“Podría arreglármelas fácilmente sin correo”*

“Podría arreglármelas fácilmente sin correo”*

José Ramón Guillén

 

El entrecomillado del título señala, con claridad, que no soy el autor de la frase que da título a este texto. Ella la escribió Henry David Thoreau en el siglo XIX y se refería, sin duda, al correo conocido entonces y no a los medios de comunicación electrónicos que hoy en día se han desarrollado con profusión y celeridad inesperadas. El título de este artículo no es lo más provocativo o severo afirmado por el escritor norteamericano, la siguiente cita así lo demuestra: “Creo que es un medio por el que se hacen muy pocas comunicaciones importantes. Hablando críticamente, diré que en toda mi vida no he recibido más que una o dos cartas […] que valieran su franqueo”**

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Thoreau, uno de los pensadores insignia de la “desobediencia civil” y vehemente luchador contra la esclavitud en Estados Unidos, también escribió un texto, a lo mejor el más conocido de su obra, titulado Walden, especie de ensayo autobiográfico de su estancia en el campo durante dos años, entre 1845 y 1847, muy cerca del lago Walden en el municipio de Concord (Massachusetts). Si su trabajo sobre la desobediencia civil es referente todavía en la defensa de derechos, Walden lo ha sido del ecologismo y lo fue, con gran impacto, del movimiento hippie que surge en los años sesenta del siglo pasado.

Estos breves antecedentes que sitúan a Henry David Thoreau como pensador y escritor, permiten comprender el porqué de sus afirmaciones sobre el correo, y su agrío comentario referido a su trascendencia, o mejor decir irrelevancia para la comunicación. Debate que en la actualidad no deja de presentarse cotidianamente cara a cara o en las redes sociales. Es indudable que los avances tecnológicos han acelerado los mensajes de todo tipo, y ello se agradece para el conocimiento de ciertas noticias, y se cuestiona por la poca reflexión al emitirlas o su vacío contenido. En lo personal agradezco la fácil comunicación con seres queridos y pongo en duda demasiadas noticias zafias. Sobra información y falta depuración, pero es imposible tenerlo todo en la vida, dirían los antiguos, así que deben privilegiarse las decisiones personales.

Los drásticos comentarios de Thoreau, insisto, siguen vigentes para la polémica actual que remite prácticamente a lo mismo: la comunicación alejada del contacto entre los seres humanos. Ni en este, ni en otros temas la radicalidad suele tener la posesión de la verdad, concepto este último de dudosa consecución. Las cartas manuscritas de siglos pasados han facilitado el acercamiento a muchos temas y realidades de nuestra historia, así como a la personalidad de quienes las escribieron; y lo mismo puede decirse en la actualidad puesto que la labilidad comunicativa da pautas de la sociedad en la que vivimos y de sus miembros. Por ello ni renegar ni aplaudir como únicas respuestas antitéticas; disfrutar de la rapidez comunicativa y buscar los medios del gozo en el roce personal, lo contrario es controversia estéril, ganas de imponer ideas o actitud soberbia.

 

 

 

*Henry David Thoreau (2013). Walden, Errata naturae, Madrid.

** Ibid., pag. 99.

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