Qué triste no ser el Hombre Araña

Luis Daniel Pulido Aguilar escribe poemas como si contara chistes y uno lo sigue embobado. Mezcla por acá a Zweig y a Michaux, por allá al Piporro, a Mazinger Z, a Pamela Anderson y al Hombre Araña.
Uno lo entiende y comulga con él y se lamenta de no ser, en este pueblo agujereado, el Hombre Araña o ya de perdis un zombi mutante.
Para eso está Pulidín City. Más real que la Tuxtla inundada por el aguacero de ayer. Por la Tuxtla destruida, partida, demolida, una y otra vez agujereada, descuartizada por estos políticos que mienten con mucha credibilidad.

“Que este país se va a la mierda y aún así sigue vivo
y fervoroso; y acuso: demasiado mariachi,
narcocorrido,
concurso de cantantes, tv abierta
yo no quiero hablar de este país,
repetir lo que se escribe,
volverme ese archivito de evidencias
en el que navegas”.

Prefiero, por eso, Pulidín City, y su fábrica de palabras y sus poemas a Gina, y sus cervezas Heineken y Corona, sobrevivientes del naufragio.

“Yo no sé si la poesía sea útil, urgente,
necesaria. Igual se dice ‘bisonte, veintitrés,
Mazinger Z, pelotas’. Igual no”.
Luis Daniel Pulido
El apetito de los ciegos (Publi Pervert, 2013). El apetito de Luis Daniel Pulido por reírse, por tirar traspiés a la seriedad del mundo.

“Bah, iba a decir ‘leer a los clásicos’;
nada más tonto: Se necesita ir a ver a otras mujeres,
mentirles sobre el alto valor agregado
del amor verdadero,
firmarle en una de sus nalgas
-o en ambas- dedicatorias
como las que escribo en mis libros, y luego volver a soñar que se tiene un ejército de dragones o simplemente que sí, es triste no ser el Hombre Araña”.

Definitivamente, qué triste no ser el Hombre Araña.

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