su lucha transcendió San Luis Potosí.

Transcendió porque por primera vez México se dio cuenta que se podían ganar elecciones aún en entornos caciquiles como los que vivió el Doctor Nava.

También porque por primera vez en el México contemporáneo diversas corrientes de pensamiento político podían ponerse de acuerdo y movilizarse si el objetivo era el bien común y había autoridad moral en la dirigencia.

La ética política del Doctor Nava -que le sobraba- es lo que lo hace transcender y lo que hace falta ahora que el país se encamina a unas reformas impopulares que pueden modernizarlo, pero no a costa de los que menos tienen.

La capacidad de unir -y no dividir- diferentes ideologías y proyectos políticos que tenía Salvador Nava no se le ve a ninguno de los actuales dirigentes políticos que prefieren someterse a los intereses en turno que buscar el bien común.

Ante esa sequía de líderes auténticos, Salvador Nava es ejemplo imprescindible; recordarlo es reconocer su lucha pionera por la democracia, también que a él se debe la competencia electoral a este país y por ende la primera alternancia política.

 

Twitter: @GerardoCoutino

Correo: geracouti@hotmail.com

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