El triunfo de AMLO, la hegemonía de MORENA y el papel ciudadano

Se cumplieron los pronósticos. Andrés Manuel López Obrador será el próximo presidente de México. Una marea de mexicanos -como se esperaba- lo apoyó hasta el final en esta su tercera oportunidad de acceder a la presidencia nacional. Ese apoyo significará que AMLO no tendrá contrapesos en el ejercicio del poder, porque la aplanadora de MORENA hizo chiquitos a todos los partidos políticos.

Sobre todo, en estas elecciones lo que se tiene que resaltar es que si bien el país dio un giro -por mucho tiempo impensado- hacia la izquierda política; la sociedad mexicana lanzó dos poderosos mensajes: está harta de la corrupción y la impunidad de su clase política, no parece que la permitirá más, por lo que no le canceló la continuidad y, además; se movilizó electoralmente para buscar un cambio.

En consecuencia, el México de la alternancia política; ningún presidente nacional había tenido ese respaldo popular; pero tampoco lo tuvieron los presidentes emanados del PRI hegemónico porque los votos de esa época, eran parte de un sistema corporativo. No es que se inhibiera el derecho a votar, lo que quitaba el sistema -encabezado por el PRI- era el derecho ciudadano a elegir entre diversas opciones.

Los partidos políticos fueron avasallados por MORENA y su candidato a la presidencia. Tengo la impresión de que por lo menos en Chiapas los candidatos de MORENA -incluido el candidato a la gubernatura- se sentaron a esperar que el tsunami López Obrador, les abriera también el paso a acceder a los puestos políticos en disputa.

El resultado de ese arrastre es que por lo menos en los próximos tres años; MORENA y Andrés Manuel López Obrador no tendrán contrapesos políticos en la cámara legislativa; aunado a ello, muchos líderes de opinión pidieron que al votar se pensara en guardar los equilibrios. AMLO por su parte pedía lo contrario y con el apoyo electoral, ganó prácticamente todo.

A la aplanadora de MORENA para lo único que no le alcanza es aprobar cambios constitucionales; tendrá mayoría simple en las cámaras, pero no la mayoría absoluta; por lo que necesita tejer alianzas con la oposición. Pero ante las condiciones de estar arrollados; los partidos políticos tendrán primero que reconfigurarse y ya después, confrontarse o aliarse con MORENA.

 

¿Qué sucederá en un escenario de “carro completo” de MORENA?

Además de quedarse chiquitos; los partidos políticos tendrán que reagruparse para después convertirse en oposición. Ante la aplanadora morenista, incluso los gobernadores se someterán a lo que pida el dentro de poco, presidente electo Andrés Manuel López Obrador.

El dilema del PRI será definir quienes lo dirigirán; pero también el camino ideológico; regreso al nacionalismo o el rumbo neoliberal de los últimos treinta años. El PAN también pasa por definir un rumbo ideológico y por la disputa de los liderazgos.

Por otro lado, la aplanadora de votos que legitima a AMLO; permitirá que el proyecto político, económico y social de MORENA y su líder, camine con mayor velocidad y con ello, se puedan cumplir con mayor rapidez los compromisos y los ideales de López Obrador.

La velocidad de concreción de las propuestas de MORENA es básica para aprovechar inmediatamente la popularidad y la legitimidad del virtual presidente López Obrador. El proceso de transición, que administrativamente se expresa en los asuntos de entrega-recepción- deberá contener la traducción financiera de lo que su plataforma política ofrece. Es decir, se debe -durante el proceso de transición- de etiquetar financieramente las propuestas de campaña.

 

¿Y la relación con Estados Unidos?

Sin ser iguales porque el mexicano es de pensamiento de izquierda y el americano de derecha; Donald Trump y López Obrador tienen una característica en común; son promotores del desarrollo del mercado interno. Tal vez por ello Trump desconfiaba de Enrique Peña Nieto y Luis Videgaray, quienes tienen un pensamiento neoliberal.

Desde esa perspectiva, es posible un buen entendimiento entre los dos mandatarios porque comparten los mismos intereses ideológicos-económicos. Lo ideal sería que la relación bilateral mejorara, Estados Unidos apoye vía Banco Mundial los proyectos de infraestructura de López Obrador y con ello, el mercado de trabajo en México se amplié.

 

¿Qué pasa si por cualquier coyuntura, no se pueden cumplir los compromisos de campaña de AMLO?

