Lo sagrado del rebaño: el nacimiento de un símbolo/2

Entre los años de 1909 y 1914, el Club Guadalajara y el Club de los Seminaristas disputaron seis campeonatos con un saldo empatado: tres triunfos para cada uno. En esos encuentros se perfiló el Club Guadalajara como el símbolo integrador de una versión popular de la cultura tapatía. A los sectores de la naciente burguesía tapatía los representaba en el futbol el Club Excélsior.

La “lucha de clases” se trasladó al campo de fútbol al momento de escenificarse los partidos entre el Guadalajara y el Excélsior. En 1910, el año en que con la Revolución Mexicana se abría el siglo XX, el Club Guadalajara logró coronarse Campeón de la Ciudad.  La Revolución hizo difícil la práctica de cualquier deporte en México. Sin embargo, el futbol permaneció difundiéndose por el país, a donde llegó de la mano de los mineros ingleses. Por esa razón, el primer equipo de futbol fundado en México es el Pachuca, en el Estado de Hidalgo, en plena zona minera.

El país de aquellos años, gobernado férreamente por Porfirio Díaz, aún no entraba al siglo XX no obstante que la Revolución Mexicana marcó su inicio. Además, el siglo XIX fue una época de convulsiones políticas en todo el territorio recientemente reconocido como Nacional, y particularmente en el Centro-Occidente, en donde habían ocurrido levantamientos como el del Tigre de Alica, en el actual estado de Nayarit, o las disputas jaliscienses entre vallardistas y lerdistas o entre los primeros y los porfiristas.

En medio de los campos de batalla los partidos de fútbol continuaron, lo que explica su rápida entrada en la escena nacional tan sólo al término de la lucha armada. Así, en 1916 se fundó en la ciudad de Guadalajara el Club Atlas como un movimiento de los hijos de la aristocracia tapatía, recién regresados de estudiar en universidades inglesas. Uno de estos jóvenes, Juan José “Lico” Cortina bautizó al naciente club con el apelativo de Atlas porque sus miembros se autodefinieron como quienes sostienen al mundo, como lo más granado no sólo del futbol, sino de la sociedad.

El escudo del conjunto fue diseñado por Carlos Stahl, rememorando la Universidad de Ampleforth, Inglaterra, escenario de sus días estudiantiles. Fue el club Atlas el que introdujo a Jalisco el juego de triangulaciones, con el que materialmente, por aquellos días, destrozó a quien sería, de allí en adelante, su más acérrimo rival: el club Guadalajara.

Lo destacable de ese momento en términos antropológicos es el surgimiento de los símbolos que cada equipo portaría en adelante. El sello popular y nacionalista en el club Guadalajara y el talante de elite, oligárquico y extranjerizante del Atlas.

De hecho, ambos equipos, enfrentándose en la cancha de futbol, escenificaban el dilema del país entero, que además, en aquellos años, iniciaba su integración como tal. Aun cuando la mayoría de los seguidores actuales de ambos equipos desconocen sus orígenes y los contextos respectivos, el simbolismo se ha transmitido socialmente hasta nuestros días.

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