Sembrando Vida para dinamizar la reproducción del capital

Fernando Pérez[*]

El programa Sembrando Vida se concretizó en la inversión de 23 mil millones de pesos (53% más de lo presupuestado para 2019) para rescatar 575 mil hectáreas. Se trata de la inyección de capital más grande realizada por el Gobierno federal en las últimas tres décadas, cuyo objetivo “es contribuir al bienestar social de las y los sujetos agrarios en sus localidades rurales e impulsar su participación efectiva en el desarrollo rural integral”[1] del país. El programa cuenta con casi 230 mil beneficiarios y se basa en la transferencia de 5 mil pesos mensuales a la cuenta bancaria -creada por el propio gobierno- del productor, con el propósito de que los campesinos trabajen la tierra, generen empleos, no migren e incentiven el desarrollo de la economía local y regional. Sin embargo, aunque el programa parece muy generoso y prometedor, en la práctica tiene serias dificultades, entre éstas la composición del campesinado actual y la dinámica del mercado derivada de las políticas neoliberales. Por lo que, dichas transferencias terminan fortaleciendo el consumo de mercancías y la reproducción de capital.

De acuerdo al Informe de avances presentado por la Secretaria de Bienestar María Luisa Albores González, el padrón de Sembrando Vida cuenta con un registro de 229 mil 91 beneficiarios (de una meta de 230 mil para este año) y una superficie de 572 mil 727 hectáreas. Del total de beneficiarios, 79,751 se ubican en el estado de Chiapas; 59,816 en el estado de Tabasco; 52,462 en el estado de Veracruz; 9,974 en el estado de Campeche; 9,984 en el estado de Durango; 7,161 en el estado de Puebla; 4,984 en el estado de Quintana Roo; y 4,959 en el estado de Yucatán. El avance es de 99.6% de la meta programada para este año, abarcando 362 municipios, 4 mil ejidos, 400 comunidades (de tierra comunal) y más de 3 mil localidades con pequeña propiedad.[2] Lo relevante para ella es que están trabajando con 25 pueblos originarios con altos índices de pobreza, y que por cada tres beneficiarios registrados en el programa una es mujer.

Las cifras oficiales indican que de las 575 mil hectáreas programadas, alrededor del 40% corresponde a cultivos agroindustriales, entre los que se destaca el café, cacao, maguey y coco; el 27% está contemplado para restaurar sistemas agroforestales con la siembra de plantas maderables como el cedro rojo, caoba, macuilis, bojón blanco y otras especies; el 23% están destinados para plantar árboles frutales como la guanábana, el plátano y otras frutas tropicales; y el 10% se trabaja ya con el sistema de milpa (maíz, frijol, calabaza, entre otros). Aunque este porcentaje es mayor, pues mientras las plantas estén en proceso de siembra o crecimiento, la superficie destinada para frutales y agroforestales están siendo ocupadas para el cultivo de maíz y frijol. De los 575 millones de plantas programadas para sembrar en este año, apenas se ha avanzado en un 10%, el cual fue aportado por la Secretaría de la Defensa Nacional. Institución que proveerá 100 millones de plantas para esta primera etapa del programa. El resto será extraído de los 5,794 viveros comunitarios que se están construyendo en los ejidos y comunidades, de los cuales 3,343 se encuentran en fase de operación, además de la adquisición en viveros privados. Con esto intentará un proceso de restauración productiva, la reforestación y el rescate de ecosistemas. En palabras de la Secretaria de Bienestar: “Sembrando Vida apuesta por la regeneración de los ejidos, de las comunidades y de los territorios rurales”.[3]

El programa cuenta con un equipo de trabajo conformado por 13 coordinadores territoriales, 229 facilitadores, 1,140 técnicos productivos y 1,145 técnicos sociales. Además de 23 mil 720 becarios del programa Jóvenes Construyendo el Futuro. Cada coordinador territorial tiene un equipo integrado por 20 facilitadores y 200 técnicos (sociales y productivos), quienes se encargan de brindar asistencia técnica, formación y acompañamiento a 20 mil productores. Para realizar el trabajo en los ejidos y comunidades se creó la figura de Comunidades de Aprendizaje Campesino (CAC), integrada por 25 productores. Así, dos técnicos -uno social y otro productivo- se encargan de ocho CAC, y en cada CAC están presentes tres becarios de la misma comunidad. De esto se destaca que el 40% del presupuesto total se destine al pago del personal y gastos de operación, el 60% a los productores y de éste el 10% a los bancos por la vía del ahorro.

