Maíz en riesgo: UNICACH estudia consecuencias del cambio climático en variedades chiapanecas

Cortesía: Demanda Colectiva Maíz

El cambio climático ya deja huella en los ecosistemas y en la producción agrícola de México. Sus efectos, visibles en la flora, fauna y ciclos de cultivo, representan un riesgo directo para una de las especies más emblemáticas de la cultura mesoamericana: el maíz.

La doctora Tamara Rioja Paradela, profesora e investigadora de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas (UNICACH), ha dedicado sus estudios a analizar cómo la variabilidad climática afecta la supervivencia de distintas razas de maíz, alimento considerado sagrado por los pueblos originarios y esencial en la dieta mexicana, transformado en tortillas, tamales o pozol.

Según la especialista, en los últimos años el cultivo se ha visto mermado por sequías más prolongadas, lluvias irregulares y cambios en la temporalidad agrícola. “El maíz es identidad, alimento y cultura. Pero también es altamente vulnerable al calentamiento global”, subrayó.

Nueve razas bajo amenaza

El proyecto de investigación se centró en nueve razas de maíz presentes en Chiapas:

  • Tropicales Precoces: Zapalote Chico.

  • Dentados Tropicales: Tuxpeño, Zapalote Grande, Vandeño, Tepecintle y Cubano Amarillo.

  • De maduración tardía: Comiteco, Olotillo y Olotón.

Aunque en el estado se cultivan once razas, dos quedaron fuera del estudio por falta de registros suficientes. El objetivo fue proyectar los impactos del cambio climático en escenarios futuros entre 2060 y 2100.

Con base en el registro histórico y mediante el algoritmo MaxEnt, el equipo evaluó variables climáticas y bioclimáticas para comparar la situación actual con la de los próximos 75 años. El resultado: todas las razas analizadas mostraron la misma vulnerabilidad y efectos negativos frente al calentamiento global.

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Estrategias de resistencia campesina

Rioja Paradela recordó que las y los campesinos han sido históricamente guardianes del maíz. Con técnicas heredadas, han logrado sacar adelante las cosechas pese a sequías, plagas y desaparición de milpas.

Entre las estrategias de conservación destacan los bancos de germoplasma, donde se resguardan semillas y tejidos vegetales para preservar la diversidad genética. También se practican métodos como la reproducción en viveros o la siembra en sistemas agroforestales, donde los árboles generan microclimas que protegen el cultivo.

Sin embargo, las afectaciones no se limitan al plano agrícola. También implican pérdidas económicas, nutricionales y culturales. “El maíz no solo es alimento, es un símbolo de identidad. Su desaparición sería un golpe a nuestra cultura”, enfatizó la investigadora.

Foto: Istmo Press

Seguridad alimentaria y futuro

La doctora destacó la importancia de visibilizar estos estudios para anticipar riesgos y fortalecer la seguridad alimentaria. Instituciones como la UNICACH y la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIO) trabajan en conjunto para aportar información científica y herramientas de conservación.

Finalmente, Rioja Paradela lanzó una invitación a jóvenes interesados en estas problemáticas a sumarse a la Maestría en Ciencias en Desarrollo Sustentable y Gestión de Riesgos de la UNICACH.

Cerró con una reflexión dirigida al público:
—“¿No sería una pena dejar de degustar tantos platillos elaborados a base de maíz?”

Cortesía: Otros Mundos

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