El trecho al hecho

"Hechos, no palabras"

«Hechos, no palabras»


En la última década en México, los gobiernos locales han ido implementando diferentes estrategias hacia la sustentabilidad ya sea de manera aislada, dentro de programas o incluso como eje transversal en los planes municipales de desarrollo. Aunque varían en forma y fondo, el calificativo de “sustentable” es cada vez más recurrente en los programas, y aunque en la mayoría de los casos no hay capacidad técnica para implementarlo y los enfoques alcanzan dimensiones inalcanzables, un componente constante en ellos es la participación ciudadana.

Algunas ciudades han optado por incluir un enfoque vertical de arriba hacia abajo, entendiendo la aplicación de programa hacia la sustentabilidad como un trabajo de expertos y burócratas, más que de ciudadanos ordinarios. Sin embargo el concepto de “sustentabilidad” es tan abstracto que cuando se integra a la palabra “ciudad”, que también es abstracta por sí misma, el concepto en conjunto puede significar tantas cosas diferentes, para tantas personas diferentes.

Por esta razón es que la participación ciudadana se vuelve fundamental y casi omnipresente cuando hablamos de sustentabilidad, porque si el principio básico de toda planeación es el reconocimiento y adopción de los objetivos por parte de todos los actores involucrados, y que la sociedad civil es una actor relevante en el trabajo hacia alcanzar los objetivos, entonces la participación de la sociedad debe hacerse no solo en la construcción de acuerdos, sino en la definición de planes, implementación de estrategias y el monitoreo a los resultados.

Sin embargo los gobiernos locales han confundido y/o limitado la participación con la consulta, y han fallado históricamente en desarrollar estrategias efectivas para que la sociedad decida su futuro y como alcanzarlo, construyendo acuerdos, diseñando visiones colectivas, distribuyendo responsabilidad y estableciendo metas.

Si bien es cierto lograr una visión colectiva de ciudad puede tornarse en una pesadilla logística, es ahí donde la tecnología puede jugar un papel fundamental para abrir los espacios de participación y llegar a acuerdos sin la necesidad de alcanzar la presencia de la generalidad de habitantes en el mismo lugar, a la misma fecha y hora. Con la creciente penetración de internet y el crecimiento exponencial de la conectividad entre personas, las redes sociales deben ser consideradas una herramienta de participación de aquellos sectores que así lo demanden.

Cuando los sectores sociales que busquen espacios de participación no los encuentren, es importante también autogenerarlos, entendiendo que son la forma más efectiva de establecer marcos de acción social hacia nuevos modelos de participación, además de ser un valioso insumo de innovación para gobiernos locales que tienden a aletargarse en la cotidianidad, en el discurso de las palabras y no los hechos.

Hacer ciudad es una labor titánica y una oportunidad de mantenerla en un proceso de mejora continua como responsabilidad de todos, sociedad y gobierno. Hacer ciudad es un derecho que debemos ejercer y heredar a las siguientes generaciones. El futuro sostenible de las ciudades se construye a partir del presente, sin cargas del pasado y aquellos que dicen que no se puede hacer, no deben ponerse en contra de quienes lo están haciendo.

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