La crianza en el proceso educativo de los pueblos tseltales: lo más importante es el «ch’ulel».

“Tradicionalmente se pueden encontrar diversos patrones de integración y procesos de socialización”. Cortesía: Aleteia.

*Los pueblos indígenas de Chiapas se caracterizan por tener sus propias tradiciones y costumbres con las que se rigen, en la educación, estos no puedes estar deslindados pues, tienen la creencia que el proceso de aprendizaje se empieza desde el nacimiento.


Hablar de la educación en los pueblos indígenas de México es recordar que, según datos de la Encuesta Intercensal del Instituto Nacional de estadística y Geografía (INEGI) realizada en 2015, en Chiapas habitan 1,286,217 indígenas, de las cuales la mayor parte de la población hablante de lengua indígena también habla español, sin embargo, aún es considerable el número de personas que solo habla lengua indígena.

Por ello, es inevitable hablar acerca de como son los procesos educativos en las comunidades de los Altos de Chiapas, ya que la falta de oportunidades juega un papel fundamental en la formación escolar de las y los niños de dicha región, por lo que, muchas veces, los procesos de enseñanza suelen totalmente distintos de los que se conocen comúnmente: dichos procesos radican en la cosmovisión maya del origen del hombre.

Martha Olivia Peña Ramos y José Ángel Vera Noriega, investigadores del Centro de Investigación y Desarrollo A.C, junto a Jesús Edén Santiz López, investigador de la Universidad Autónoma Indígena de México, llevaron a cabo un trabajo en el cual analizaron este proceso de enseñanza-aprendizaje en la niñez tzeltal de Oxchuc.

En dicho trabajo, destacan que, las y los habitantes de Oxchuc hablan de un proceso de crianza, más que de educación, puesto que, las enseñanzas para la niñez indígena son tomadas como un proceso cultural que permite a los habitantes de las comunidades establecer relaciones interpersonales, así como aprender, mantener y transmitir el conocimiento de generación en generación.

“La educación es el proceso cultural, el modo como cada niño o niña recién nacido llega con un potencial para aprender -mayor que el de otro mamífero- y es transformado en un miembro completo de una específica sociedad humana, que comparte con los demás miembros una específica cultura humana. Asimismo, en esta investigación nos inclinamos a describir las prácticas maternas de los tzeltales donde se refieren a sí mismos como winik at’el;  hombres trabajadores” señalan en la investigación.

Los investigadores hicieron el hallazgo de que el niño o niña comienza a recibir los principios básicos de formación y las primeras fases del proceso de enseñanza y aprendizaje. Durante esta fase se transmiten los primeros valores, conocimientos, creencias, costumbres, mitos y ritos, de tal forma que los padres y madres tienen la responsabilidad de educar a sus descendientes, por lo que la familia, se vuelve la médula central en este proceso.

Durante la crianza, los padres y madres se preocupan por cuidar a sus hijos y alimentarlos para que crezcan; les enseñan a trabajar la tierra y a cumplir las responsabilidades con los del linaje y dentro de la comunidad. De igual forma, se les educa para que aprendan a respetar los «prinsipaletik» de cada clan, quienes son señores mayores que cumplieron cargos dentro de la comunidad, que les fueron encomendados por esta. Un niño que llega a cumplir cierta edad, según dicen, llegará a ser hombre de bien o «abat yu’un parajetik».

Para los tzeltales, es importante inculcar un formación basada en el cumplimiento de sus usos y costumbres, pues eso asegura la preservación de sus tradiciones. Cortesía: Fermín Ledesma.

En la comunidad existe la costumbre de que, si el padre tiene algún tipo de habilidad, trate de que su hija aprenda la misma. En el caso de las niñas, es común que se les enseñe desde temprana edad a cumplir con las tareas del hogar, puesto que se cree que así, cuando sea grande, no tendrá problemas maritales al momento de que un joven de la propia comunidad se fije en ella y la quiera tomar como esposa.

En este sentido, la entidad étnica durante la niñez se va construyendo a partir de las relaciones tempranas en el interior del núcleo familiar tradicional, siguiendo con la escuela, el trabajo y demás instituciones sociales.

“Los tseltales indígenas de las montañas de Oxchuc, Chiapas, al sur de México, suponen que los seres humanos están formados, de una parte, por un cuerpo hecho de carne y huesos; y de otra, por un conjunto de almas. De esta manera, la persona se compone de materia corporal y en su interior reúne diferentes entidades anímicas incorpóreas: la más importante es el «ch’ulel»”, añaden Peña., Vera y Santiz en la investigación

El «ch’ulel», según describen, se relaciona con la inteligencia, la capacidad de pensar y de actuar y sentir-escuchar. De este modo, el concepto de «ch’ulel» está aunado a la designación del «ch’ul» sagrado, que forma parte del cuerpo del ser humano, que no se puede ver a previa vista porque se encuentra coexistiendo en la materia corporal que tiene relación entre el «balumilal» (tierra) y el cosmos; solo quienes tienen «stalel» pueden llegar a verlas y establecer comunicación a través del «waich» (sueños), como en el caso de los «tam aletik» (comadronas), y los llamados «poxtaywanejtik» (curanderos).

La visión de la existencia del «ch’ulel», es de donde se parte para empezar con el proceso de crianza y educación de las y los niños tzeltales. Cortesía: Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI).

Las prácticas de crianza como parte de la educación de las y los niños tseltales están referidas a los comportamientos específicos de los padres y madres para guiar a sus hijos e hijas hacia el logro de metas. La percepción social de la crianza no solo matiza los aspectos relacionados con el control, la disciplina, las expectativas, el éxito y el fracaso, sino que en general tienen que ver con el tipo de ser humano que quieren formar, ya sea en su masculinidad y femineidad, en su perspectiva de ser feliz, responsable, trabajador y honesto.

Por ello, los investigadores señalan que la interacción de los padres y madres es fundamental en el desarrollo de la niñez, ya en esta etapa se conciben elementos como imitación, moldeamiento, expansión, retroalimentación, reforzamiento, lengua, repetición, vocabulario y juegos, los que permiten ampliar horizontes favorables para el desarrollo de los niños y niñas en diferentes áreas de interés donde crean, recrean e integran nuevos elementos del contexto a partir de las condiciones sociales.

“La lectura, la escritura y el canto son introducidos a través del juego, por un hermano mayor que esté asistiendo a la escuela. En ninguno de sus discursos la madre manifiesta tener interacción directa dirigida a la estimulación hacia el aprendizaje del niño o niña. Estos aprenden a través de la imitación, por hermanos y hermanas mayores, transmitiéndoles el canto y algunas palabras y frases, de manera similar a lo que ocurre en los hallazgos encontrados en algunas comunidades rurales”, finalizan.

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