Definición de suicidios

El Grito. Pintura, Edvard Munch

El Grito. Pintura, Edvard Munch

 

La palabra suicidio no tiene mayor vuelta, ¡es letal! Pero, cuando esta palabra toma el plural adopta una forma simpática, por decir lo menos. ¿Observan la última sílaba? ¡Dios! Y entonces, las personas normales se preguntan qué papel juega esta sílaba que es como la raíz o la fronda de la palabra, dependiendo si se le ve desde arriba o desde abajo. Si se le ve desde abajo, los suicidios significan que todo lo que sobrevive en la Tierra puede ser arrancado de tajo, no por la voluntad divina ni por manos extrañas, sino por la propia decisión de las personas. Basta recordar la decisión de aquel grupo fanático que realizó un suicidio colectivo alentado por su pastor. Si se le ve desde arriba; es decir, desde la fronda, la única lectura aceptada es la del simbolismo de que el destino final del espíritu es el cielo, la altura, y acá sí tiene qué ver la divinidad.

Si es cierto que no se mueve una sola hoja sin la voluntad de Dios, entonces, el acto de los suicidios también está enredado en esa voluntad.

Toda palabra tiene una raíz y una fronda, por esto hay palabras que vuelan y otras que están como enterradas, que son como tzompantlis contemporáneos. Un tzompantli es la manifestación plural de la muerte. Cientos de calaveras están expuestas en un solo muro. Tal vez esas calaveras pertenecen a cuerpos que no fallecieron en el mismo instante, en el mismo acto, pero el hecho de colocarlos reunidos habla de una manifestación colectiva. De acuerdo con los expertos, los tzompantlis son altares dedicados a las divinidades; es decir, es la construcción de un concepto cuya raíz (o fronda) contiene la palabra Dios. Y es que la vida y la muerte, aunque le pese a los agnósticos, están enredadas, desde siempre, desde el Origen, a la palabra Dios. Quien se atreve a decir que ¡Dios no existe!, no hace más que confirmar su existencia, porque todo aquello que se nombra comienza a existir en el momento del balbuceo.

Existe un abismo entre la palabra suicidio y la palabra suicidios. Ya dijimos cómo el plural convoca la existencia de un ser divino. De igual manera, el concepto modifica su propia condición. Un suicidio implica una decisión totalmente personal, los suicidios tienen la misma particularidad que aglutina a los aficionados en un estadio o a protestantes en una marcha cívica. Para el suicida una cuerda es suficiente; para los suicidas comunes es necesario que la misma cuerda una decenas o cientos de cuellos. Los suicidios son como esos matrimonios comunes que hoy están tan de moda. Nadie puede decir que a un matrimonio en pareja le corresponda más honor que a decenas de parejas que reciben al mismo tiempo la bendición. Lo mismo sucede con los suicidios, a todos les toca su Todo. Y esto es como la Multiplicación de los Panes. El prodigio se debe a que la última sílaba es Dios.

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