COVID -19 amenaza la ganadería y el campo

Foto: ECOSUR

Por Colectivo Ganaderia y Cambio Climático, ECOSUR* 

La súbita presencia del coronavirus SARS-COV2 en los mercados húmedos de Wuhan (China) y que derivó en la pandemia mundial del COVID-19, ha ocasionado diversas respuestas por lo países para poder gestionar y mitigar la pandemia declarada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en marzo del 2019. Muchos países impusieron medidas restrictivas para impedir la diseminación del nuevo coronavirus (SARS-COV2). En el caso de México, es preocupante el continuo crecimiento de la pandemia, sin embargo todo parece indicar que hasta ahora, el sistema de salud no se ha colapsado y existe un “equilibrio relativo” en el abastecimiento de energía, medicinas y alimentos. En este contexto, el gobierno de la 4T ha dado principal atención a Las ciudades principales y en donde se han centrado las medidas de mitigación ( #susanadistancia  #quedatencasa, #semaforoCOVID). Sin embargo, como comentamos en el anterior artículo (1), hay preocupación con lo que sucederá en el futuro inmediato en el campo y los productores agrícolas y pecuarios. Debido a que la enfermedad ha causado una crisis sanitaria mundial afectando la salud de millones de personas, y sobre todo amenaza a la población más vulnerable- entre las que se cuenta el sector rural-, generando un colapso en la economía mundial. Las implicaciones y las respuestas que han tenido que enfrentar los distintos gobiernos en el mundo han sido distintas, con base en el análisis de sus impactos potenciales, con el fin de encontrar medidas de mitigación a COVID-19 (2)

A escala global, ha ido creciendo en estos últimos meses de 2020, la preocupación de los impactos e implicaciones que COVID-19 podría estar generando sobre el combate a la pobreza, la seguridad alimentaria y la nutrición de las personas. Sin embargo, por ser una enfermedad zoonótica nueva, aun no existen muchos antecedentes de su influencia directa o indirecta sobre de los sistemas agroalimentarios, los cuales son sostenidos por una población rural y periurbana, con altos niveles de pobreza (3). En el caso de la ganadería -importante actividad que permite sobrevivir a cerca de 900 millones de familias pobres en el mundo– sin duda ha sido también seriamente impactada. Debido al carácter  sorpresivo y fulminante de esta pandemia en 2020,  apenas se empieza a tener evidencias y claridad sobre los efectos en los sistemas alimentarios ganaderos, especialmente en aquellos de las familias campesinas e indígenas. En muchos continentes, y especialmente en América latina,  recién se empiezan a conocer los cambios en las estrategias de vida de los productores ganaderos, debido al impacto en sus medios de vida y en las cadenas de valor de la producción agropecuaria. Por ejemplo, Cuales han sido los impactos del COVI-19 en la actividad ganadera ? Cuáles son las condiciones de vida de las familias ganaderas? , estas y otras preguntas intentaron responder diversos expertos  de 38 países de África, América, Asia, Europa y Oceanía en una consulta organizada por la  Global Agenda for Sustainable Livestock (GASL) (4)  ,iniciativa donde participa México con la presencia de  El Colegio de la Frontera Sur (ECOSUR). Bajo un serio y complejo  panorama de crisis socio-ambiental y política en el mundo, se mostraron  los efectos de la Pandemia  COVID-19 sobre los sistemas agroalimentarios ganaderos, en los cuales  se ha disminuido drásticamente la producción, una caída de los ingresos de productores y productoras en diferentes escalas y la reducción del poder adquisitivo de los consumidores. Se observa que los principales impactos sobre la seguridad alimentaria obedecen a una serie de rupturas en muchas cadenas de producción, procesamiento, transformación, distribución y adquisición de alimentos seguros por los consumidores en los mercados. Por ello, mucho de los esfuerzos en diversos países se están enfocado a monitorear su evolución en estos aspectos (3,4).