Queda actuar contra la corrupción para no perder base social. Incluso la alianza con el gobierno de Chiapas es coyuntural. Nada garantiza que no se destape nada de la corrupción de este y otros gobiernos. La legitimidad se gana en las urnas, pero se conserva con el cumplimiento de las promesas de campaña. La bandera “morenista” era la lucha contra la corrupción y esta debe ser una tarea inmediata.

 

¿Y la sociedad?

Así como la sociedad fue protagonista en estas elecciones; tendrá que serlo en el futuro. No hay contrapesos políticos para el ganador de las elecciones y la sociedad tendrá que asumir el papel de ser cuestionadora de las decisiones públicas. Por fin; muchos luchadores sociales de tendencia de izquierda se convertirán en gobierno. Toca a la sociedad mexicana, cuestionar y escudriñar el desempeño público a los que antes cuestionaban al gobierno.

Ya tuvimos el trago amargo de voltear a ver a los mexicanos más vulnerables con la irrupción violenta del zapatismo. Se detuvo si la violencia; pero los éxitos sociales fueron pocos, salvo los que tienen que ver con las reformas políticas-electorales que, en mucho; hoy sostienen el triunfo de López Obrador.

Ya vimos como Vicente Fox le falló a la soñada alternancia democracia nacional al convivir con los grupos de poder que le heredó el régimen priista. No quiso o no pudo destruir a esos grupos fácticos. En consecuencia, rápidamente perdió la legitimidad política que le dieron las urnas. No es deseable para una sociedad desencantada de sus políticos, que ese sea el caso de López Obrador. Es su tarea la posibilidad de cambiar el status quo político mexicano.

El protagonismo de la sociedad mexicana en estas elecciones y como contrapeso del poder absoluto que tendrá AMLO, también se refiere a que seamos capaces de defender la libertad de expresión.

No olvidar que a partir de la difusión de la compra de la “Casa Blanca” los demás casos de corrupción se sucedieron en cascada. Y ni hablar de la tragedia de Ayotzinapa. En ese sentido, “La Casa Blanca” y Ayotzinapa resultaron ser el principio del fin del sexenio de Peña Nieto y el punto culminante del ocaso priista y peñanietista fue el “gasolinazo”.

La sociedad debe exigirle al hoy virtual presidente electo, respeto a la pluralidad de ideas, a las libertades y específicamente y por lo pronto; la creación de una “comisión de la verdad” para el caso de Ayotzinapa y para los casos documentados de corrupción.

Conviene recordar que, para muchos políticos; la preferencia es evitar escarbar el pasado para no trastocar intereses; si AMLO elige ese camino; muchos temas de la corrupción mexicana quedarán impunes; pero su gobierno debe -por lo menos- de garantizar que ese fenómeno no vuelva a ocurrir.

Si ese es el camino -dejar atrás el pasado- que AMLO elige para la gobernabilidad nacional; entonces ¿Qué hacer?

Correspondería democratizar los mecanismos de elección de los candidatos. Acabar con las imposiciones y el uso faccioso de los programas sociales, inaugurar la “meritocracia” en el servicio público y acabar con la herencia de los cargos públicos. Hacer que su “constitución moral” sea una realidad.

El primero de julio nació un nuevo partido hegemónico; pero también la sociedad nacional se hartó del status quo. Esto no debería desembocar en una presidencia imperial como lo fueron las del PRI hegemónico. Más bien es la oportunidad para que AMLO encabece un gobierno que haga crecer económicamente más al país y lo haga equilibradamente.

En ese sentido -a mi entender- el crecimiento económico tendría que ser la prioridad de AMLO, junto con el abatimiento de la violencia y el cese de la corrupción e impunidad.

“Bajo ninguna circunstancia, el próximo presidente debe permitir la corrupción ni la impunidad, “Sobre aviso no hay engaño: sea quien sea, será castigado. Incluyo a compañeros de lucha, funcionarios, amigos y familiares”. Esas fueron las palabras del hoy virtual presidente electo; esperamos que las honre. La sociedad demostró que está lista para exigirle que así sea; porque está harta que no le cumplan y dispuesta a buscar el cambio.

“No robar, no mentir, no traicionar”; son los mandamientos de AMLO. Esperemos que le cumpla a la sociedad; porque está dividida; pero demostró que desea un presidente para todos los mexicanos, no para las elites. No es AMLO el que tiene la oportunidad de convertirse en el mejor presidente de México; es la sociedad la que pide transformar al pais. Ojalá y el virtual presidente electo sea un buen conductor de nuestros destinos comunes.

Twitter: @GerardoCoutino

Correo: geracouti@hotmail.com

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