Cine y política en Centroamérica

Por Delmar Méndez Gómez*

Alguna vez Torres-Rivas afirmó que Centroamérica tiene memoria en la piel, con cicatrices visibles y palpables causadas por una historia social, económica y política que ha configurado un escenario adverso, marcado por la violencia, por los conflictos armados, el despojo y la privatización de los recursos naturales, provocando una constante persecución política, mayor desigualdad social y la migración internacional de miles de centroamericanos.

Las memorias de Centroamérica ––una región diversa, multicultural y multiétnica–– tienen rostro y voz, las cuales han sido contadas en uno de los medios que, si bien no ha tenido la suficiente difusión, ha sido fundamental para reconstruir las memorias invisibilizadas de la región: el cine. Se ha planteado que el cine y los audiovisuales son expresiones culturales, artísticas y políticas que se configuran en lugar y medio de memoria (Nora, 1984). El cine ha sido retomado por diferentes cineastas e instituciones para reconstruir el pasado. Se ha polemizado la idea de que, por medio del cine, se busca imponer una cierta versión oficial del pasado que conviene a un Estado o a una nación, generalmente cuando se busca encubrir y legitimar acciones durante periodos históricos conflictivos (Vázquez, 2001). Con el cine se puede presentar y, al mismo tiempo, ocultar aquello que no se desea hacer visible ni pronunciable. Pero el cine también puede interpelar y proponer otras narrativas de las memorias, a partir de versiones y visiones del pasado que inciden “en nuestra forma de recordar: cambiando los contenidos de nuestra memoria, cambiando nuestra propia memoria” (Amount, 1999, citado en Vázquez, 2001: 35). El cine puede ser posibilidad de apertura de otras lecturas del pasado vivido.

El cine en Centroamérica es diverso, y aunque no ha tenido una producción constante, ha sido importante en los distintos ciclos político y democráticos, al ofrecer una visión que interpela a la historia oficial de los Estados. Cada uno de los países, desde Panamá hasta Guatemala, ––y por supuesto en México––, tiene una historia particular sobre el proceso de iniciación del cine, algunas con un amplio camino recorrido, y otros en construcción. La década de los setenta ––entre las guerrillas civiles y la luchas por la Liberación Nacional–– es una de las más importantes para el cine en Nicaragua, en donde se creó la Cinemateca Nacional de Nicaragua en 1979, después del triunfo de la Revolución Popular Sandinista; y en Costa Rica, donde se fundó el Centro Costarricense de Producción Cinematográfica en 1977. Muy tardíamente se estableció la Cinemateca Nacional en Honduras, en el 2010. Caso contrario con Panamá, El Salvador y Guatemala, países en donde no cuentan todavía con instituciones impulsadas por el gobierno, para el fomento del cine y su preservación, y tampoco con una ley de cine que garantice la producción, difusión y exhibición de las películas en todos sus géneros.

A pesar de que las instituciones relacionadas con el cine son relativamente recientes, y en otros casos donde aún no existen, hay una producción amplia de películas, principalmente del género documental. Son pocas las de ficción y animación debido a los altos costos de producción y ante una industria de cine que todavía no se consolida en la región. Es importante destacar que se han encaminado diferentes iniciativas emergentes que buscan crear espacios para exhibir y difundir las películas filmadas en y sobre Centroamérica[i], como lo es el Festival Internacional de Cine en Centroamérica. Ícaro, impulsado por la Escuela de Cine y Televisión “Casa Comal”, la Unidad de Cine y el Ministerio de Cultura y Deporte de Guatemala, festival en el que participé y pude conversar con varios y varias cineastas emergentes, quienes me compartieron su percepción sobre el cine en Centroamérica, el cual se considera en crecimiento: “el cine está en un apogeo importante con el cine emergente, Guatemala está tratando de impulsar una industria” (Daniel Salvador, documentalista maya-quiché, Guatemala). Asimismo, se expresa que hay trabajos colectivos que impulsan la cinematografía: “lo más importante que está sucediendo con el cine centroamericano son los esfuerzos en conjunto para empezar a impulsar un cine en la región” (Joel Sánchez, guionista, Nicaragua).