Para el gobierno federal Sembrando Vida “significa producción, empleos, arraigar a los campesinos a sus lugares de origen, mejorar o proteger el medio ambiente, reconstruir el tejido social y las economías locales”. Sin embargo, se debe de tener en cuenta que el campo mexicano atraviesa por una profunda crisis, resultado de las políticas neoliberales aplicadas desde 1982, que llevaron al cierre y privatización de empresas paraestatales como el Instituto Mexicano del Café que apoyaban en la producción y comercialización de las unidades campesinas. Estas políticas le permitieron al Estado ceder la regulación de los precios de los productos agrícolas al “libre” mercado, dejando a los campesinos sin protección.

Además, el Tratado de Libre Comercio con América del Norte (TLCAN) sumergió a los pequeños productores a una competencia desigual con los productores agrícolas de Estados Unidos y Canadá, desembocando en un incremento de la importación de las materias primas y granos básicos, entre los que se destacan maíz y frijol. A ello se agrega la reforma al Artículo 27 constitucional que en 1992 puso fin al reparto agrario y a la ampliación ejidal, dando inicio a la mercantilización de la tierra a través del Programa de Certificación de Derechos Ejidales y Titulación de Solares (PROCEDE). De esta manera, los canales para acceder a la tierra se redujeron a la herencia (vía división de la parcela familiar) y a la adquisición.

En este sentido, el crecimiento de la población al interior de los ejidos y comunidades desembocó en la consolidación de un sector campesino minifundista y de trabajadores asalariados. Quienes regularmente, ante la caída recurrente de los precios de los productos agrícolas y la falta de apoyos para el campo, fueron los más propensos para migrar a las ciudades del centro y norte del país, y hacia Estados Unidos. Situación que fue agravada por la crisis financiera de Estados Unidos en 2007 y las afectaciones del cambio climático (plagas, enfermedades, inundaciones, sequías).

Estos acontecimientos reconfiguraron la economía y las condiciones de vida de la población campesina, particularmente en los estados del sur-sureste del país. De hecho, en Chiapas se ubican tres de los quince municipios con los mayores índices de pobreza en México: Aldama con 99.5%, San Juan Cancuc con 99.5% y Chalchihuitán con 99.2%.[4]Municipios donde Sembrando Vida tiene poca influencia debido a que una buena parte de la población no cuenta con las 2.5 hectáreas requeridas por el programa, o si las tienen están cultivadas y no fueron aceptadas por los técnicos, dado que la prioridad son tierras sin siembra. Esto a pesar de en Chiapas se concentra el 35% de los beneficiarios del programa.

El tamaño de la superficie es uno de los problemas estructurales que también se identifica en otras regiones de Chiapas, donde algunos avecindados y posesionarios, para entrar al programa, tuvieron que asociarse y juntar sus parcelas. Aunque por otro lado, existen lugares donde los ejidatarios o propietarios poseen tres o cuatro veces más la superficie requerida y lograron beneficiar a otros miembros del mismo núcleo familiar. Alentando las tensiones al interior de los ejidos y comunidades, así como la diferenciación económica y social.

Si bien la transferencia gubernamental es de 5 mil pesos mensuales por productor, éste solo puede acceder a 4 mil 500 pesos. El resto se queda en el banco bajo el concepto de “ahorro”. Por lo que, tomando en cuenta el total de beneficiarios, el ahorro mensual asciende a 114 millones 545 mil 500 pesos, equivalentes a 1,374 millones 546 mil pesos al año. Una cifra nada despreciable para los bancos que participan en la distribución del dinero, entre ellos, Banco Azteca. El negocio principal se basa en que los bancos pueden invertir el ahorro de los productores, generar intereses y obtener buenas ganancias, sin pagar algún tipo de interés al ahorro del productor. En todo caso, si se quedan en Bansefi, éste los ocupará para brindar crédito en efectivo a los mismos u otros campesinos.

