Mujeres, Género y Feminismos


Verónica Gómez. Primer Congreso Feminista de Chiapas, 2016

Parte I

El feminismo es un específico campo de producción de conocimiento. El feminismo es, ante todo, una política que, si bien caracterizada por la pluralidad desde sus orígenes en el siglo XIX (las había liberales y socialistas en aquel entonces), no puede confundirse con cualquier otra política. Así también en la investigación social: o es feminista o no es.

Para entender lo anterior, el prisma visual ha de ser histórico y político. Ciertamente, la historia de los estudios de mujeres, de género y de las investigaciones feministas en Chiapas se remonta a la década de los ochenta del Siglo XIX. Estudios que deben verse como una conquista de las luchas de las mujeres en diversos ámbitos. Es decir, la investigación feminista no se entiende sin estas luchas. Como mínimo tenemos tres generaciones, claramente, que hablan de esta historia y esta política.

A vuelo de gaviota, podemos volver la vista atrás.

En los años setenta, un reducido grupo de mujeres iniciaron pequeños encuentros entre ellas para pensar lo político, para reflexionar sobre el feminismo. Se reconoce que fueron mujeres urbanas, académicas e intelectuales, de clase media – acomodada, posiblemente en todos los casos- quienes se convocaron para tratar de hacer algún tipo de incidencia/intervención/trabajo en torno a las mujeres. No parecen haberse planteado en modo alguno hacer trabajo de base, pero sí generaron iniciativas editoriales e impulsaron políticas determinadas.

Se propusieron cambiar el mundo, ni más ni menos…

Una demanda central desde entonces fue el derecho al aborto que, con el tiempo -producto de las luchas de las mujeres-, devendría en la formulación del derecho a decidir sobre el propio cuerpo. Demanda central esta última que cruza todos los feminismos, en todos los tiempos. Demanda que ya no se reduce al aborto, pero en la que éste sigue siendo crucial.

Este primer momento en particular coincidió con la Primera Conferencia Internacional de la Mujer celebrada en la Ciudad de México en 1975, de manera que el gran evento global potenció el proceso organizativo y reflexivo nacional en gestación. En el plano editorial aquellas mujeres fundaron la revista Fem, la primera propuesta feminista. No es casual que el primer número publicado en el año de 1977 contenga varios artículos dedicados al aborto. [1]

En los años ochenta, otras mujeres declaradamente feministas dentro y fuera de la academia iniciaron su andadura política y, en algunos casos, académica. Al afirmarlo de tal modo, la intención no es divorciar la academia de la política, ya que, precisamente en los años setenta y ochenta, no eran concebibles las carreras académicas divorciadas del compromiso social. Hoy por hoy, en la academia, es todo lo contrario: el compromiso social no es siempre bien visto y el activismo se encuentra en peor estado. Ello explica en gran medida el alejamiento, la distancia que toman las jóvenes feministas de los espacios académicos y de los academicismos de toda estirpe.

Al separar academia y política busco resaltar que en los espacios universitarios se vivió entonces la primera experiencia en los estudios de mujeres que formará a las siguientes generaciones. Esos primeros estudios se remontan igualmente a la década de los setenta,  pero fue en 1986 cuando se reconoce la legitimidad de un tipo de investigación dedicado a las mujeres. No me detengo ahora del paso del singular al plural -es decir, de “mujer” a “mujeres”-, la cual es toda una historia por narrar.

Lo importante es reconocer que éstos son los inicios del feminismo como un específico campo de producción de conocimiento; insisto: distinto a cualesquier otro, tanto que no se confunde ni se diluye en las Ciencias Sociales ni las Humanidades ni las Artes en general. Sin embargo, es posible hacer investigación social feminista, literatura y poesía feminista, arte feminista…

Nuestro gran ejemplo en Chiapas es la gran Rosario Castellanos…. [2]

En aquel año de 1986, en la Ciudad de México, la revista Nueva Antropología publica un número especial dedicado a la temática que, en principio, fue llamada estudios de la condición femenina o estudios de la mujer. En dicho número escriben quienes encabezan las investigaciones feministas en México y que, hoy por hoy, tienen una reconocida trayectoria intelectual y política.

En Chiapas la historia de los estudios de mujeres, así como también de los procesos organizativos de mujeres, tiene sus orígenes en los años ochenta. No puede dejar de decirse, sin embargo, que una parte de quienes arriban al estado, desde otras entidades del país, comienzan su trayectoria en la década previa. Me refiero a hombres y mujeres que llegaron con la idea en mente de construir utopías diversas y que tuvieron un importante papel tanto en la academia como en la vida política.

Entre esas mujeres, algunas contaban en su haber con trayectorias participativas y organizativas, bien de corte revolucionario y clandestino, bien en el marco de la Teología de la Liberación, bien en el ámbito feminista (muy pocas realmente, estas últimas). Sin embargo, sí las había de este último grupo. No obstante, sin reconocerse como tales, como feministas, todas las mujeres cuestionaban en algún nivel las relaciones sociales de género (así las empezaremos a llamar en México en los años noventa).

No está de más subrayar que estas mujeres y estos hombres provenientes de otros lugares jugaron un papel central en los procesos organizativos locales, tal como loa han mostrado diversos estudios. Tampoco carece de fundamento la afirmación de que fue en el ámbito diocesano y en el universitario donde germinaron las primeras iniciativas de mujeres como mujeres. Expresión ésta que también tiene una historia.

En efecto, en la Facultad de Sociales de la Universidad Autónoma de Chiapas (UNACH) confluyen varias mujeres -estudiantes y profesoras- para tomar iniciativas de reflexión y organización en torno a problemáticas que identifican ellas mismas como comunes. Así nace el seminario llamado Taller Antsetik y la revista con el mismo nombre. De los ochenta datan precisamente las primeras publicaciones sobre mujeres  en Chiapas –de la autoría de Mercedes Olivera (1980), Sonia Toledo (1986)- y publicaciones feministas -Christine Eber (1987)-, lo que es coincidente con lo ocurrido en la Ciudad de México, aunque en mucho menor medida.

Será en la década de los noventa que se experimentará un boom académico en estos estudios  en Chiapas; es decir, que si las investigaciones que se ocupan de estudios de mujeres apenas se vislumbran en los años ochenta, será en los noventa cuando se expandan, floreciendo una ingente producción académica sobre mujeres, género y feminismos.

Un evento local, con impacto nacional e internacional, alentó dicha producción: el levantamiento armado del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN). Tal fue su trascendencia e impacto en la vida toda que, nuevamente, investigación y política establecieron fuertes y duraderos lazos.

Esta vez más complejos.

[1] Gracias a una importante iniciativa de varias feministas, entre ellas algunas de sus fundadoras, la revista Fem se encuentra disponible en Internet desde hace algún tiempo: https://biblat.unam.mx/es/revista/fem/

[2] Véase el brillante artículo de Marta Lamas “Rosario Castellanos, feminista a partir de sus propias palabras” en la revista LiminaR. Estudios Sociales y Humanísticos, Vol. 15, Núm. 2 (2017) en http://liminar.cesmeca.mx/index.php/r1/article/view/528

También pueden verse las opiniones de la historiadora Gabriela Cano en:  https://www.youtube.com/watch?v=FlxqlJLGTeo

 

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