Científicos, filósofos y urólogos

Casa de citas/ 347

Científicos, filósofos y urólogos

Héctor Cortés Mandujano

 

Leo, divertido, Memorias de un amante sarnoso (Edhasa, 2009), del gran humorista Groucho Marx. Lleno de anécdotas graciosas, las páginas discurren amables, relajantes. Dice en la página 27: “Nunca me había dado cuenta de lo insoportable que resulta mi compañía hasta que estuve allí sentado, solo”.

Trata de acotar el tema de su libro (p. 61): “Lo malo del amor es que mucha gente lo confunde con la gastritis”. (Cené hace unos días con mi amiga Marina y ella me citó a Mafalda: “No sé si enamorarme o hacerme un sándwich, la idea es sentir algo en el estómago…”)

Aborda temas de etiqueta social (p. 98): “Al abandonar un cabaret a consecuencia de una redada de la policía, ¿quién ha de entrar primero en el coche celular: la dama o el caballero?”

Hacen cita entre un viejo y una jovencita y, entonces, él (p. 163) “miraba sus deliciosas formas con tanta intensidad, que parecía una cobra observando un pollo mantecoso”.

Sabe que su tema, el sexo, es complejo (p. 171): “Se trata de una cuestión intangible que ha engañado y desorientado a científicos, filósofos y urólogos”.

Ante un problema que tienen con la comida mexicana, en una de las giras que hacen con sus famosos hermanos Marx, Groucho les dice (p. 175): “He tenido una idea tan brillante, que hasta parece imposible que se me haya ocurrido a mí”.

 

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Ilustración: Alejandro Nudding

La edición es muy bonita. El libro se llama El reloj de Moctezuma (Aldus-Conaculta, 2010) y su autor, Pablo Soler Frost, ya probado en las lides de la novela, el ensayo, la poesía, el cuento. Este volumen, cuyos capítulos van de enero a diciembre, lo dice el mismo Soler (p. 9) “nace, más bien, del deseo de acompañar a los lectores mexicanos día por día, mostrándoles lo que otros pensaban, escribían o publicaban en un día similar, pero de un año anterior”. Comparto algunas entradas:

El 4 de enero de 1887, Manuel Gutiérrez Nájera escribe (p. 20): “Imaginaos un perfume que se oye. Yo jamás lo había imaginado, pero lo he sentido”.

Rufino Tamayo le escribe a José Gorostiza el 5 de marzo de ¿1927?, entre otras cosas (p. 99): “El secreto está en buscar, buscar siempre”.

El 10 de abril de 1919 Rodolfo López de Nava cuenta sobre el asesinato de Zapata (p. 146): “[A la invitación del felón Guajardo para que almuerce con él en Chinameca contesta Emiliano Zapata]: —Dígale a su jefe que ya vamos […] [y luego a los suyos]: —El que sea hombre que me siga, no hay por qué tener duda de la conducta de esta gente. Guajardo es leal. ¡Vamos! Se llevó con él a los principales, los otros permanecimos entre el caserío y los cerros […] La guardia al mando de Sánchez Taboada se formó, y a toque de llamada de general de división, le hizo honores y le presentó armas. Zapata y su comitiva se detuvieron un momento […] y fue cuando se abrió fuego cerrado sobre el jefe, quien iba montado sobre El As de Oros. Cayó abatido por un sinnúmero de balas […] como a cinco metros de la entrada de la hacienda”.

El 7 de octubre de 1984, al recibir el Premio de la Paz en Francoforte del Meno, Octavio Paz, entre otras cosas, cita a Marco Aurelio (p. 353): “Desde que rompe el alba, hay que decirse a uno mismo: me encontraré con un indiscreto, con un ingrato, con un pérfido, con un violento […] Conozco su naturaleza: es de mi raza […], los dos somos parcelas de la divinidad. Hemos nacido para colaborar como los pies y las manos, los ojos y los párpados, la hilera de dientes de abajo y la de arriba”.

Jorge Luis Borges escribe en El Hogar el 2 de diciembre de 1938 (p. 417): “Esta hoja se titula con terquedad: Por un arte revolucionario independiente. Manifiesto de Diego Rivera y André Breton por la liberación definitiva del arte. El texto es aún más efusivo y más tartamudo. […] ¿Qué conclusión podemos derivar? El marxismo (como el luteranismo, como la luna, como un caballo, como un verso de Shakespeare) puede ser un estímulo para el arte, pero es absurdo decretar que sea el único”.

A lo largo de estas páginas hay varias de las cartas que se enviaron Maximiliano y Carlota. Mucho amor, mucha pasión. En la del 21 de diciembre de 1865 le dice él a ella (p. 436): “Ya no puedo esperar para abrazarte de nuevo, mi todo”.

Contactos: hectorcortesm@gmail.com

 

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