La vida rial de Marco Antonio Besares Escobar

Mi vida rial en las palabras es un viaje por las muchas vidas de Marco Antonio Besares Escobar: por sus vuelos de chorcha infantil en Tuxtla Chico, su regreso a Villaflores y el descubrimiento embelesado y gustoso de la vida cotidiana de la Frailesca, por sus años de estudiante de doble licenciatura en San Cristóbal, y por su quehacer como versificador y ensayista, en donde pierde la compostura risueña, para enfocarse con ánimo serio a los vericuetos del pensamiento profundo.

El texto compendia el registro notarial, picaresco y alegre del impulsor principal de la Rial Academia de la Lengua Frailescana, referente cultural en Nambiyiguá y más allá de las fronteras invisibles del Chiapas jacarandoso.

En Mi vida rial vamos a encontrar una retajila de personajes deslumbrantes. Vamos a saludar a don Tárcilo, centenario, y como tal, próximo candidato al panteón municipal, que no quiere que lleven su cadáver en carroza, porque el carro lo marea y vomita. También podemos dar la mano a Crescencio Torija, quien para su entierro ha escogido un estuche sonoro de hormiguillo pa’ que pueda interpretar bien Las golondrinas. Ai lo ven: cajón de hormiguillo para que nos vayamos de este mundo escuchando Xelajú, aunque sea canción guatemalteca, que el buen gusto todo lo expropia, o El triste, del encaminador de bolos, muy festejado por su cuerpo extraviado y su sepelio infinito.  

Don Crescencio era un hábil expropiador de frases que le gustaban. De José Moscoso, poeta desmadroso de la Frailesca, repetía unos versos que se hicieron célebres entre la mapachada allá por los años veinte del siglo pasado:

Morir es punto penoso,

y no morir es mejor,

porque ha de ser doloroso

morir y dejar su amor

en brazos de otro baboso

y de ribete hablador.

En mi libro Santiago Serrano hablo de José Moscoso, quien para no sufrir por la provisión de alcoholes inventó su propio elíxir que puso por nombre Drake. En una ocasión, cuando Chanti, todo crudo, después de una noche de copiteos, atravesaba la cañada de Villaflores con rumbo a Suchiapa, se le aparejó José Moscoso, quien le ofreció una garrafa de trago. Le dijo que era vino que él mismo había inventado, que no dejaba cruda, y que a los poetas los convertía en más sentimentales.

José Moscoso, aparte de poeta era cantante, y por esos rumbos antes solitarios de La Palma, frontera invisible de Suchiapa con Villaflores, se puso a cantar los siguientes versos alusivos al vino olvidado.

Este es un tónico extra

el que te voy a obsequiar.

Procura el codo empinar,

por supuesto, el de la diestra.

Que el gañote no te atraque

al libar este licor,

pues su excelente sabor

no te ha de saber a draque.

Don Crescencio recogía frases de aquí y de allá, y las adoptaba y repetía con gran gusto. “No hay sinvergüenza que no sea desconfiado”, decía y decía bien. 

En este libro festivo como su autor, nos topamos con Tomás el descoyolado, quien para no estropear su pantalón nuevo que le apretaba, decidió arrancarse las partes nobles que, según él, le estorbaban. Con esta “operación capativa, de hacelo vos mismo”, se convirtió en el chiclanazo más célebre y célibe de la Frailesca. 

Nos vamos a encontrar, con tío Memo, quien después de que se voló el dedo en un accidente con el cigüeñal de su carro, para que nadie se le adelantara en la maldá, decidió rebautizarse como tío Momo, en lugar de tío Memo. 

En la escritura notarial chispeante, que es Mi vida rial en las palabras, Marco Antonio Besares Escobar da fe de su padre, Guillermo Besares Camacho, marimbista, sastre, recaudador de hacienda, bohemio y componecarro –tanto no que “no le veía gracia” comprarse uno nuevo, porque no se descomponían, y así no le levantaban el ánimo–. En sus últimos años de su vida sucumbió a la mercadotecnia y se compró un carrote, negro solemne de 8 cilindros; era un carrazo bestial, capaz de transportar a toda la Rial con butaque numerado. Su madre, doña Gloria Escobar Torija, a sus 93 años, es la fedataria mayor de este monumental e imprescindible libro de los admiradores del mágico Nambiyiguá. 

Vamos a saludar también a Baldemar Ortega, reconocido empresario del caite de suela de llanta, quien fabricó unos zapatos “primorosos” para los complicados pies de Shalom, que con aquellos magníficos pares, dignos de una exposición, fue capaz de caminar casi derechito y aventarse los mejores sones surgidos de la marimba del maestro Humberto Moreno Penagos.

—Qué bien bailás vos, Shalom!, ¿quién lo iba decí así como estás no? —le dijo una muchacha.

A lo que Shalom, contestó:
—Sí pué y cojo.
De nuevo le dijo la muchacha:
—En serio te lo digo, qué bien te movés.
Y este le volvió a contestá: —Y así cojo. 

A lo que ella toda azariada le dijo: 

—Yo también, pero no lo digás tan fuerte por donde esta tía Moncha, se pueden enterá. 

En este libro maravilloso, con diseño agradable y atractivo de mi amigo Edgar Lara Morales, nos vamos a encontrar con gringos angustiados y enamorados, con chuchos pastores ejidales, con los poemas enamorados del bolopoeta, que a diferencia de su registro notorial, son desgarradores, surgidos quizá de una noche desvelos y de cruda, después de haber olido —que no bebido—, los mejores tequilas y la mejor taberna de los alrededores, porque para embriagarse al bolopoeta le bastan las palabras de su tierra, vecina de Macondo y sus mariposas amarillas. 

Todo esto pasa por el libro notarial más sorprende de Chiapas, cuyo autor es este escritor somético, de capacidad oyética mayúscula, versificador sensible, bolopoeta genial, apapachador y abrillantador de amigos, funcionario sobresaliente y estupendo organizador de ferias de libros sin butaque numerado. 

Marco Antonio Besares es el arquetipo del encaminador de almas por lo nuestro, por lo propio, ante el apabullante e incierto mundo globalizador. Nos muestra, desde hace muchos años, los asideros desde dónde encontrarle sentido a la vida: “ser local y ser universal”, nos receta, y a su aderezo le agrega cucharadas de especias de  alegría, porque el humor es la demostración de contentura en este paso por el mundo picaresco y surrialista que se nos presenta a diario, si queremos rialmente descubrirlo. 

Texto leído en la presentación de Mi vida rial en las palabras de Marco Antonio Besares Escobar, en la Feria Internacional del Libro de la UNACH, el 4 de octubre de 2019.

Fuente:

Besares Escobar, Marco Antonio (2019). Mi vida rial en las palabras. Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, México: Rial Ediciones. 

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