El arte como preparación para la muerte

Casa de citas/ 362

El arte como preparación para la muerte

Héctor Cortés Mandujano

 

No hay en este mundo ni oscuridad

ni muerte

Arseni Alexandrovich Tarkovski,

citado por su hijo en Esculpir en el tiempo

 

En el eBook Esculpir en el tiempo escribe Andrei Tarkovski, entre muchas ideas brillantes sobre el cine y la vida, estas líneas, que no forman parte de un mismo párrafo, pero que, juntas, me parece, forman una misma intención:

“Para poder informar de lo vivo, el artista presenta lo muerto; para poder hablar de lo infinito, el artista presenta lo finito. Un sustitutivo. Lo infinito no es materializable, tan sólo se puede crear una ilusión, una imagen.

“Lo terrible está encerrado en lo bello, lo mismo que lo bello en lo terrible. La vida está involucrada en esa contradicción, grandiosa hasta llegar al absurdo, una contradicción que en el arte aparece como unidad armoniosa y dramática a la vez.”

 

En el epílogo revela que, en realidad, el libro no fue escrito de un tirón, sino a lo largo de muchos años. Para los que hemos disfrutado de sus películas, es especialmente atractivo leer lo que dice de sus historias, de sus ideas iniciales, de sus personajes, de sus actores, de la construcción del guion, del arte y del artista: “Las condiciones imprescindibles para la lucha del artista hasta llegar a su propio arte son la fe en sí mismo, la disposición de servir y la falta de compromisos externos.

“Al contrario de lo que se suele suponer, la determinación funcional del arte no se da en despertar pensamientos, transmitir ideas o servir de ejemplo. La finalidad del arte consiste más bien en preparar al hombre para la muerte, conmoverlo en su interioridad más profunda.

“Una obra maestra es un juicio –en su validez absoluta– perfecto y pleno sobre la realidad.

“Goethe tiene toda la razón cuando dice que es tan difícil leer un buen libro como escribirlo.”

Las Brisas Foto: HCM

Uno de los cuentos más célebres de Eraclio Zepeda, nuestro gran cuentista y cuentero chiapaneco, es “Don Chico que vuela”. Lugar común ha sido decir que es una historia contada oralmente en la frailesca de donde, tal vez, Eraclio la escuchó y la fijó literariamente. El Dr. Fernán Pavía escribió después un texto que a mí no me quedó claro si es de invención o sacado de un documento histórico donde la misma anécdota (un campesino que vuela con falsas alas) sucede varios siglos atrás, en Comitán.

Sin embargo, Tarkovski cuenta lo mismo sobre una escena de su película Andréi Rubliov, y parece una síntesis del cuento de Laco, del texto de Pavía: “El guion preveía el siguiente episodio: un campesino fabricó unas alas, subió a una catedral, se lanzó al vacío desde lo más alto y se estampó contra el suelo. ‘Reconstruimos’ este episodio reteniendo en nuestro interior su núcleo psicológico: a todas luces existía una persona que había pasado toda su vida soñando con volar”.

 

“La literatura ha de ser refundida hasta ser arte cinematográfico. Lo que significa que deja de ser literatura una vez que la película está hecha. Cuando ésta se ha rodado del todo, ya tan sólo queda lista para el montaje. Ya a nadie se le ocurrirá decir que eso es literatura. Se parece más a la narración de lo que ha visto un ciego.”

 

“En el fondo yo tiendo a pensar que el mundo ya suena de por sí muy bien y que el cine en realidad no necesita música, con tal de que aprendamos a oír bien.”

 

“El artista real siempre está al servicio de la inmortalidad.”

Contactos: hectorcortesm@gmail.com

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