Los encuentros en el caminar

Concha López Sarasúa. Foto: María Gabriela López Suárez

A mi estimada Concha, con  cariño y admiración

Seguramente les ha pasado que tienen la fortuna y bendición de haber conocido personas que dejan huella profunda en su vida. Hoy les compartiré sobre una de las personas a la que recuerdo con mucho cariño y que trascendió el pasado mes de junio en Alicante, España, la escritora  Concha López Sarasúa. De ella tuve la oportunidad de conocer sus facetas como escritora y como persona.

Fue en un verano, a través de un evento académico cerca del Mediterráneo que brindó la oportunidad de coincidir y conocer a Concha, primero como escritora. Originaria de Mieres, Asturias, vivió dos décadas en Marruecos, lo que influyó de manera decisiva en su literatura. En su obra, Concha nos deja un legado de cómo los encuentros interculturales se hacen presentes y qué elementos son claves en ellos. Su literatura brinda un importante aporte a textos escritos para el público infantil, con fines didácticos, entre ellos destacan Meriem y la ruta fantástica, Los mil y un cuentos de Meriem, En el país de Meriem. Así como también, la autora a través de su mirada, sus vivencias y su estilo particular para la narrativa nos transporta al mundo marroquí, de ello da cuenta en sus novelas como Secretos que dan al mar, Celanova 42, ¿Por qué tengo que emigrar?, La daga turca y otros relatos mediterráneos, A vuelo de pájaro sobre Marruecos,  Cita en París, La llamada del Almuédano, ¿Qué buscabaís en Marrakech?

Les comparto que me dejé atrapar por las obras de Concha y parte de mi interés por la cultura del mundo árabe se reforzó al leer algunos de sus textos. Sin embargo, además de su valiosa labor como escritora, uno de los recuerdos más preciados es su faceta como persona. Si he de recordar a alguien con gran amor y alegría por la vida es a Concha. Su rostro radiante y su sonrisa contagiosa eran de las características más notorias, qué decir de sus gustos por el baile, la música, el canto y sus habilidades como conversadora y anfitriona. La sencillez en ella fue de las características que también me cautivó, al igual que su conocimiento por nuestra música mexicana.

Tiene rato que no veía a Concha físicamente, sin embargo, traerla a mi memoria con  su imagen y su pasión por la vida, recordar anécdotas, releer algunos fragmentos de sus textos o preguntar por ella, me daban la sensación de tenerla cerca. Hace unos días, me enteré de su partida por las redes sociales. No se nos hizo que vinieras a Chiapas a convivir por estas tierras con tus amigos mexicanos, como nos comentaste en alguna ocasión. Comparto estas líneas a manera de un reconocimiento no solo por el legado que Concha deja en la literatura sino por brindarme la oportunidad de su amistad, como uno de los regalos obtenidos en los encuentros en el caminar.

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