¿Hacia la unidad gremial?

Foto y texto: Daniela Pastrana @danielapastrana

Texto y Foto: Daniela Pastrana

Twitter: @danielapastrana

Había terminado el segundo día de la #AgendadePeriodistas y me apuraba a terminar la agenda de Pie de Página –el sitio periodístico de la Red de Periodistas de a Pie— para dejarla lista antes de irme a la marcha por el primer mes del asesinato de Javier Valdez. Con un ojo al gato, escuchaba las conclusiones del día. Me detuve cuando anunciaron el objetivo de la mesa 4: “Para el 2020 constituiremos una red nacional de periodistas que nos defienda…”

“¿Oí bien?”, pregunté de inmediato a varios periodistas de a pie que habían participado en esa mesa. Las versiones variaban: que si una red, un frente, un sindicato; que varios habían dicho que no, pero igual se sostuvo la propuesta. Lo cierto es que en el ánimo de las mesas del Palacio Postal estuvo muy presente la idea de formar una organización, foro, red, o “lo que sea” que nos aglutine y una gremialmente. Una aspiración legítima, en la que la Red PdP ha trabajado los últimos 3 o 4 años, cosiendo y recosiendo procesos de colectivos locales que los gobiernos se encargan de dividir y cortar, sembrando desconfianza por la vía de la cooptación, el cochupo, el engaño y los rumores. Y no podía dejar de preguntarme si eso es viable en un universo tan diverso y abierto como el convocado ahí.

Como muchos, no pude estar de tiempo completo durante tres días laborales. Participé en la mesa de fortalecimiento de organizaciones y en la marcha para clausurar simbólicamente la Fiscalía Especial de Atención a Delitos contra la Libertad de Expresión (Feadle). Así que el último día me puse a reportear a los colegas que estuvieron en diferentes mesas. Y felizmente encontré varios motivos para la esperanza.

Primero, y lo más destacable, fue el efecto reconstructor del encuentro. Que coincidiera con la manifestación por el primer mes del asesinato de Javier Valdez fue un gran acierto. Vernos ahí, reencontrarnos, mirarnos en los otros, nos hizo levantarnos de la tristeza, contagiarnos de las ganas de dar la pelea por la profesión que elegimos y que amamos. Al final de la jornada vi a periodistas que estaban enojados o tristes, animados por el entorno; a periodistas que por primera vez participaban en una reunión así emocionados de compartir las experiencias. Eso es algo que debemos aplaudir de la organización y del momento.

Otra cosa destacable fue la incorporación de actores nuevos a estas discusiones: la banda de las ferias, de periodistas premiados y escritores, que poco se habían acercado a estos procesos que, por la urgencia, ya se habían detonado hace tiempo en distintos estados y que justamente provocaron que la Red PdP se metiera a los temas de libertad de expresión (el tema del séptimo aniversario de la red fue, precisamente, “tejiendo redes”), el surgimiento de las redes de Juárez y Libre Periodismo, en Chihuahua; de Voz Alterna, en Veracruz; de Trinchera, en Guerrero; de la red de Puebla, la del Noreste, y la reactivación de la Asociación 7 de Junio, en Sinaloa, y de otros colectivos más viejos aún, como la red de mujeres periodistas de Cimac. Para ninguno de ellos la novedad era el encuentro, sino la participación de la élite chilanga y efenepeinera, e incluso de otros actores de la sociedad civil.

Lo tercero que hay que destacar son las propuestas concretas y posibles que salieron de las mesas. Me detengo en tres:

  1. Llevar a cortes internacionales al Estado mexicano por la impunidad sistémica en los asesinatos de periodistas. No es una idea descabellada. Hace dos años, en la reunión de la Corte Interamericana de Derechos Humanos a la que convocó la Unesco, el exjuez Baltasar Garzón planteó como una posibilidad de considerar crímenes de lesa humanidad la violencia contra periodistas en países como México, donde es una práctica sistemática; la tesis jurídica fue planteada desde antes por Gabriel Soto, ex oficial de protección de Artículo 19.
  2. Impulsar una ley de regulación oficial, e incluso una reforma constitucional para el conocimiento de las empresas como entidades de interés público. Aunque hubo voces disonantes que decían que la publicidad oficial debe desaparecer, lo cierto es que hubo un acuerdo en que son recursos públicos que deben vigilarse con transparencia, que el Estado debe garantizar el ejercicio pleno del acceso a la información, y para eso es necesario impulsar, por lo menos, la ley general reglamentaria de la publicidad oficial, y la creación de un órgano regulador autónomo para la distribución de la publicidad oficial y la transparencia en ese gasto.
  3. Sistematizar el trabajo de las organizaciones que ya existen para fortalecer el trabajo de los periodistas. Partimos de la idea de que uno de los problemas centrales de los colectivos locales es la autonomía económica y para eso es necesario que desarrollen capacidades y herramientas para acceder a los recursos que les permitan sostener la organización. Y, sobre todo, de aprovechar la experiencia de quienes ya han recorrido ese camino para no volver a empezar todo de cero.

