Azote turístico genera gentrificación y explotación ambiental en la costa de Oaxaca

Azote turístico genera gentrificación y explotación ambiental en la costa de Oaxaca
Foto: El Muro
**Esta nota fue realizada por El Muro, parte de la alianza de medios de la Red de Periodistas de a Pie. Aquí puedes leer la original.
- Se estima que de enero a noviembre de 2023, en Puerto Escondido, un oasis mexicano de playas vírgenes, olas turquesas altísimas, palmeras y arena, llegaron aproximadamente 800 mil visitantes, que cada año amenazan la vida de 25 mil habitantes locales que ya padecen los estragos de la turistificación en aquel pequeño municipio la costa oaxaqueña.
Texto: Sofia Pontiroli /
“En los 90, normalmente las personas vivíamos en casas muy pequeñas, de madera, y los techos eran de palma. Los pisos eran de tierra. Anteriormente nos ayudábamos mucho entre los vecinos, porque no era tan poblado. Había una casa cada dos, tres manzanas. Estaba muy bien, sí, era muy solo”, afirma Iris, originaria de un municipio cerca de Puerto Escondido, llamado Brisas de Zicatela. Deja de hablar, observa sus manos y levanta la mirada: “Estaba todo solo, totalmente solo”.
Puerto Escondido es un destino turístico famoso, que desde los años noventa empezó a atraer a europeos y estadounidenses deseosos de vivir en un lugar tranquilo. Playas vírgenes, olas turquesas altísimas, palmeras y arena: surfistas y amantes de la naturaleza de todo el mundo se reúnen en este oasis mexicano, que promete fiestas, buena comida y
un clima tropical ideal para vacacionar, o incluso para mudarse allí. Se estima que de enero a noviembre de 2023, en esta pequeña ciudad de 25 mil habitantes, llegaron aproximadamente 800 mil visitantes, consolidándose como uno de los destinos más atractivos de la costa oaxaqueña, según cifras del periódico El País.
El gobierno incentivó el crecimiento de esta localidad turística a través de diferentes iniciativas, como la inversión de 2 mil 500 millones de pesos en la ampliación del aeropuerto de la ciudad, y la creación de la nueva autopista Barranca Larga-Ventanilla, inaugurada en 2024.
Desde 1992, cuando Gabriele Salvatores lanzó su película Puerto Escondido, muchos italianos se enteraron de la existencia de ese -todavía pequeño- pueblo perdido en la costa oeste de México. Tanto, que según un sondeo realizado por la Dirección de Turismo de San Pedro Mixtepec en 2022, el 15% de los turistas extranjeros que visitaron Puerto Escondido
eran de nacionalidad italiana. Este porcentaje posiciona a Italia como el tercer país emisor
de turistas internacionales al destino, solo por detrás de Argentina (30%) y Estados Unidos (20%) .
El lugar, como podemos ver en la película, es colorido, cálido, lento: nada que ver con la grisura del norte de Italia. El director muestra cómo los personajes, en este espacio, pueden liberarse de las reglas y las responsabilidades, y logran descubrir a sí mismos. Muchos extranjeros, incluso hoy, confirman lo que se muestra en la película, diciendo que por esta razón eligen Puerto Escondido para vacacionar o mudarse a vivir allí.
Cartel de la película de Salvatores. Foto: Sofia Pontiroli.
Sin embargo, ¿cuánto, realmente, la enorme afluencia de turistas está beneficiando a los locales? Entre apagones diarios, el crecimiento de la delincuencia, la escasez de agua y los precios exorbitantes que aumentan cada día, muchos de ellos no logran vivir una vida digna en el mismo lugar donde nacieron, que lentamente está siendo gentrificado (o, en otras palabras, colonizado) por los extranjeros.
