El calalá

Dicen que un diablo se enamoró de una bella surimba, en esos tiempos en donde convivían en el pueblo, brujos y ángeles, sacerdotes y mitoteros, dioses y satanases. Eso dicen.

Dicen, además, que ese diablo, con tal de tener entre sus brazos a la muchacha, aceptó casarse por la iglesia, y que, como todo caballero comulgante, recibió la hostia en su boca, pero no la comió. Al salir de la ceremonia, la escupió.

Inician festividades del Corpus Christi en Suchiapa con el Día del Padre Eterno – Foto Irvin Esplaz (1)

Los más viejos recuerdan un relato que escucharon de sus abuelos, que una cosa tan sagrada no podía estar en el piso, y que solícitas, unas abejas la recogieron y la llevaron a un árbol hueco en medio de un bosque frondoso.

Los animales del bosque al ver a aquellas abejas proteger y adorar al Santísimo Sacramento, ellos también dejaron sus labores cotidianas, y sumaron sus garras, pezuñas y su ingenio a construir un altar. Eso dicen.

Al ver salvada la hostia y en buen resguardo, aquellos animales organizaron una fiesta que duró varios días y varias noches. Hubo danzas, trago y música.

Los tigres, que habían bajado de las montañas más altas, bailaban agazapados; también llegaron venados cola blanca, iguanas, conejos y cuanto animal había en aquellos bosques azulados. Bajó un dios convertido en serpiente emplumada, con una espada reluciente, y otro más pequeño, un niño sabio y amoroso, con arco y flechas imbatibles. 

Sigue el relato, transmitido de boca en boca por muchos siglos, que llegaron, atraído por la alegría y la música, hombres y mujeres de Suchiapa. Al enterarse de la celebración, por vergüenza de no saber cuidar el Santísimo Sacramento, se pintaron de blanco la cara. También se emborracharon y también danzaron.

Ya bolos, estos hombres, se pelearon con los dioses y los animales. Pelearon con tanta furia que expulsaron por igual a dioses buenos que a traviesos. Pero en ese combate ahuyentaron por siempre a venados cola blanca y a tigres, los cuales solo regresan en la festividad del Calalá, en Corpus Christi, que hoy inicia en mi pueblo.