La Frontera Sur de México y el éxodo de los niños migrantes

“El hombre razonable se adapta al mundo;

el irrazonable intenta adapta el mundo

a sí mismo. Así pues, el progreso depende

del hombre irrazonable.”

George Bernard Shaw

 

En el mundo de hoy, en América Latina, se habla de liberalización de los mercados, de integración económica, de transformación (o debilitamiento) de los estados nacionales, y de la emergencia de bloques económicosque superan los límites de las naciones, como el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), el Mercado Común del Sur (Mercosur) o el Mercado Común Centroamericano (MCCA), donde las fronteras, lejos de desaparecer, adquieren nuevas funciones y significados.

En el campo de las ciencias sociales el análisis de las fronteras ha sido objeto de estudio en los temas más diversos: desarrollo transfronterizo, cooperación, políticas migratorias y exclusión, seguridad nacional, entre otros. Como concepto y objeto de estudio, las fronteras se han vuelto del interés de un número creciente de investigadores, tanto en geografía como en ciencias políticas, en economía o en sociología, particularmente las que dividen países más industrializados de los emergentes o en vía de desarrollo, como la frontera norte de México, la más transitada del mundo (cruces documentados e indocumentados, mercancías formales e informales, lícitas e ilícitas). Sin embargo, México tiene regiones fronterizas con dinámicas socioculturales, económicas y políticas muy diferentes en sus fronteras, una en la norte con Estados Unidos y otra en la sur con Guatemala y Belice, a la que podríamos agregar una marítima con los países del Caribe (Clot, Jean, 2014).

Por eso, más allá de la coyuntura del drama humanitario que implica el éxodo de los niños migrantes, la punta del iceberg, hay que analizar la realidad de la frontera sur de México y los desafíos de su desarrollo, pues ha sido una frontera “periférica” con importancia estratégica desde el punto de vista geopolítico; no sólo marca la división entre México, país considerado como “emergente” por las organizaciones internacionales, y Guatemala y Belice, “en vía de desarrollo” (del cuarto mundo o el inframundo, diría quien escribe, como Chiapas, pues las condiciones socioeconómicas, de desigualdad y pobreza no varían mucho), también constituye el límite del segundo espacio de libre-comercio más extenso del mundo: el TLCAN.

Es urgente y necesario tener conocimientos más precisos acerca de las problemáticas relacionadas con la frontera sur y los desafíos de su desarrollo, desde un enfoque regional e integral, así como realizar mejores diagnósticos respecto a la situación económica y social; desde esta perspectiva, dichos conocimientos pueden ser útiles para orientar de manera favorable la elaboración de políticas públicas y atender de fondo su problemática y las de los países del Triángulo del Norte: Guatemala, Honduras y El Salvador, el cual podría incluir a Nicaragua).

El presidente Obama está solicitando 3,700 millones de dólares adicionales al Congreso para manejar la crisis de los niños migrantes, de los cuales casi la mitad están destinados a reforzar el procesamiento y la deportación de los menores, no a atender las causas de la huída en masa de esas poblaciones, relacionadas con ausencia de desarrollo, violencia generalizada y desesperanza. Quizá el último aspecto explique mejor el escape de esa población pese a los peligros que implica el tránsito por México. Buscan el sueño americano y lo primero con que topan es con el infierno mexicano, en donde son víctimas de violencia inaudita por parte del crimen organizado y corporaciones policiacas corruptas.

La Casa Blanca habla de una crisis humanitaria, pero no es un tema de control de inmigración. Los niños se están entregando, por consiguiente se trata de refugio y como tal debería ser considerado por las autoridades estadunidenses. Los infantes, los padres o los traficantes de personas ven una rendija legal en la Ley William Wilberforce de Reautorización para la Protección de Víctimas del Tráfico de Personas (TVPRA, por sus siglas en inglés), de 2008, que aumentó significativamente la protección de niños no acompañados en Estados Unidos que provengan de países sin fronteras; es decir, de Guatemala, Honduras y El Salvador, de donde provienen los mayores flujos que han detonado la alarma de la crisis humanitaria. Estados Unidos deporta sin juicio a muchos niños, violentando su propia legislación. Tiene presiones para cambiar la ley, pero mientras eso sucede usarán a México para expulsar en caliente a los migrantes, para que las autoridades migratorias de nuestro país hagan el trabajo sucio.

