Definición de escroto

Ilustración: www.mirabolivia.com

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Es una palabra simpática. El tío Eugenio cuenta que una maestra preguntó al alumno: ¿Qué es escroto? El niño no lo pensó, dijo, como si fuese un académico de Harvard: “Muy simple, en la pregunta está la respuesta: ¿Qué es escroto? ¡Es croto!”, y se sentó igual que Octavio Paz se sentó en la Sala de Conciertos de Estocolmo, después de recibir el Nobel de Literatura.

El diccionario menciona que escroto es la bolsa que cubre el testículo. Es prolongación de la piel con nombre propio. Porque, si vemos bien, el testículo es afortunado: ninguna otra parte del cuerpo tiene un nombre especial para la porción de piel.

El escroto nació viejo, es todo arrugado; por eso, en la Amazonia, cuentan la leyenda que Dios, el día que hizo al hombre (un día nevado) y le colocó un par de testículos, éstos se encogieron. Dios tomó lo que tenía a la mano y cubrió los testículos. Lo que Dios tenía a la mano era un elefante. La piel del escroto es igual de arrugada que la piel de elefante. En la Amazonia, cuando alguien dibuja un pene, dibuja un par de orejas y una trompa de elefante. Es la representación gráfica de la leyenda.

El tío Eusebio, cuando toma cerveza con sus amigos, cuenta la fábula de la gallina y del hombre. Dicen que una vez hubo un concurso del “Animal más perfecto”. Después de una intensa competencia, donde los finalistas fueron el oso, la mujer, la hormiga, el elefante, el ratón, la tortuga, la gallina y el hombre, la pareja de la gallina y el hombre fueron elegidos para determinar el campeón. La gallina retó al hombre a mostrarle su “cosita”, para ver si era cierto, como decían los gallos, que los hombres tenían huevos en la entrepierna. El hombre, que ya había terminado la siembra, se recostó contra un árbol, se bajó el pantalón y mostró su pene y sus testículos. La gallina, con pasos de esquiador sobre la nieve, se acercó y vio que, en efecto, debajo del pene, el hombre tenía dos huevos. Le preguntó entonces cómo los empollaba y cuánto tiempo tardaba en que sus crías nacieran. El hombre le explicó que los huevos conservaban los espermatozoides y era necesario depositar éstos en la vagina de la hembra; le explicó que, en realidad, quien llevaba el huevo en su interior era la hembra. Él, concluyó, era un poco como el gallo que hacía fértil el huevo. Ah, dijo la gallina, por eso eres más inteligente que el gallo, el gallo no tiene huevos y tú sí y comenzó a dudar que ella fuera el animal más perfecto. Pero acababa de decir esto cuando la gallina se dio cuenta que los huevos del hombre estaban cubiertos por una piel rugosa. La gallina se asombró, puso un huevo y comparó. Su huevo era terso, casi perfecto en su forma, por lo tanto, volvió su mirada hacia donde estaba el jurado y dijo que ella era el animal más perfecto de la creación y mostró el huevo abrillantado. El jurado asintió y estaba a punto de decir que sí, que la gallina era el animal más perfecto del mundo, cuando el hombre, sagaz, truculento, tomó uno de los huevos de la gallina en la mano y lo aplastó, toda la clara y la yema se derramaron por en medio de sus dedos. “¿Este es el producto del animal más perfecto?”, preguntó el hombre. El jurado determinó que el hombre era el animal más perfecto de la creación. Un burro que andaba por ahí se burló y dijo: “¿Perfecto? Ja, pobre el hombre”. Y todo mundo supo por qué. Siempre que el tío toma cerveza cuenta la fábula y se bota de la risa.

¿Qué es escroto? ¡Es croto! ¿Qué es croto? En Argentina lo aplican a la persona que en México le decimos pepenador. ¡Va pues!

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