La delincuencia aumenta con la llegada de los turistas a Puerto Escondido
“Yo nací en Brisas de Zicatela en 1987. El pueblo está a unos 7 kilómetros de Puerto Escondido. Antes nos movíamos caminando, o con caballos; era muy tranquilo, la mayoría eran cultivadores de papaya o cacahuate. Normalmente no vendían sus productos, hacían intercambios: por ejemplo, mi papá llevaba jamaica que había sembrado, y a cambio le
daban maíz, o cambiábamos costales de cacahuates por refrescos”.
Iris, de 38 años, actualmente gestiona un restaurante con su esposo. Tuvieron que abrirlo en diciembre de 2024, porque, aunque su esposo trabaja todo el día como constructor, los precios siempre más altos de Zicatela no les permitían vivir de manera tranquila.
Iris en su restaurante. Foto: Sofia Pontiroli.
Afirma que la afluencia de personas empezó de repente, aproximadamente en el 2000. “Realmente creo que les gustó el lugar: estaba solo, estaba virgen, todavía podías encontrar pequeñas conchas en toda la orilla del mar”. Sin embargo, esta brusca llegada de personas nuevas, empezó de inmediato a traer problemas, sobre todo de criminalidad organizada.
“No había tanta delincuencia, inició con la llegada de los turistas. Empezaron a vender marihuana, cocaína. Nos contaban que había una banda de secuestradores y que la lideraba un italiano. Recuerdo que se hacía llamar Claudio Conti, o algo así. Desde ese momento, empezamos a ser más precavidas, a no salir tanto de noche, sobre todo las mujeres”.
El aumento de criminalidad se ha mantenido estable en los últimos años. La afluencia de turistas interesó a muchos carteles de México, que se establecieron en el lugar para llevar a cabo actividades de narcomenudeo. Muchos turistas afirman lo fácil que es el acceso a las drogas en las playas de Puerto Escondido. Caminando por una de las calles principales del pueblo Punta de Zicatela, uno de los más visitados por extranjeros y mexicanos de vacaciones, es común recibir ofertas por parte de muchos chicos, casi todos hombres jóvenes, susurrando despacio si te pueden ofrecer cualquier tipo de estupefaciente.
La calle principal de Punta Zicatela. Foto: Sofia Pontiroli.
Los otros problemas que enfrentan los locales a causa de la gentrificación
El fenómeno de la gentrificación en México se ha intensificado en los últimos diez años, sobre todo en Ciudad de México, Oaxaca, Guadalajara, Riviera Maya y Puerto Escondido. La gentrificación implica la llegada de personas con mayor poder adquisitivo, muchas veces extranjeros o nómadas digitales, que aumentaron tras la pandemia, a zonas previamente
habitadas por comunidades de ingresos más bajos, provocando un aumento en los precios de vivienda, servicios y alimentos, y el desplazamiento forzado de locales.
“Claro que mi vida ha cambiado desde que llegaron los extranjeros. Todo está más caro, también para nosotros, no tenemos lugares para comprar más barato. ¿Qué cómo le hago para sobrevivir? Pues, hay que batallarle”.
Jesús es originario de Puerto Escondido, y tiene diferentes trabajos. Es cultivador de papayas, maneja una combi y también es ganadero. Afirma que, por cuánto el gobierno quiera promover la entrada de extranjeros a Puerto Escondido, a los locales no les beneficia. Aunque haya más gente que pueda comprar sus productos, o viajar en su combi, los precios cada vez más elevados vuelven imposible vivir con un solo trabajo.
Juan es taxista, tiene 68 años. “Vienen de muchas partes, de muchos países. De Canadá, de Estados Unidos, acá hay mucho italiano, ¿sabía? Y aquí pues las cosas cambian, porque ahora sí que ellos traen dólares. Nosotros ganamos puro peso”.
Después de la pandemia, el número de nómadas digitales –personas que trabajan de forma remota mientras viajan– creció de manera exponencial a nivel mundial y México se convirtió en uno de sus destinos preferidos por su clima, bajo costo de vida (en comparación con EE.UU. o Europa), y facilidad de acceso migratorio.
