Los panteones como patrimonio vivo: una mirada al Cementerio Municipal de Tapachula
Por:
Arquitecto José Miguel Bello Gudiel
Psicólogo Diego Daniel Bello Gudiel
(Hnos.Bello consultores y asociados)
No es común para el público en general observar los panteones como un patrimonio de la sociedad. Sin embargo, existen trabajos académicos que se han centrado en comprender las percepciones que las personas tienen sobre estos espacios funerarios, especialmente estudios cualitativos y multidisciplinarios que exploran su valor simbólico, cultural y urbano. Estas publicaciones, entre otros aspectos, permiten observar el nivel de importancia que la sociedad mexicana le da a los panteones, también como un lugar de recuerdo y memoria, entre estos podemos encontrar los trabajos de Ramírez-Sánchez & Rodríguez-Marín, 2020. Los cementerios, lejos de ser únicamente lugares de muerte o recuerdo, son territorios de memoria colectiva donde se articulan expresiones artísticas, estructuras sociales, identidades religiosas y narrativas históricas. En este sentido, mencionan Pons Mata & Carabal Montagud (2023) que la musealización y conservación participativa del patrimonio funerario se ha convertido en una estrategia clave para resignificar estos espacios.
El patrimonio funerario ha sido reconocido por organismos internacionales como el ICOMOS, que impulsa su protección como parte integral del patrimonio cultural y natural. Y en ese aspecto, documentos como la Carta Internacional de Morelia Relativa a Cementerios Patrimoniales y Arte Funerario según Isaza Londoño (2005), refuerzan la necesidad de conservar estos espacios como testigos de la historia y la identidad colectiva. Considerando esto, observamos que en Tapachula, el Cementerio Municipal representa una muestra tangible de esa complejidad. Además de su arquitectura y antigüedad, contiene sepulcros de personajes que pudieran considerarse relevantes de la historia regional como el Coronel Sostenes Ruiz Córdova, Sebastián Escobar, Teodomiro Palacios y los que en algún momento fueron conocidos como los mártires de Soconusco, entre otros. Estos elementos no
sólo aportan valor histórico sino claves simbólicas sobre las transformaciones sociales, políticas y culturales de Soconusco.
En sentido con lo anterior, actualmente se desarrolla el proyecto “Estudio Urbano y Arquitectónico del Cementerio Municipal de Tapachula, Chiapas”, coordinado por el Dr. José Francisco Gómez Coutiño, Profesor de Tiempo Completo en la Facultad de Arquitectura de la UNACH y con la participación operativa del Arquitecto José Miguel Bello Gudiel y el Psicólogo Diego Daniel Bello Gudiel (Hnos.Bello consultores y asociados). El proyecto tiene como propósito analizar, documentar y resignificar el cementerio como espacio patrimonial urbano, integrando dimensiones como paisaje funerario, patrimonio natural, arquitectura simbólica y memoria comunitaria. En este contexto el pasado 30 de junio de 2025 se realizó un recorrido técnico institucional, con la participación de los mencionados y del Mtro. Paul Muñoz Pérez (Secretario de Servicios Públicos), la Lic. Lucitania Escobar Martínez (Directora de Panteones), el Arq. Daniel Ruiz Sibaja (Director de Desarrollo Urbano) y el C. Miguel Ángel Delgado (administrador del cementerio).
Este acompañamiento no solo fortalece la gestión patrimonial, sino que también produce un impacto psicológico positivo al validar los espacios de muerte como lugares legítimos de memoria y comunidad. Durante el recorrido se visitaron monumentos emblemáticos y se discutieron condiciones de conservación y potencial de investigación. La experiencia dio pie a pensar en la posibilidad de implementar estrategias de interpretación patrimonial y educación pública, inspiradas por concepciones como la de que los camposantos sean considerados museos arqueológicos como menciona el trabajo de Siller Camacho (2017). Esta visión se complementa con el enfoque de los “lugares de vida” desde la psicología social, espacios activos de identidad, memoria y ritualidad compartida. Desde una perspectiva psicosocial, estos espacios también representan lugares para la elaboración del duelo colectivo y la reconstrucción de sentido respecto a la historia y el territorio.
Los autores consideramos que: “los cementerios no son solo archivos de piedra, sino territorios donde la comunidad negocia su relación con el pasado, resignifica el presente y proyecta su identidad hacia el futuro”. Con ello y como
sugieren los trabajos académicos aquí mencionados, los espacios funerarios trascienden su función conmemorativa: se convierten en escenarios simbólicos donde se entrelazan memoria colectiva, prácticas culturales y narrativas históricas, reflejando tensiones sociales, políticas y económicas. Estudiarlos implica examinar cómo la comunidad decide recordar, qué omite y qué valores perpetúa. Son, en última instancia, paisajes de la memoria, donde el pasado se reinventa constantemente a través de la mirada presente. En conclusión, el Cementerio Municipal de Tapachula debe ser comprendido como un palimpsesto urbano, donde convergen memorias individuales y colectivas, arte funerario, tensiones históricas y prácticas culturales vivas.
Los autores consideramos que su preservación implica reconocerlo como un bien patrimonial que articula pasado y presente, con potencial para fortalecer la identidad comunitaria. Incorporarlo en políticas culturales y programas educativos no solo contribuiría a su conservación material, sino también a transformarlo en un espacio pedagógico, turístico y simbólico, en diálogo con los procesos contemporáneos de construcción de memoria y ciudadanía.

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