Un serio problema es el aumento en los precios en la cadena de suministros de alimentos y servicios, la disminución en el empleo y aumento en la migración, en la limitación en la participación de género, en el escaso desarrollo de herramientas para el monitoreo y evaluación para la toma decisiones a tiempo, y en la implementación de sistemas de monitoreo de las respuestas de las políticas públicas (5).  De igual forma, las ganaderas y productores se han visto con dificultades para acceder  a materias primas y servicios como insumos agrícolas, energía, comunicación,  disponibilidad de fuerza de trabajo, recursos financieros  y servicios de salud para atender a sus familias. Estas complicaciones también han generado dificultades en la producción agropecuaria con efectos en la economía familiar y posibles efectos en los riesgos de propagación de otras enfermedades infecciosas en los hatos ganaderos. Asimismo, debido a la “focalización” de los servicios públicos nacionales en la atención de los problemas de salud pública inmediatos, se han visto debilitadas otras iniciativas y requerimientos importantes y estratégicos en la producción de alimentos (p.e impulso a cultivos básicos,  salud animal y enfermedades emergentes, controles de calidad en productos de origen animal,  combate de plagas, combate de efectos derivados del cambio climático) (4)

En muchos casos, la disminución de la demanda de productos de origen animal ha ocasionado excedentes de producción, los cuales se han perdido por no poder ser canalizados al mercado o han sufrido dramáticas caídas en los precios de los productos pagados a los productores. Esto se agrava más por la política del mercado internacional donde el “dumping” puede derrumbar los sistemas de producción ganaderos locales de países en desventaja. Por ejemplo, en México ya se está observando la importación de leche en polvo y queso proveniente de USA a precios excesivamente bajos, afectando seriamente a la cadena de valor  en las zonas ganaderas productoras de leche y queso. Así, se prevé una caída en el consumo nacional  de productos lácteos de 10 a 15 %  lo que significa dejar de consumir en México cerca de 5 millones litros de leche al día procedentes del hato lechero nacional (6). Estos efectos y otros están  impactando negativamente  los esfuerzos por reducir la inseguridad alimentaria y mantener la estabilidad social en muchos países. También son preocupantes los dramáticos efectos en la calidad de vida de productores y productoras.  En el sector rural, se sabe de suicidios,  depresión por distanciamiento social, y es muy  probable que aumente el desempleo juvenil junto con episodios de violencia y disputas en el hogar, especialmente contra las mujeres. A pesar de esta seria crisis,  tanto los gobiernos como las organizaciones de productores y productoras ganaderas están tratando de identificar e implementar posibles acciones de mitigación. Retomando el  reciente estudio coordinado por GASL (4,7), se ha hecho énfasis en  la necesidad de llevar acciones a corto plazo. Entre estas acciones se identifica que es necesario monitorear la crisis de esta pandemia y apoyar y mantener activas las cadenas de valor de productos pecuarios; Impulsar precios de garantía, subsidios y financiamientos accesibles y blandos para los pequeños productores; proteger los empleos y evitar la migración en el campo, apoyar en la obtención de alimentos y asegurar los salarios de productoras (es) pobres. También se ha enfatizado en impulsar y apoyar los mercados locales y regionales a través de fortalecer las cadenas locales de comercio de productos alimenticios, apoyar las técnicas ganaderas amigables con el ambiente- como los sistemas silvopastoriles, ganadería orgánica y/p practicas agroecológicas- e impulsar la conservación de la biodiversidad y de los ecosistemas. En el aspecto sanitario, se requiere la implementación de medidas higiénicas y controles de trasiego de ganado,  así como la reducción y regulación del comercio de vida silvestre a través de estándares de seguridad alimentaria acordados internacionalmente.

Así, en este complejo panorama, será importante promover y apoyar  la gobernanza y resiliencia  en las organizaciones de productores (as) ganaderos que les permitan a corto plazo solventar esta pandemia y estar en condiciones de responder a futuras calamidades zoonoticas y/o del cambio climático.

*Dr. Guillermo Jiménez Ferrer (gjimenez@ecosur.mx) /Dr. José Armando Alayon Gamboa (jalayon@ecosur.mx)/Dr. José Nahed Toral (jnahed@ecosur.mx)  Investigadores  titulares de El Colegio de la Frontera Sur (ECOSUR). Colectivo de investigación en ganaderia y cambio climático.

 

 

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