Rosario Castellanos entre abogados
Por Miguel Ángel de los Santos C.
Director de la Facultad de Derecho, UNACH.
Sobre Rosario Castellanos se ha dicho que fue una de las pocas mujeres que incursionó en diversos géneros literarios, que fue poetisa, escritora, ensayista, profesora, diplomática y una extraordinaria mujer chiapaneca. Sin embargo, muy poco se ha escrito sobre su estancia en nuestra Escuela Preparatoria y de Derecho, de San Cristóbal de Las Casas, actualmente Facultad de Derecho, de la Universidad Autónoma de Chiapas.
Es normal que se haya escrito poco sobre este pasaje de la vida de Rosario, puesto que solo estuvo poco más de un año (1957 y principios de 1958), aunque para nosotros es suficiente para desbordar orgullo. Además, en la misma Facultad, apenas estamos recuperando la documentación que da testimonio de sus actividades como profesora.
Después de haber concluido sus estudios profesionales en la ciudad de México y de su viaje a Europa con Dolores Castro, Rosario volvió a Chiapas en dos ocasiones, una para estar en Tuxtla, en la Escuela de Ciencias y Artes del Estado, y luego para establecerse en San Cristóbal de Las Casas, a donde llegó para colaborar en el entonces Instituto Nacional Indigenista.
En marzo de 1957, Rosario le escribía a Elías Nandino, y le platicaba sobre su estancia en San Cristóbal: “Aquí, la vida de siempre. Cada día descubrimos que hay alguna otra cosa que se puede hacer. Este año estoy dando clases de literatura hispanoamericana en la escuela preparatoria de San Cristóbal…Con el mismo propósito de, por lo menos, turbar sus conciencias, estoy dando otra clase en la escuela de leyes: filosofía del derecho. Tengo que estudiar mucho porque es una materia que no domino, pero es muy importante hablar con quienes ya van a salir a ejercer su profesión en este ambiente en que la injusticia es una tradición”.
Obviamente que Rosario solo estaba siendo modesta cuando dice no dominar la materia, puesto que la evidencia documental de que disponemos deja constancia de que estuvo muy involucrada en la vida académica de la Escuela de Derecho, impartiendo sus clases, dictaminando trabajos de tesis, impulsando círculos de estudio, aplicando exámenes de Filosofía del Derecho, Teoría del Derecho, y Sociología, entre otras actividades.
Hasta el 31 de enero de 1958 Rosario se encontraba en la Escuela de Derecho presidiendo la aplicación de un examen extraordinario en la materia de Filosofía del Derecho. En ese entonces, los exámenes eran orales y ante un jurado de tres docentes.
Durante su estancia en San Cristóbal, Rosario estuvo documentando y escribiendo su novela histórica Oficio de Tinieblas, según le cuenta al mismo Elías Nandino, en una carta de octubre de 1956, en que le expresa interés por publicar en la revista Estaciones, pero lamenta no tener material disponible: “El último poema es el que usted leyó en la revista Bellas Artes. Lo escribí en diciembre del año pasado. Y desde entonces lo único que he hecho es escribir los primeros capítulos de una novela sobre la penúltima sublevación indígena en Chiapas”.
Oficio de Tinieblas contiene varias referencias a la Escuela de Derecho, que para la época de los hechos narrados se llamaba Instituto Literario, en particular el capítulo XIII.
Hoy, que nos encontramos a solo unos días del centenario de su nacimiento, no podemos menos que compartir este pasaje de la vida de nuestra entrañable Rosario, y como un modesto homenaje, muy pronto develaremos su busto para honrar a una gran mujer, que rompía esquemas y techos de cristal dondequiera que se encontraba, incluyendo nuestra Facultad de Derecho. Gracias Rosario.

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