¿Qué lleva a los niños a buscar el sueño americano a pesar de los peligros que entraña? Hay que considerar que, como en Chiapas, los centroamericanos a temprana edad se incorporan a la vida laboral, pero las opciones son escasas: ayudantes en diversas actividades, engrosar las filas del trabajo infantil informal en las ciudades (lustrabotas, vendechicles, payasos, viene-viene, malabaristas, vendedores ambulantes, limpiadores de cristales de automóvil, etcétera). Las otras opciones de vida son trabajar la tierra, cuidar los animales, de emplead@ doméstic@, vender en el mercado. Es decir,el tema de la migración de niños está relacionado con la ausencia de opciones y posibilidades de soñar para ellos en sus países de origen (Chiapas, incluido, no varía nada o casi, excepto que estamos en México y llegan dádivas). La migración interna o internacional es una de las alternativas de vida para millones personas en nuestros países y, entre ellos, lo más reciente, los niños migrantes.

Los rostros de quienes buscan un mejor futuro fuera de su país. Foto: Elizabeth Ruiz

Los rostros de quienes buscan un mejor futuro fuera de su país. Foto: Elizabeth Ruiz

Muchas veces se trata de responsabilizar de la crisis a México y Estados Unidos (no es que no tengan responsabilidad por la seguridad de los niños migrantes, refugiados y transmigrantes, pues la tienen), pero los verdaderos culpables son las oligarquías miopes de esos países (la de Chiapas no varía en nada, si no estuviéramos en México seríamos como Guatemala). “Esta emergencia humanitaria no es un terremoto que ha dejado damnificados, es el modelo económico extractivo el que está creando refugiados. Sin duda es indispensable ser solidarios con estos niños inocentes que huyen, pero los oligarcas deben ser presionados y sancionados” (Joaquín Villalobos, Niños inocentes y oligarcas voraces, El País, 12/07/2014).

Ni siquiera cuando las guerras civiles eran el pan de cada día en esos países se dio un fenómeno similar al drama humanitario de los niños migrantes. Es decir, el daño ocasionado por el modelo económico dominante, que únicamente beneficia a un sector ultrarreducido de las oligarquías locales que por demás viven en un apartheid interno, en ciudades amuralladas y cuidadas por seguridad privada, ha sido peor que las guerras civiles. Por ejemplo, “en Guatemala se ha creado una ciudad privada para ricos llamada Paseo Cayalá. Es un espacio de catorce hectáreas, cerrado por muros, que cuenta con todos los servicios en su interior, creando un mundo alejado del crimen y la inseguridad. La seguridad privada en Guatemala cuenta con 125,000 efectivos mientras la policía sólo son 22,000” (Ibid).

Si no se es capaz de revertir el modelo económico y los daños que ocasiona, no habrá manera de frenar el éxodo y el presidente Obama y quienes le sigan estarán tirando el dinero en saco roto. La solución en el mediano plazo debe pasar por un verdadero proyecto de desarrollo en la región del istmo centroamericano, el abandono inmediato del neoliberalismo instrumentado por esos países y la búsqueda de criterios que incluyan a la sociedad excluida y desesperanzada. Se debe buscar que niños y adolecentes puedan soñar con sus países y eso se logrará únicamente mediante políticas de desarrollo inclusivas y no mediante represión y coerción.

La búsqueda de la solución debe incluir a México como país se tránsito, llegada, expulsión y retorno de migrantes. No debe quedar la idea de que sólo en Centroamérica se expulsa niños migrantes, también México (Chiapas no es la excepción) comparte ese drama. Se hace necesario una especie de Plan Marshall, pero con una nueva arquitectura institucional, ya que de otra manera las oligarquías locales drenarán los recursos que lleguen para su beneficio personal, como ha ocurrido con los llegados a Chiapas después del levantamiento zapatista. Sin una visión de futuro de la frontera sur de México y los países del Triángulo del Norte (Guatemala, Honduras y El Salvador), que podría sumar a Nicaragua (cosa curiosa, compartiendo muchos indicadores de pobreza no tiene el problema en la misma magnitud). Eso sí, requiere una reingeniería institucional, si no las oligarquías depredadoras se agenciarán todos los recursos para proyectos de desarrollo.

Clot, Jean (2014). Organizaciones e instituciones económicas informales en el corredor transfronterizo Ciudad Hidalgo, México-Tecún Umán, Guatemala, Tesis de Doctorado en Estudios Regionales, Unach

 

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