Vientre de luna: nominación a los Premios Ariel 2025 y los retos del cine en Chiapas

Liliana K’an
El precedente
El cine es una manera de expresar lo que sentimos, pensamos, vivimos y somos. Es la posibilidad que existe para dar a ver lo que pocas veces es visible y decible, para cuestionar las prescripciones sociales e imaginar mundos posibles. Desde ese lugar de enunciación y de creación cinematográfica, una generación de mujeres chiapanecas y de pueblos originarios ha irrumpido para compartir los modos en que perciben y sentipiensan la existencia. María Dolores Sojob, cineasta tsotsil de Chenalhó, lo hizo con sus dos primeros largometrajes Bankilal (2014) y Tote (2019). De la misma forma lo han hecho Amelia Hernández, documentalista tsotsil de Zinacantán, con Toyol Kajal. Noosfera (2017); Aracely Méndez, documentalista tseltal de Chanal/Jobel, con El cielo es muy bonito (2022); Florencia Gómez, documentalista tseltal de Oxchuc, con 3 años, 3 días (2022); Ana Ts’uyeb, documentalista tsotsil de Chenalhó, con Li cham (2024). Todas han sido galardonadas con varios premios y reconocimientos por su valioso trabajo, por la agudeza y sensibilidad con la cual han retratado cada una de las historias que se han atrevido a contar. Películas que han sido presentadas en distintos festivales nacionales e internacionales.
En este marco y generación de jóvenes documentalistas, se encuentra también Liliana K’an, una mujer tsotsil de San Juan Chamula, formada en los talleres de Cine Documental impartido por el Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC) con Patas, durante el 2013, en San Cristóbal de Las Casas. Como participante logró culminar su primer cortometraje titulado Ak’riox. Guiadora de caminos (2014), en el cual expuso su búsqueda creativa, llena de poesía y metáforas visuales que distinguen su personalidad. Recientemente Liliana K’an fue nominada a los 67 Premios Ariel, por su segundo cortometraje Vientre de Luna (2024), el cual tuvo apoyo del ECAMC[1] y del programa FOCINE[2], ambos otorgados por el Instituto Mexicano de Cinematografía (IMCINE).
Ser nominada a los premios Ariel no es un tema menor. Son contadas las personas y películas chiapanecas nominadas desde que la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas (AMACC) se fundó en 1947. Tan solo en lo que va de este siglo XXI, dos personas de pueblos originarios han sido nominadas: Rodolfo Domínguez Gómez (Chauk), un joven tsotsil de Chalchihuitán, quien ganó la estatuilla de los Ariel por su coactuación en la película La Jaula de Oro (Quemada-Diez, 2014), y Liliana k’an, a mejor cortometraje documental. Rodolfo Domínguez se convirtió en el primer joven de un pueblo originario en ganarse dicho reconocimiento, y Liliana en la primera mujer tsotsil en obtener la nominación. Si bien esto es digno de celebrarse, en realidad devela la profunda brecha que aún existe en la cinematografía en México, tanto en su estudio, en su difusión y reconocimiento. Al respecto, Liliana K’an expresó lo siguiente:
“Me dio mucha felicidad la noticia, saber que nuestra obra documental Vientre de Luna había sido nominada al Premio Ariel. Al principio me costó creerlo, pero luego me puse a pensar que desde hace 14 años o un poco más, he trabajo mucho para encontrar mi voz y camino a través del arte, un camino que no ha sido nada fácil desde el contexto en que vengo. Estamos muy agradecidos de que la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas haya reconocido el cine hecho desde la comunidad tsotsil, el cine que muchos y muchas venimos haciendo en Chiapas”.
Vientre de luna es un corto documental intimista que aborda el tema de la maternidad y la crianza, contada a partir de tres mujeres tsotsiles de diferentes edades. Cada una de ellas con una experiencia generacional que las distingue y que, al mismo tiempo, las une, pues las creencias y los rituales en torno al ser madre se mantiene en la cultura tsotsil de San Juan Chamula. Liliana K’an aparece como una persona que devela sus miedos y el asombro de dar vida. La película comenzó a grabarse en el 2015 y fueron más de ocho años de grabación, edición y re-edición para ver culminada la obra de K’an.
En la celebración de los 67 premios Ariel, realizado el pasado 20 de septiembre en Puerto Vallarta, Jalisco, la ganadora a mejor cortometraje documental fue para Paulina del Paso con su obra Anónima inmensidad, documental que retrata el vínculo que siete habitantes establecen con la Ciudad de México. Si bien Vientre de luna no obtuve el premio, para Liliana K’an, y el equipo que apoyó la producción de la película, manifiesta una profunda dicha por el reconocimiento al trabajo colectivo realizado. Liliana K’an estuvo acompañada de su mamá, quien se sintió muy orgullosa del trabajo de su hija. Las muestras de cariño no se hicieron esperar y el hecho de que la comunidad de documentalistas en Chiapas se entusiasmara por la nominación de Vientre de Luna, demuestra una solidaridad y acompañamiento, gestos que motivan a seguir creando y creyendo en el cine.

