Berta Cáceres Vive!!!

 

Eran aproximadamente las once con cuarenta y cinco minutos de la noche del dos de marzo de 2016 cuando se escuchó un fuerte ruido que provenía del patio de la casa que habitaba Berta Cáceres. ¿Quién anda allí? Gritó Berta, quien ya se había levantado de la cama para indagar el origen del ruido. En cuestión de segundos un joven abría a patadas la puerta de la recamara en que se encontraba Gustavo Castro y lo encañonaba con una pistola. Se escucharon tres balazos que provenían de la habitación de Berta y enseguida el que apuntaba a Gustavo le disparó en una ocasión en dirección a la cabeza. Con una maniobra defensiva, instintivamente Gustavo movió la cabeza a la par que alzaba la mano izquierda logrando que el disparo le rozara la oreja del lado izquierdo…pero Berta había sido asesinada.

Un año después el homicidio no se esclarece, la verdad no se revela y la resistencia que enarbola Berta Cáceres crece en el COPINH (Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras), en Honduras y más allá.

Siete personas enfrentan proceso penal como autores directos e indirectos del crimen de Berta y la tentativa de homicidio a Gustavo Castro. A cuatro de ellos se les presume autores materiales, y a los otros tres autores intelectuales, Dos de estos últimos están ligados a la empresa Desarrollo Energéticos, S.A. (DESA), a cargo del proyecto hidroeléctrico Agua Zarca, al que se oponía el COPINH y Berta Cáceres por afectar los derechos indígenas.

No obstante las detenciones, el debido esclarecimiento de los hechos demanda llegar hasta quienes ordenaron y pagaron por el crimen, y entre los detenidos no se encuentran aún. Los autores mediatos ligados a la empresa desempeñan en ella puestos medios y no es posible suponer que la decisión y el pago por el crimen surgieron de ellos. La justicia hondureña tiene aún ese pendiente, las organizaciones sociales nacionales e internacionales tienen ese reclamo.

El crimen de Berta enseña, una vez más, que las grandes empresas son capaces de eliminar todo obstáculo que se interpone en sus operaciones económicas para la explotación de los recursos naturales. Las y los defensores de los derechos humanos, y en particular de los derechos ambientales, representan eslabones vulnerables frente a la acción de las empresas en contubernio con los gobiernos.

El actuar delictivo de la empresa DESA no es la excepción en Honduras, puesto que en todos los países, México incluido, donde operan estas empresas las violaciones a los derechos humanos a los pueblos y comunidades indígenas suelen acompañarse de atentados e incluso homicidios en contra de quienes se oponen a sus proyectos y defienden el medio ambiente. En Chiapas, Mariano Abarca Roblero fue asesinado por causas similares a Berta, al oponerse al proyecto minero de la empresa canadiense Blackfire.

La impunidad es otro elemento común que acompaña a los crímenes que se cometen en contra de los defensores del medio ambiente. Suelen realizarse detenciones que nunca concluyen en condenas y por tanto nunca se fijan las responsabilidades penales y la justicia se esfuma en el tiempo.

El reclamo de justicia para Berta Cáceres en el primer aniversario de su injusta muerte, ha representado una bandera internacional que unifica el movimiento por los derechos humanos ambientales, adelanta la conmemoración del día de la mujer, y anticipa una primavera combativa para reclamar justicia, pero también para frenar los proyectos económicos que atentan contra los derechos humanos, como a Berta le gustaría…

 

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