Willy Ochoa, el candidato que no ha podido despegar

Willy Ochoa, el candidato del PRI, PAN y PRD a la alcaldía de Tuxtla Gutiérrez, ha desarrollado una intensa campaña electoral; sin embargo, no ha logrado posicionarse como una opción real para ganar el próximo 6 de junio.

Su principal problema ha sido mostrarse como un candidato alejado de los ciudadanos, al encarnar al político del pasado, que se transporta en camionetas ostentosas y se rodea de vallas de guaruras.

Es, no obstante, un candidato sumamente activo, que busca el voto, que entiende que los seguidores no surgen por generación espontánea. Y se desplaza, dialoga, se reúne con organizaciones de comerciantes, con asociaciones de vecinos, con sindicatos del ayuntamiento, con quienes pueda en esta carrera contra el tiempo en busca del voto.

Visita colonias. Promete solucionar la inseguridad, crear fuentes de empleo. Y reparte tortillas. Muchas tortillas. Lleva camionetas llenas de tortillas para los más pobres.

Los videos de los actos públicos son atractivos. Profesionales. Bien hechos. No hay candidato en Tuxtla Gutiérrez que tenga esa calidad en los videos que circulan por las redes sociales. Ahí aparece un Willy Ochoa activo, entrón y propositivo. Y lo es.

Sabedor de que la campaña sería muy breve, empezó a movilizar a su equipo desde antes del tiempo fijado para el inicio de la fecha establecida para el proselitismo.

Ha fichado para su campaña a tres personajes con mucha aceptación en Tuxtla Gutiérrez, que contienden para diputaciones locales y federales, como Roberto Serrano, César Cancino Kassab y Emilio Salazar Farías.

Las combis pasajeras llevan su rostro y su propuesta: “más empleos, menos pretextos”. También los camiones de Berriozábal que tienen como destino la capital. La idea ha sido ocupar todos los espacios. Darse a conocer. Quedarse en la mente del votante.

Pero hay representaciones mentales difíciles de erosionar. Willy Ochoa transmite una imagen de político viejo del PRI: activísimo en campaña, pero con mucho fasto, boato y oropel, muy contrario a la sobriedad que debería imperar en los tiempos actuales.

Willya Ochoa, en campaña. Foto tomada de su cuenta de Twitter.

El candidato priista ha armado un equipo de campaña como si contendiera por la gubernatura, no por la presidencia municipal. Ha hecho actos masivos en las principales colonias de Tuxtla Gutiérrez. Su esposa y su madre también desarrollan un intenso proselitismo y algunos votos captarán, en medio de este río que se mueve a favor de los candidatos de Morena.

La diferencia entre Willy Ochoa y Carlos Morales Vázquez es de aproximadamente 20 puntos. Es muy difícil que en los 12 días que restan logre acortar y rebasar al candidato puntero, aun cuando se proyecta un día electoral en donde fluirá el dinero para la movilización del voto.

En su campaña es evidente la abundancia de recursos. Hay dinero para carpas. Para sillas. Para propaganda. Lo único que le falta es tiempo; quizá, con un periodo proselitista más amplio, hubiese podido ocupar más terreno en la disputa por el voto.

En esta ocasión difícilmente quedará corto. Lo más probable es que el próximo 6 de junio lo veamos colocado en un tercer lugar en esa disputa por la alcaldía tuxtleca, que de ganarla sería, en su proyecto político, la antesala a una campaña hacia la gubernatura.

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