Los relojes de la democracia

 

Imagen: revistamagna.com.ar

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“Cuando te regalan un reloj te regalan un pequeño infierno florido, una cadena de rosas, un calabozo de aire”.

Instrucciones para dar cuerda al reloj

Julio Cortázar

 

México tiene probablemente uno de los más completos sistemas electorales del mundo. El Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación recibió cinco reconocimientos internacionales, producto de su labor jurisdiccional en el año 2014. Entre ellos destaca el otorgado por ser la Institución/Comisión Electoral del Año, al haber fomentado la construcción de “una comunidad de buenos ciudadanos”, así como por haber mostrado buenas prácticas dentro del ámbito electoral, evidenciadas en todo el mundo. Además se destacó en por su compromiso institucional y promover la equidad de género y la participación de minorías.

Por otra parte, el Instituto Federal Electoral se transformó en el Instituto Nacional Electoral (INE), está mutación, más allá del nombre, tuvo la finalidad de dar certeza y generar confianza ciudadana, las cuales se estaban perdiendo como resultado de polémicas actuaciones por parte de los Consejos Generales del antiguo IFE. De igual manera se conformaron nuevos institutos electorales locales, con el objetivo de alejarlos de la órbita de influencia del gobierno en turno, y que lograran ejercer su autonomía y brindar “ piso parejo” a todas las fuerzas políticas.

Pese a todo lo anterior, de acuerdo a diversas encuestas, los partidos políticos tienen poca credibilidad ante la ciudadanía. La desconfianza se acrecentó luego de los lamentables hechos de Iguala, aunado a los excesos de la clase política, así como de los escasos mecanismos de participación ciudadana. La violación de las normas electorales por actores y partidos políticos, contribuyen a la desilusión del sistema electoral.

El tiempo apremia, pero pareciera ser que las manecillas del reloj de la democracia giran en diferentes direcciones. Por un lado, la clase política intenta avanzar aplicando estrategias vetustas de convencimiento con las que retrocedemos no solo años, sino siglos. Pasado y futuro parecen tirar con fuerza en direcciones opuestas sin detenerse a pensar que tanta presión podría terminar por romper el mecanismo que genera movimiento y continuidad.

Debemos de conciliar ambas manecillas, que las dos se ajusten, coordinen y avancen hacia la dirección correcta. Y ese es trabajo de los ciudadanos. La desilusión generada por los partidos políticos no puede degenerar en desinterés, solo de nosotros depende generar un cambio, ajustar la cuerda es salir a votar.

Querámoslo o no, la historia nos ha regalado el reloj de la democracia, romperlo no es el camino, tampoco podemos dejar que este reloj se conviertan en un infierno, una cadena o un calabozo; debemos de seguir dándole cuerda, no dejar que se detenga, porque si lo hace, no solo habremos perdido la noción del tiempo sino la esperanza de futuro.

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