Lo sagrado del rebaño: el nacimiento de un símbolo/1

El equipo de fútbol más popular en México es el Club Guadalajara, ampliamente conocido entre los aficionados con los motes de Chivas y Rebaño Sagrado. El Club tuvo sus antecedentes en un equipo que al momento de fundarse en 1906 se llamó Unión.

En aquel año, el futbol como un deporte-espectáculo iniciaba su difusión por el mundo desde que un grupo de pioneros reunidos en la Freemason’s Tavern de Londres, Inglaterra, creó las reglas y estableció los cánones del juego un 8 de diciembre de 1863.

Casi medio siglo después de estos acontecimientos, el futbol llegó al Estado de Jalisco a través de un joven comerciante de nacionalidad belga llamado Edgar Everaert. Instalado en la ciudad de Guadalajara, aquel joven comerciante había conversado con otros miembros de su gremio proponiéndoles la fundación de un equipo de fútbol. La reunión en la que, finalmente, se decidió hacer realidad aquella ilusión de Everaert se llevó a cabo en la trastienda de un negocio propiedad de un comerciante francés llamado Calixto Gass, que había convocado al cónclave a sus socios y amigos Augusto y Calixto Teisier, Luis Pellat y Max Woog, además de los hermanos Gregorio y Rafael Orozco oriundos de Guadalajara.

Dada la composición nacional de sus fundadores, el Club nació con el nombre de Unión para significar la solidaridad de México, Francia y Bélgica alrededor del futbol. En 1908, a sólo dos años de su fundación, el Club Unión pasó a llamarse Guadalajara fungiendo como Presidente de su Mesa Directiva, Rafael Orozco. En reconocimiento a Edgar Everaert el uniforme consistió de una camiseta a rayas, roja y blanca, y un pantaloncillo azul, justo los colores del equipo representativo de la Ciudad de Brujas, Bélgica, cuna del fundador.

Si en Inglaterra el fútbol se difundió a toda la sociedad desde las Universidades, en Guadalajara lo fue a partir de los Seminarios. Los jóvenes que se preparaban para el sacerdocio católico se convirtieron en duchos y disciplinados jugadores de fútbol. De esta manera, el balompié ingresó a Guadalajara y a Jalisco por la puerta grande: la de la Iglesia Católica.

El suceso es importante por muchas razones, pero sobre todo, porque de esa manera el nuevo deporte no encontró resistencia, ni social, ni cultural, al estar auspiciado por la Iglesia Católica en el contexto de una sociedad portadora –más en aquellos años-de un catolicismo profundo, de talante medieval. Por ello, no es una sorpresa que el primer clásico tapatío ocurriera en el juego entre el Club Guadalajara y el Club de los Seminaristas del Liceo.

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