Definición de monótono

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Tal vez una de las mejores definiciones de monótono es la que daba Hermilo, sin quererlo. Hermilo, todas las mañanas que llegábamos a la escuela se paraba en la entrada y esperaba que llegara Antonio y le decía: Mono Tono, Mono Tono, carota de mono. Todas las mañanas era lo mismo. Tono pasaba ya casi sin hacerle caso. A Hermilo esto no le importaba, reía y él era quien parecía mono detrás de una jaula, porque cuando decía lo que decía bailaba, se sostenía en un pie y luego cambiaba, así, una y otra vez: ¡Mono Tono, Mono Tono, carota de mono!

Yo los veía desde lo lejos, reclinado en un poste del corredor, con un pie levantado. Los miraba. En cuanto llegaba a la escuela me reclinaba en el poste y veía cómo Hermilo se paraba, también, al lado de la puerta. Entraba el director, los maestros, los demás compañeros y él, como si fuese el prefecto, saludaba a todo mundo. Si Antonio se demoraba, Hermilo comenzaba a dar pequeños saltos en el mismo lugar, esos saltos eran casi imperceptibles, pero una vez la maestra Arminda le preguntó si tenía ganas de hacer pis. No, no, dijo Hermilo y dejó de brincar, pero en cuanto la maestra se fue, Hermilo se asomó a la calle y dio brincos más altos, porque Antonio ya caminaba en la banqueta, con su mochila de cuero. ¡Mono Tono, Mono Tono, cara de mono!, gritó y bailó, sosteniéndose en un pie y luego cambiando.

Así era todas las mañanas. Monótono, de acuerdo con sus raíces, tendría que ser una tonalidad repetida, pero también se aplica a toda acción que no varía. Hay (me cuenta el primo de un amigo) parejas que tienen relaciones monótonas, como si siguiesen un libreto, donde el paso uno es el beso en el cuello; paso dos la mano sobre la espalda en busca del broche que libera el sostén; paso tres la otra mano sobre la entrepierna de la amada; paso cuatro liberación de los pechos e inicio de amasamiento… Monótono, monótono.

Margarita me invitó una mañana a ir al Antiguo Colegio de San Idelfonso, en la Ciudad de México, dijo que había una exposición de Botero, porque te gusta Botero, ¿verdad? Dije que sí, no podía desperdiciar la oportunidad de estar a su lado, tal vez luego ella aceptaría mi invitación a tomar una copa de vino, a entrar a Palacio Nacional a ver los murales, luego ir a una librería de viejo, leer algunos poemas de Pessoa, y luego, tal vez, entrar a uno de esos hoteles de paso que abunda e iniciar con el libreto que dice, paso uno: beso en el cuello; paso dos: mano sobre la espalda en busca del broche para liberar el sostén. Entramos a San Idelfonso y conforme recorríamos la sala yo escuchaba los grititos de placer y las manifestaciones de júbilo que daba Margarita ante cada cuadro que nos parábamos. Yo procuraba encontrar la causa de tales manifestaciones, pero no la hallaba, cada cuadro de Botero era la continuación monótona del anterior, con una pincelada sobadita. Lástima que Botero joven no asistió a una exposición de algún pintor impresionista. Algo se le hubiera pegado, algo que fuera la explosión modificadora de la luz y de la naturaleza, porque es ésta la única en todo el planeta que no es monótona. Los mayores inventos del hombre, el tiempo y el amor, son monótonos como el tic tac de los relojes o de los corazones apasionados. No hay algo más monótono que el reclamo de una mujer para que el hombre le diga que la quiere. No hay palabras más monótonas que los te quiero que a cada rato avientan millones de personas en el mundo.

¿Por qué Hermilo decía Mono Tono y no Tono Mono? Tal vez era porque Antonio (qué pena) tenía más de mono que de tono.

Por cierto, la vez de la exposición de Botero, Margarita aceptó ir a tomar una copa de vino; entrar a ver los murales de Palacio; comprar una edición vieja de la revista El Cuento, de Edmundo Valadez; y entrar a uno de esos hoteles de paso que abundan en el centro de la Ciudad de México. Esa noche, ella me sorprendió diciéndome: “Cojamos al estilo Pessoa” y así lo hicimos. Esa noche expulsamos la monotonía, porque buscamos heterónimos y les dimos personalidades diferentes. Al final, ella me dijo que le había gustado cómo la había cogido Haroldo y yo dije que cuando fue Helena de Troya había estado sublime.

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