Definición de posible

Tonalá, Chiapas. Foto: Roberto Ortíz/Chiapas PARALELO.

Hay palabras que son honestas y que rondan por la orilla del cinismo, posible es una de esas palabras. Si tomamos un diccionario vemos que posible es: “Lo que puede suceder” y que en la mayoría de los casos positivos ¡no sucede! Sucede lo no deseado. ¿Los deseos se hacen posibles? ¡Imposible!

Siempre que alguien le preguntaba al tío Eugenio si podía hacer algo, él cantaba “Quizá, quizá”, decía que la palabra quizá era hermana de la palabra posible. Parece que tales palabras abren una ventanita en donde la posibilidad puede hacerse realidad, pero lo cierto es que es apenas una hendija que se cierra al instante.

“Papá, ¿me vas a dar permiso para ir a Huatulco, a casa de mis primos?”, preguntaba Elisa, cuando todos comenzaban a colocar festones y adornos navideños. El tío dejaba el martillo sobre la mesa, hacía una bocina con sus manos y cantaba: “Quizá, quizá, quizá”. Elisa tiraba el festón sobre el piso, abría la puerta de su cuarto de un envión y se tiraba a la cama a llorar. Cualquier persona ajena podía preguntar qué es lo que sucedía. Todo mundo de casa sabía que la respuesta del tío era un no rotundo. Jamás el quizá del tío había significado la posibilidad de la realización. El quizá del tío era un no que no se decía.

He conocido a dos o tres políticos que siguen al pie de la letra la consigna del tío Eugenio: jamás dicen no a alguna petición ciudadana. “Ya lo estamos viendo. Es posible que la próxima semana tengamos respuesta”, dice el político. Pasa la semana, una más, y el interesado insiste. “Sólo falta una firma. Tú despreocúpate”, dice el político. Y así pasan los días, las semanas y los meses. Cuando el ciudadano, ya molesto por tanta dilación, le dice al político que si no va a ser posible resolver su petición que mejor se lo diga de una vez, el político, en lugar de sincerarse y decir no, dice: “¡Quince días a lo sumo y tenemos una respuesta!”.

El tío jamás dijo que no, pero en el instante de cantar la de quizá, quizá, todo mundo sabía que la posibilidad se diluía con la misma intensidad que el sol se oculta todas las tardes. Muchos políticos también evitan decir la palabra no, y todo lo adoban con la palabra posible, que, si lo vemos bien, es un sinónimo de la negativa.

A veces, cuando escucho en el estadio de fútbol el grito de ¡Sí se puede!, advierto que hay un resabio de imposibilidad. Los campeones jamás gritan tal sentencia, no lo hacen, porque saben, muy en lo íntimo, que su desempeño se basa en la certeza y no en el columpio del azar. La palabra posible es hipócrita. ¿Cuál es el antónimo de posible? De inmediato pensamos en imposible, con lo que esta palabra parecería ser, en realidad, el antónimo de posible; es decir, si lo que no puede realizarse está en un extremo, en el otro hallamos (por lógica) lo que sí se realiza, pero resulta que lo posible no es certeza sino duda.

Quien se monta en la grupa de lo posible se monta en un buey penco con posibilidades de ser Pegaso. ¿Puede nuestra patria alcanzar un desarrollo económico que beneficie a las capas sociales más desprotegidas? ¡Es posible! Es posible.

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