Ahora, los 4 mil 500 pesos al mes son equiparables a 43 salarios mínimos de 102.68 pesos. Pero si se considera al campesino como asalariado -como lo han hecho en el discurso- y si se descuenta su salario de 30 días, sólo quedan 13 salarios para contratar a otro trabajador. Es decir, eso de que los campesinos generen empleos a partir de las transferencias gubernamentales es un eufemismo que oculta la explotación de la fuerza de trabajo en el área rural. Puesto que en varias regiones del país los campesinos que contratan trabajadores no se basan en el salario mínimo porque ellos bien saben que éste no alcanza siquiera para satisfacer sus necesidades básicas. Por ejemplo, en regiones como el Soconusco, el salario actual es de 120 a 150 pesos por una jornada de 6 a 8 horas, por lo que, la transferencia gubernamental se reduce al pago mensual de un trabajador.

Por esto es difícil que un campesino vigoroso con 2.5 hectáreas contrate a un asalariado fuera del tiempo de cosecha, regularmente prefieren trabajar ellos mismos antes que ceder su salario a otro, y no porque no quieran, sino porque ese dinero es el que le permite adquirir sus alimentos y sobrevivir en el campo. En todo caso, si lo hacen siempre es en condiciones precarias. Quienes poseen poco más de esa superficie y ven en el programa un apoyo económico más que el pago de un salario, destinan una parte del dinero para sus alimentos y la otra para pagar dos semanas de jornal a un trabajador asalariado. Pero otros han preferido ocupar el dinero para adquirir aparatos electrodomésticos u otros satisfactores a los que no habían podido tener acceso. Mientras que otros más lo han aprovechado para satisfacer algún vicio, como el alcoholismo.

Los que sí están contratando a trabajadores asalariados son los campesinos mayores a los 65 años, sobre todo aquellos que por su edad, enfermedad o por la migración de sus hijos (as) ya no pueden trabajar la tierra, cediendo todo o parte de ese apoyo a un jornalero para que trabaje su parcela. Pero esto se complica cuando al envejecimiento de la población campesina se suma el padecimiento de enfermedades crónico-degenerativas (diabetes, hipertensión, entre otras), que hacen que las transferencias se destinen a gastos médicos, en medicinas y transporte.

Desde esta perspectiva, la inyección de capital realizada a través del programa Sembrando Vida puede contribuir para que los campesinos beneficiarios trabajen la parcela o un parte de ella, pero no para generar empleos adicionales. Puesto que la mayor parte del dinero lo ocupan para la adquisición de víveres, algo que se vio reflejado en un incremento de casi el 8% en las ventas de abarrotes -en lo que va del año-, reportada por la Asociación Nacional de Abarroteros Mayoristas (ANAM), donde la mayoría de los productos corresponden a las empresas Nestlé, Kimberly, Gamesa, Colgate-Palmolive y P&G.[5] Además de artículos electrodomésticos, celulares y otros productos que derivan en un incremento del consumo en la población rural.

Es posible que los campesinos se arraiguen a la tierra y no migren -como lo indica el Gobierno federal-, pero no favorecerá para incrementar la productividad en el campo. En todo caso, la siembra de nuevas plantaciones permitirá la reforestación y un aumento de la producción a mediano y largo plazo, pero eso no garantiza que mejoren los ingresos de las familias campesinas. Sobre todo, porque los precios de los productos agrícolas siguen siendo establecidos por el mercado neoliberal, donde predomina los intereses del capital privado. Por lo tanto, si el Estado no interviene a favor de la protección de los intereses del campesinado en materia de producción, comercialización y financiamiento -teniendo en cuenta su diferenciación interna-, Sembrando Vida pasará a ser un programa más para dinamizar la reproducción del capital.

Referencias

[*] Doctorante de la Universidad Autónoma Chapingo y colaborador del Observatorio de las Democracias: Sur de México y Centroamérica del Cesmeca. Correo electrónico: pepe_cielo@hotmail.com

[1] https://www.gob.mx/bienestar/acciones-y-programas/programa-sembrando-vida

[2] https://www.youtube.com/watch?v=iLvfg7y9EeU

[3] Versión estenográfica de la conferencia de prensa matutina del presidente Andrés Manuel López Obrador. https://lopezobrador.org.mx/2019/10/09/version-estenografica-de-la-conferencia-de-prensa-matutina-del-presidente-andres-manuel-lopez-obrador-172/

[4] CONEVAL (2015). “Anexo estadístico de pobreza a nivel municipio, 2010 y 2015”. Disponible en: https://www.coneval.org.mx/Medicion/Paginas/Pobreza-municipal.aspx

[5] https://www.jornada.com.mx/ultimas/economia/2019/11/03/incrementa-7-9-socios-de-la-asociacion-nacional-de-abarroteros-7901.html

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