La pregunta es: ¿podemos hacerlo en un universo de participantes tan diverso y al mismo tiempo tan pequeño?

En la Red PdP sabemos lo difícil que es consolidar una organización de periodistas. Sabemos que hay gente que está al inicio que luego se desgasta y se va; que cuesta mantener el ritmo; que es muy difícil organizarnos en nuestros tiempos libres (porque todos tenemos que seguir reporteando); que el trabajo se concentra en unos; que nunca falta quien critica más de lo que trabaja. Que tenemos que estar cambiando las llantas con un carro en movimiento y que eso implica un montón de trabajo.

También estamos convencidos de que se necesita, más que nunca, hacer fogatas para cuidarnos y enfrentar al monstruo que quiere engullirnos. El asunto es cómo.

En las mesas participaron 381 periodistas de 21 estados del país, gente de Estados Unidos y Sudamérica y Europa, según informó Guillermo Osorno, director del Centro Horizontal, que cargó con la organización del encuentro. Entre los colegas a los que pregunté cuál era su evaluación, hubo quien me dijo que había sentido que era un deja vu de otros encuentros y hubo quien me dijo que se sembró la semilla de una red de redes; hubo quien se cambió de mesa porque algunos integrantes de organizaciones civiles comentaron que los reporteros van a los talleres para hacer curriculum o “por las galletas y el café”. Varios comentaron que faltaron reporteros de medios nacionales; que faltó la academia (en una mesa estábamos pidiendo un abogado o contador porque nadie tenía bien claro cómo hacer la tarea que teníamos que hacer por falta de conocimiento de los requisitos para ser una “donataria autorizada”).

Pero lo que más se notó fue la ausencia de directivos de medios. Con excepción de Daniel Moreno, de Animal Político; Juan Angulo, de El Sur; Adrián López, del Noroeste; y Carmen Aristegui, que llegó a las conclusiones del último día, los medios que hace poco firmaron un inédito desplegado para sumarse a la condena de la violencia contra la prensa brillaron por su ausencia.

Así parece difícil cambiar algo. Pero igual hay que intentarlo, porque ya no podemos seguir dejando que el miedo nos paralice, y porque toda esa concentración de energía y corazón que vimos en el encuentro debe tener resultados. Si no, nos llenaremos de mayor frustración y daremos más armas a quienes prefieren vernos silenciados.

Pero también necesitamos ser responsables y no generar más expectativas de las que podemos cumplir. En PdP lo sabemos bien: las ganas, el entusiasmo, las ideas y la voluntad no son suficientes, no en un país donde el trabajo cotidiano nos chupa y nos acaba, no en un país donde 8 de cada 10 periodistas gana menos de 10 mil pesos y tiene que estar buscando que comer. Esto requiere trabajo, mucho trabajo. Y es un camino largo.

Justo por eso, tenemos que empezar por ver los futuros posibles, los asequibles, donde podemos actuar. Un sindicato, foro, frente nacional quizá no sea posible en el contexto en el que estamos, pues en muchos lugares la desconfianza sigue permeando y seguirá mientras no se arreglen otros problemas de fondo como la asignación discrecional de la publicidad o la impunidad. Y porque los lazos de solidaridad son procesos que se construyen con base en trabajo, no por decreto.

Pero sí es necesario y urgente revisar lo posible y meterle todas nuestras energías a ello. Pensarle y repensarle. O, como dijo una colega del sur: “Avancemos donde hay coincidencia, no nos boicoteemos a nosotros mismos”.

Porque lo que viene no va a mejorar, como bien dijo Francisco Cuamea, de Sinaloa, en la manifestación frente a la Feadle. Y a nosotros nos toca hacer lo que sabemos hacer: periodismo. Más y mejor periodismo. Más ético. Más profesional.

Y seguir cambiando la llanta con el carro en movimiento.

Tomado de http://www.periodistasdeapie.org.mx/editorial-30.php

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