Capital de la apatía

JOYYO MAYU

Así le llama mi amiga Italia a Tuxtla Gutiérrez. Dice que a la gente le importa más el glamour, el futbol y los botaneros. Un poquito es verdad, pero mucho no.

Este domingo fuimos a devolverle el nombre a Joyyo Mayu. Éramos poquitos pero bonitos. Y claro, hicieron falta los Compartidores del Face. También los periodistas, incluidos los independientes. No hubo diputados, ni senadores, autoridades municipales, ni activistas, ni desactivistas. ¿Estuvieron los músicos, los teatreros, los bailarines? Tal vez, vestidos de domingueros. ¡Y no hubo espías, esos que se infiltran en las Marchas!

Pero esos poquitos pero benditos no estaban apáticos, al contrario, lucían simpáticos, alegres, en verdad muy alegres. Abuelos, niños muy pequeñitos, niños más grandes, señoras y señores de todas las edades y colores y condiciones, unos cincuenta, participaban con su plática, sus “¡Más arribita la flor! , ¡Falta pintura de este lado!, ¡¡Oigan, ayúdenme a recoger basura!! ¡Chin, ya me manché!

¿Qué hizo esta gente con su domingo por la mañana? Pues llegó a devolver a Joyyo Mayu su nombre verdadero. Antes, cubrieron el busto de “don Salomón González Blanco”, como Juan Sabines renombró al parque en 2008.

Si el zoológico de Tuxtla se llama Miguel Álvarez del Toro, lógico es. Don Miguel se lo merece. Igual que merece la Avenida Central de llamarse Belisario Domínguez. ¿Hay ofensa si una escuela se llama Rosario Castellanos, Zeferino Nandayapa, Gertrude Duby, Franz Blom, Laco Zepeda, Jaime Sabines, Jan de Vos? ¡Ninguna!

Por eso es grosero y abusivo que los gobernantes en turno pongan su nombre, o el de su parentela, a los lugares públicos, sean calles, edificios, poblados, colonias… ¡Tendría que existir una ley (oigan diputados) que lo prohíba! Y si la iniciativa surge de un tercero (borbotean los lambiscones) el tal político debe negarse. Y si no se niega, la población tendría que impedirlo, por lo menos mostrar un enérgico rechazo.

Me gusta ese proverbio del tocayo Salomón: “Alábete el extraño y no tu propia boca, los ajenos y no los labios tuyos” El nombre de los grandes hombres y mujeres tarde o temprano termina estampado en un lugar. Y la verdad, son tan grandes que ni lo necesitan, aunque lo merezcan. Los inmerecedores son los que más urgencia tienen de inmortalizaciones tramposas.

¡Pero ya me desvié del tema! Pues que fue hermosa la jornada en el Joyyo Mayu. Por desgracia, la planta de luz no quiso arrancar. Así que las letras “Joyyo Mayu” tuvieron que ser quitadas. Si ven sólo manchas negras, es por eso. ¡Pronto las colocaremos!

Termino mi texto con un fragmento de lo que escribió Claudia Contreras: “Hoy en el Tzocoy de Joyyo Mayu hubo un acto sencillo pero simbólico que marca nuestro corazón… podemos soñar y construir un mundo más justo desde la paz, sin agresiones… Fue este un grito esperanzador de una sociedad que clama porque brille una nueva luz. Es un nuevo comienzo para todos”.

Gracias joyyumayenses.

raymundo zenteno. 8 nov 2015

PD. «Entre los individuos como entre las naciones el respeto al nombre ajeno es la paz»

Trackbacks/Pingbacks

  1. Ciudadanos le quitan el nombre de político a parque en Tuxtla | Chiapasparalelo - 9 noviembre, 2015

    […] Este Domingo un grupo de ciudadanos y ciudadanas, que conforman la agrupación “Joyyo Mayu Cocoy “”- corazón de Flor de Mayo- recuperó de manera simbólica el nombre original del lugar: borró las letras doradas con el nombre del ex gobernador, tapó su busto y colocó ahí un letrero que dice: “Joyyo Mayu” y una flor del conocido árbol que en esa zona abunda. […]

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