Imagen de «Vientre de luna»
Los desafíos
Las posibilidades de hacer cine no son las mismas que hace dos décadas. Ahora existen condiciones para hacer películas con los dispositivos móviles y con pocos recursos. Sin embargo, no puede omitirse que en un país como México, en donde existen fondos para apoyar la producción de cine, sean pocas las personas que accedan a dichos apoyos. Aún queda la tarea de diversificar los fondos, que sea accesible para toda persona que tiene el sueño de hacer una película. Hace falta, además, descentralizar y desmonopolizarlos, pues no debe omitirse que son ciertos nombres los que reiteradamente obtienen los fondos –cuando menos en los últimos seis años en cualquiera de las convocatorias del Imcine–, ya sea por su talento o por nepotismo. Debemos, ante todo, estimular el relevo generacional y posibilitar que la juventud que viene caminando también pueda expresar su sentir.
Otro reto mayúsculo, además de la desigualdad económica y del acceso a los fondos públicos, son los estereotipos que existen hacia la población denominada “indígena”. Liliana K’an devela lo que para ella implica asumirse mujer tsotsil-tseltal, así como el machismo que imposibilita la libre determinación y camino de las mujeres, que representa una de las grandes barreras en una mayoría de las culturas:
“Me siento muy orgullosa de ser mujer tsotsil- tseltal, de ser la semilla de un gran árbol de raíz muy fuerte, de mujeres muy trabajadoras. Soy la hija de una madre y padre comerciantes; hacer cine implica un gran reto, cuando no vienes de familia de cineastas. De lo que no me siento orgullosa es del estereotipo que han creado de nosotras los de afuera y peor aún de los paisanos que creen que las mujeres no tenemos valor en la comunidad”.
Para Liliana K’an, el cine en Chiapas se ha posicionado, de la misma forma que otras expresiones artísticas como la literatura bilingüe en lenguas originarias y castellano, la pintura y las artes textiles. Esto debe a la incidencia de diferentes personas que impulsaron y promovieron la creación artística en los pueblos originarios de Chiapas. Lo que toca ahora es fortalecer los procesos, apoyar a las infancias y juventudes que se están inspirando en lo que personas como Liliana K’an, María Dolores, Victoria Díaz –reciente ganadora del PLIA 2025– están realizando. Particularmente sobre el cine, Liliana K’an aseveró lo siguiente:
“Las mujeres tsotsiles ya despertamos, sabemos que el cine es nuestra herramienta más poderosa, por que el cine detona, una infinidad de emociones, que nos permite reflexionar, debatir, nombrar y escuchar”.
Chiapas se ha posicionado como una de las vanguardias artísticas en la actualidad en el que participan varias mujeres, pero esto es apenas un logro entre los muchos desafíos y desigualdades estructurales que prevalecen en los pueblos originarios. La militarización, el paramilitarismo y el auge del crimen organizado son algunas de las problemáticas que han suscitado el desplazamiento de cientos de familias y el despojo del territorio. Acontecimientos que son visibilizados a través de las artes.
En tiempos convulsivos, de odio fomentado por las grandes potencias y gobiernos, la esperanza es lo que debemos sostener. De allí que entre creadores y creadoras no debe prevalecer la envidia ni el individualismo, por el contrario, comprender que estamos en el mismo camino y que luchamos por las mismas causas. Es verdad que el Estado siempre buscará a sus aliados y aliadas “indígenas” para reivindicarse, caer en ese juego es perpetuar un colonialismo y es sostener el poder que el Estado ejerce sobre los pueblos para saquearlos y desaparecerlos. Hay que ser críticos frente a nuestro posicionamiento, como planteó Liliana K’an sobre la importancia de apelar a la esperanza:
“La esperanza es el motor que nos impulsa a seguir adelante, en tiempos de tanta violencia no debemos ser ajenos de lo que sucede aquí y en gran parte del mundo. Es importante procurarnos y seguir procurando la vida”.
Que la experiencia y trayectoria de Liliana K’an, así como el de todas las compañeras documentalistas y cineastas de Chiapas sean un aliciente y la inspiración para que más mujeres y hombres se atrevan a cambiar, a intervenir en las artes y construir ese mundo digno que todas las personas merecemos. Que las artes sigan siendo nuestra voz, que las artes nos siga uniendo.
* Delmar Penka* es ensayista, documentalista y académico tseltal. E-mail: delmarmego@gmail.com
[1] Estímulo para la Creación Audiovisual en México y Centroamérica para comunidades indígenas y afrodescendientes.
[2] Programa de Fomento al Cine Mexicano.

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