Centroamérica se caracteriza por la amplia producción de filmes documentales que abordan problemáticas sociales como la migración, las secuelas de las guerras civiles, la formación de las pandillas y las expresiones político-artísticas en tiempo de guerra. “Es un cine que se enfoca en lo social, son historias que suceden en las poblaciones, no hay tanto cine de género, creo que es parte de la tradición cinematografía nueva más cercana que busca contar historias personales” (Joel Sánchez, guionista, Nicaragua). Asimismo, hay una visión compartida sobre los tratamientos fílmicos que el cine actual está ofreciendo: “están surgiendo nuevas narrativas en todos los países centroamericanos, y eso es bueno porque narran distintas realidades nuestras, contadas por nosotros” (Cecilia Us, maya quiché, cineasta, Guatemala).

Es importante señalar que hay una perspectiva novedosa y políticamente necesaria relacionado con el cine afrocentroamericano, afrocaribeño, afroantillano, grupos sociales y culturales que han sido históricamente minorizados, subalternizados y excluidos. “En Panamá se está haciendo un cine que comparte la vida de los afropanameños como en la música, por ejemplo, una noche de Calypso” (Duiren Wagua, cineasta del pueblo Cuna, Panamá). Sucede lo mismo, con los pueblos originarios de Centroamérica, quienes han impulsado una producción de cine importante, con mayor presencia en Guatemala “el cine de los pueblos originarios está impulsando temas con la cultura, una forma de ejercer su derecho a comunicar, a ejercer la mirada y la voz” (Daniel Salvador, documentalista maya-quiché, Guatemala). Caso contrario en los países de El Salvador, Nicaragua y Honduras donde las posibilidades de creación audiovisual son todavía adversas para los pueblos originarios, como sucede con los garifunas en Honduras y con los pueblos en Panamá: “en Panamá no hay mucha producción de cine indígena, apenas estamos empezando, somos muy pocos los que estamos trabajando para dar voz a las realidades de los pueblos indígenas” (Duiren Wagua, cineasta del pueblo Kuna, Panamá).

También, es de destacar al auge de mujeres centroamericanas que hacen y producen cine[ii], con el que plantean diferentes temas que los hombres pocas veces han narrado como son los temas de la violencia de género, la migración de mujeres, las mujeres en las artes, el trabajo doméstico, entre otras. “El cine que hacen las mujeres de El salvador, en Centroamérica, es visibilizar la cultura machista y cómo ha afectado a las mujeres, a su cuerpo, en la familia, en la sociedad” (Adriana Morán, guionista, El Salvador). La mirada de las mujeres, su voz, su pensar y sentir se hace presente en el cine: “me alegra que haya cada vez más mujeres haciendo cine sobre temas que nadie antes ha planteado” (Cecilia Us, maya quiché, cineasta, Guatemala).

En los países de Centroamérica hay desafíos particulares de la producción fílmica pero con hilos en común: los pocos fondos económicos, las pocas escuelas de cine, el poco apoyo para la difusión de las películas en salas comerciales, la carencia de leyes sobre cinematografía que garanticen su producción y promoción, y la poca formación de públicos que visualicen el cine centroamericano. A pesar de estas adversidades, varios y varias cineastas, documentalistas y de más actores partícipes en el cine, están impulsando un nuevo cine centroamericano que reivindica el pasado, que enfoca la mirada en lo que ha permanecido oculto y silenciado, que ejerce un deber de memoria contra el olvido, como afirmaron varios colegas durante el festival: “un pueblo sin cine, es un pueblo sin rostro”.

* Integrante del Observatorio de las Democracias: sur de México y Centroamérica (Odemca), del Centro de Estudios Superiores de México y Centroamérica (Cesmeca-Unicach). E-mail: delmarmego@gmail.com

[i] Algunos festivales son: Festival de cine en Costa Rica (Costa Rica), Festival de Cine San Salvador (El Salvador), Festival Memoria, verdad y justicia (Guatemala), Movimientos de Artistas Mayas de pueblos originarios, Rukux (Guatemala), el International Film Festival de Panamá, Costa Rica Festival Internacional de Cine, por mencionar algunos.

[ii] Algunas de las películas dirigidas por mujeres son: Heredera del viento (Gloria Carrión Fonseca, 2017), Los ofendidos (Marcela Zamora, 2016) La asfixia (Ana Isabel Bustamante, 2018), El despertar de las hormigas (Antonella Sudassasi, 2019), por mencionar algunas.

Nora, Pierre (1984). “Les Lieux de Mémoire”. La République París, Gallimard, pp. 17-44. Traducción de la cátedra Seminario de Historia Argentina Prof. Fenando Jumar C.U.R.Z.A. Universidad Nacional del Comahue, pp. 1-22.

Vázquez, Félix (2001). La memoria como acción social. Relaciones, significados e imaginarios. Barcelona: Gedisa.

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