Endeudamiento estatal y crecimiento económico

Por Baltazar Mayo Mendoza[1]

Mucho se ha hablado del endeudamiento de los Estados, en primer lugar por el abrupto crecimiento presenciado a partir de 2009 que fue de 24.2% respecto a 2008, una cifra similar a la alcanzada en 1998, pero muy por debajo a la obtenida en la crisis de 1994, que registró un crecimiento sustancial de 55%, provocado principalmente por la devaluación de la moneda y la falta de reservas internacionales. Finalmente por los manejos poco transparentes que se le dio a estos recursos adicionales que llegaron en los presupuestos estatales.

Existen algunas pistas que nos ayudarán a entender por qué los estados recurrieron al endeudamiento precipitado.

En 2009, el país estaba viviendo una de las peores caídas en el Producto Interno Bruto (PIB) como consecuencia de la crisis financiera del 2008, que se produjo por el colapso de la burbuja inmobiliaria en Estados Unidos.

Cuadro 1

En este año, el PIB cayó (-) 4.7% impactando negativamente a las finanzas públicas del gobierno federal, principalmente por el lado de los ingreso (recaudación de impuestos). Hay que recordar que los impuestos de base imponible amplia (IVA e ISR) están ligados a los ciclos económicos, es decir que si se está en una fase expansiva, los ingresos por impuestos crecen y caso contrario, si el país se encuentra en una fase de recesión.

Así por ejemplo en 2009 los ingresos tributarios cayeron (-) 7%, y de la misma manera los ingresos derivados por el petróleo en un (-) 17%.

¿Qué impacto tiene en las finanzas públicas estatales una caída en los ingresos del gobierno federal?

Las transferencias de recursos del gobierno central hacia los gobiernos estatales, representa aproximadamente el 88% en el total de ingresos de los Estados. Los dos instrumentos de transferencias que actualmente opera en el país, son las del Ramo 28 o Participaciones Federales, que son recursos que se envían sin etiquetar (no condicionado) y el Ramo 33 o Aportaciones Federales que se etiquetan para fines específicos (condicionado) particularmente en inversiones en infraestructura, salud y educación. Y estos recursos se obtienen principalmente de lo que recauda el gobierno federal por los impuestos de base amplia (IVA e ISR) y los derivados de la extracción y exportación del petróleo.

Ante una eventual caída de estos ingresos, necesariamente se verán reflejados en los montos de transferencia que envía el gobierno central hacia los Estados. Y en consecuencia graves desajustes en las finanzas públicas de los gobiernos locales, que necesariamente presionara a un déficit y poco margen para poder proveer los bienes y servicios públicos que demanda la ciudadanía.

En 2009 las participaciones federales cayeron en (-) 12% en términos reales en comparación a 2008. En tanto que las Aportaciones federales contrariamente siguió creciendo aunque en menor magnitud, en 2009 solo un 12% y en 2010 cae en (-) 4.5%. La caída en los dos instrumentos de transferencia hacia los estados, tuvieron un efecto adverso en la finanzas estatales, y la presión se acentúo   más, por la caída de los ingresos propios en un (-) 2.5% en 2009. Aunque los niveles de recaudación propia ya venía retrocediendo desde 2006.

Cuadro 2

Dada esta situación complicada en las finanzas públicas estatales, particularmente de la caída de los ingresos, provocada por la difícil situación económica del país, los estados tuvieron la necesidad de contraer financiamiento externo para subsanar los faltantes en sus presupuestos. Además en un periodo de crisis económica pudo existir un aumento en la presión sobre los programas de gasto subnacionales (estatales) sensibles a los ciclos económicos, especialmente relacionados con el bienestar social[2]. Dicho de otra forma, en un contexto de crisis económica, la necesidad de gasto incrementa sustancialmente, y por ende las autoridades locales deben hacer frente para poder intentar contrarrestar los efectos de la caída en la actividad económica y en cierto modo mantener la paz social en las entidades.

Una hipótesis que apoya esta idea: a medida que la actividad económica de un país cae abruptamente y este va asociado con caídas en las transferencias federales hacia los gobiernos subnacionales y estas su vez ven mermada su recaudación propia. Los estados tienen incentivos suficientes para poder contraer endeudamiento para compensar las caídas en los ingresos y hacer frente a las necesidades de gasto que se generan por una crisis económica

En el siguiente grafico muestra el comportamiento de la variación anual de la deuda estatal y del PIB, un primer análisis exploratorio indica que existe ligera relación negativa entre ambas series.   Aplicando un sencillo calculo estadístico, se encuentra que la correlación (tipo Pearson) es igual (-) 0.20, que posiblemente indica que a medida que la actividad económica cae un 1% la deuda de los estados crece un 0.20%, aunque esta relación es muy tentativa aun, pero es una pista para profundizar el estudios del endeudamiento estatal y su relación con las caídas en la actividad económica.

Cuadro 3

Por ultimo esta situación se acentúa a media que los gobiernos subnacionales tengan poca autonomía fiscal (bajos niveles de recaudación propia) y reglas no muy claras para controlar los niveles de endeudamiento.

Si bien los gobiernos locales se vieron en la necesidad de endeudarse por la crisis económica en 2009, nada justifica los desvíos de recursos que hicieron algunos estados que es el tema pendiente al día de hoy: transparentar el destino final de estos recursos. Estudios recientes (López, Mayo, 2012) han demostrado que este incremento en el endeudamiento no arrojó mejoras en el nivel de bienestar en la ciudadanía sin embargo, si fue palpable el enriquecimiento ilícito de algunos gobernantes durante ese periodo.

 

 

Referencias:

López, Mayo (2012) , Chiapas, endeudamiento en la encrucijada, Economía Informa, 376, Septiembre-Octubre 2012.

Fuente estadística

http://www.inegi.org.mx/prod_serv/contenidos/espanol/simbad/default.asp?c=7873
 

 

 

[1] Maestro en Economía por la Universidad de Barcelona.

 

[2]                Apoyo a los programas de empleos temporales, subsidios a familias por alimentación y salud.

 

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