Mujeres indígenas de los Altos reformulan su identidad tradicional a través de la religión

Para las mujeres católicas diocesanas el compromiso nodal se encuentra en la esfera de la vida pública y el compromiso con su comunidad – Foto: Diócesis de San Cristóbal

*Investigadores mencionaron que la religión se convirtió en el ámbito de legitimación y santificación del orden social, ahí las mujeres indígenas han encontrado en el mensaje religioso cristiano, un instrumento a partir del cual pueden rescatar su dignidad.


Por Redacción Alma Martínez

Gabriela Patricia Robledo Hernández y Jorge Luis Cruz Burguete, llevaron a cabo una investigación por medio de El Colegio de México (COLMEX) titulada “Religión y dinámica familiar en Los Altos de Chiapas. La construcción de nuevas identidades de género”, en la que discutieron el impacto que la religión ha tenido en la construcción de la mujer indígena.

De acuerdo con la y el investigador, en Chiapas, durante la década de los 70 se hizo evidente un pluralismo religioso alimentado por el cristianismo moderno, mismo que tiene dos vertientes: por un lado, un movimiento misionero protestante y por el otro, una renovación de la actividad misionera de la Iglesia católica a partir de la Diócesis de San Cristóbal.

De ahí que las reflexiones de dicha investigación derivaron de un estudio de caso en el ejido Campo Santiago, municipio de Teopisca en donde realizaron una comparación entre las familias pertenecientes a la tradición y al cristianismo moderno. Así, encontraron que había cambios en la dinámica familiar, en las relaciones de pareja y en la identidad de las mujeres.

Observaron que las mujeres más receptivas a la cultura religiosa se apropiaron de los espacios abiertos por estos grupos para negociar frente a esposos, padres e hijos una mejor condición y un mayor margen de autonomía. Para el caso de las mujeres que participaban de la Diócesis, la ideología que les guiaba era el rescate de la dignidad de la mujer y la participación en la vida pública de las comunidades, alejándolas de la conducta tradicional de sometimiento y silencio que de ellas se esperaba.

Por su parte las mujeres protestantes, aunque algunas estaban al margen de los puestos directivos de sus congregaciones religiosas, fortalecieron su autonomía personal, eligieron un esposo de su agrado, o tomaron la decisión de mantenerse al margen del matrimonio, y permanecer solteras o viudas, condición que no era bien vista en las comunidades.

La y el investigador detallaron que las mujeres indígenas que asumieron su participación como catequistas en el movimiento pastoral de la Diócesis de San Cristóbal, las llevó a reformular sus identidades para convertirlas en actores políticos a través de su participación en la Coordinadora Diocesana de Mujeres (CODIMUJ).

Las mujeres pentecostés crear redes de apoyo y respaldo entre ellas – Foto: Iglesia Pentecostés “El Dios Todo Poderoso”

En la parte protestante, descubrieron que las mujeres jugaban un papel activo en la comunidad religiosa, desarrollando relaciones personales fuera de su familia y dedicándose al estudio de la Biblia y la predicación, lo que las llevaba a ausentarse de su casa. Además, de que ideal monogámico respaldado por este grupo les favorecía, en la medida en que la poligamia se desaprobaba, aunque fue tolerada culturalmente.

Robledo y Cruz aseguraron que la ideología de las nuevas religiones influyó en el perfil psicológico de las mujeres, elevando su autoestima y confianza en sí mismas. A partir de dicho empoderamiento, participaron activamente en la elección de pareja, crearon una mayor independencia de los padres y su participación en las actividades religiosas las apartó de la conducta tradicional femenina.

Contrario a lo que la tradición dictaba como el hecho de que los hombres tenían que actuar como representantes, proveedores, intermediarios y administradores de los bienes familiares y colectivos. En tanto, las mujeres debían obedecer al padre, esposo, o hermano; y se esperaba que fueran sumisas, que permanecieran en casa y que no trataran con extraños.

La y el investigador, expresaron que las mujeres que rechazaron a la tradición enfrentaban nuevas dificultades. La comunidad agraria tradicional veía en su comportamiento un desajuste a las normas tradicionales, por lo que eran criticadas constantemente. Sin embargo, ellas no se detuvieron.

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