Esto causa muchos problemas a los locales, fuera de los precios exorbitantes. Durante los meses de temporada alta, se han reportado constantes cortes de energía en zonas como Puerto Escondido o Punta Zicatela. Estos apagones, que a veces duran hasta 20 horas, se deben principalmente a la quema de transformadores, por la sobrecarga en la infraestructura eléctrica de la zona. La alta demanda energética, causada por el aumento de visitantes, supera la capacidad actual del sistema.
Durante la temporada alta, tampoco hay mucha disponibilidad de agua potable. En los periodos con más altas temperaturas y falta de lluvia, se reduce la frecuencia de distribución de agua a cada 9 o 10 días. Por la alta demanda de agua durante esos meses por parte de hoteles, airbnbs y restaurantes, muchas personas se quedan sin agua durante días enteros. “Todos los servicios básicos se saturan: luz, agua, internet. Y no solo faltan a cada rato, sino que también nos cobran esos servicios como si fuéramos extranjeros, con precios elevadísimos”, afirma Iris.
Turistas en Playa Carrizalillo, Puerto Escondido. Foto: Sofia Pontiroli.
La desaparición de la cultura originaria
La gentrificación no sólo causa problemas relacionados con la criminalidad y la economía en México, como sucede en Puerto Escondido. Se han registrado casos de extranjeros en varios lugares del país que pelean con los locales, porque no les permiten perpetuar sus tradiciones como siempre lo han hecho. Un caso muy viral en redes sociales se registró en
Mazatlán, en donde un turista empezó a insultar a algunos músicos que estaban tocando e la playa, porque “eran demasiado ruidosos”. Lo mismo sucedió en Puerto Escondido hace unas semanas.
“En frente de nuestra casa, un francés compró un terreno y decidió construir un hostal. Normalmente los niños se reunían y jugaban en la tarde en esta calle, en frente de nuestra casa, en frente de la suya también. A esta hora, si hubiera niños jugando, sería una molestia para él porque no le gustaba que gritaran jugando. Les quitaba la pelota, no la regresaba,
era una pelea constante. Le fastidiaban también las fiestas de cumpleaños, los cohetes, todo”. Iris hace una pausa, reflexionando. “Sabemos y comprendemos que ellos vienen aquí a descansar, pero lamentablemente somos mexicanos, y tenemos tradiciones”.
Muchos extranjeros llegan a México sin tratar de adaptarse a la cultura, las tradiciones y el lugar que los rodea, sino asumiendo que dicho lugar se adaptará a ellos. En la mayoría de los lugares turísticos actualmente, cerca de Puerto, ya no se pueden encontrar personas locales, y las que están ahí se tienen que adaptar a un cambio de idioma, de precios, de
seguridad y de cultura.
Dave es de California, y está planeando mudarse a Puerto Escondido. Afirma que le gusta mucho el lugar por la gente, además de que no es necesario para él tener coche, ya que el lugar es pequeño y a todos lados puede llegar caminando. Al preguntarle por qué, después de años de estar viajando por América Latina, todavía no ha aprendido español, responde que no se le dan muy bien los idiomas.
“Y todo es culpa mía. Salí con una mujer colombiana durante tres años y aun así no intenté aprender español, así que no tengo excusas. Es simplemente un mal comportamiento”, dice en inglés.
Dos extranjeros en la playa Punta Zicatela. Foto: Sofia Pontiroli.
Iris, Jesús y Juan batallan todos los días para vivir en el lugar en donde nacieron, un hogar que lentamente se está volviendo algo desconocido, que no les pertenece.
“Tal vez es triste porque no ves las mismas cosas que antes. Y bueno, es parte del crecimiento, pero habría que hacerlo con moderación, con respeto. Las personas nuevas sienten que vienen a mandar acá, ellos pagan un dinero y por pagar ese dinero creen que tienen el derecho de decir, pongo esto aquí, quito esto de acá y hago esto”. Iris sonríe. “No estamos de acuerdo con tantas cosas, pero no podemos pararlo. Es una muerte lenta la nuestra”, concluye.

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