Argentina 1978: el mundial que debería olvidar, pero, paradójicamente, necesito recordar
Por Mirna Alicia Benítez Juárez*
Los Derechos Humanos en Nicaragua, Paraguay, Perú, Brasil, Ecuador, Chile, Bolivia y Argentina eran, una y otra vez, violentados por las dictaduras militares que se habían impuesto como forma de gobierno en buena parte de América del Sur en la década de 1970.
“El Estado Benefactor” empezaba a ser derruido por una nueva fase de la economía -denominada neoliberal- impulsada abiertamente por los gobiernos de Ronald Reagan y Margaret Thatcher mas se necesitaba “legitimar ante los ojos del mundo” a sus discípulos sudamericanos. ¿Habría mejor manera que mostrar a los argentinos contentos, alegres y festivos para acallar cualquier cuestionamiento?
Algunos periodistas franceses, holandeses -y hasta algún italiano- intentaron frenar la realización del mundial de 1978 dada la información recurrente de los excesos cometidos contra críticos de la dictadura de Videla y Lacoste (emparentados política y militarmente) pero Havelange, presidente de la FIFA, apoyó a los militares y el fútbol llegó otra vez al “Nuevo Continente”. (Unos años después Lacoste, también, llegó a ser uno de los hombres fuertes de la FIFA).
En el colmo de la “necesidad” de allanar cualquier obstáculo Lacoste, el encargado del evento, permitió que el director técnico se “su” selección tuviera ciertas ideas izquierdistas porque sí, “El Flaco Menotti” había manifestado filias con algunos comunistas puesto que sabía lo que era crecer en el barrio (no había nacido ahí, pero, a la muerte del padre, ese sería su grupo de socialización y se contagió de ciertas preocupaciones sociales). No obstante, era “el mejor” y “la patria lo requería”. Los argentinos armaban un trabuco, rivalizaban con Brasil y buscaban, frenéticamente, alcanzar la máxima cima deportiva profesional.
La selección mexicana, por nuestras latitudes, buscaba renovarse y algunos jugadores muy jóvenes ilusionaban; entre los más destacados Víctor Rangel y Hugo Sánchez -en el ataque- parecían estar hechos para grandes cosas. El segundo lo logró, pero no en esa primera mitad de los setenta. José Antonio Roca, también un joven director técnico autoproclamado como el primer “antichiva” fue elegido por “los dueños del balón” para comandar la participación en Argentina 78. Unos meses antes sacó de la lista de seleccionados al Kalimán Guzmán, al Alacrán Jiménez y a Paco Castrejón (ya entrados en años) porque, según comentarios de pasillos, instruían a los jóvenes para solicitar mayores beneficios de los partidos que jugarían. Uno de ellos, Leonardo Cuéllar -a quien Ángel Fernández llamara el León de ”la Metro” por su melena a la “afro”- ya había firmado con Levis para patrocinarlo (posteriormente todo el equipo sería vestido por tal marca). Otros noveles eran Alfredo Tena, Wendy Mendizábal y un portero algo extravagante llamado Pilar Reyes.
Esa selección comenzó a ser increíblemente insuflada por la prensa, sobre todo por “ESTO”, uno de los periódicos deportivos más leídos, y por TELEVISA, la principal televisora de México. A partir de allí las ilusiones de millones de mexicanos fueron orientadas para considerar que se tendría la oportunidad de lograr un lugar trascendente en el fútbol internacional.
A México le correspondió jugar contra Túnez, Alemania y Polonia. Los pronósticos comenzaron de inmediato: se le gana a Túnez, se pierde con Alemania, se empata con Polonia y pasamos a la siguiente fase. Los resultados fueron 3-1 con Túnez, 6-0 con Alemania y 3-1 con Polonia para un total de cero puntos logrados, con 12 goles en contra y dos a favor. Para aficionados con muchos mundiales a cuestas esta es la participación más decepcionante de la selección tricolor.
Por su parte, Argentina, enfrentaría a Francia, Italia y Hungría. Pasó, en segundo lugar, a la siguiente ronda habiendo ganado a Francia, a Hungría, pero perdiendo con Italia. Una figura contundente hacía su aparición, le apodaban “El Matador”, su nombre: Mario Alberto Kempes. La “albiceleste” estaba integrada, en más del 90%, por jugadores de los equipos de su propia liga: River, Huracán, Independiente, Racing, San Lorenzo y Talleres (la exportación “de piernas” todavía no era una constante). Osvaldo Ardiles, Daniel Bertoni, Ubaldo Fillol, Américo Gallego, Daniel Pasarella y hasta Ricardo Lavolpe allí estuvieron presentes.
¿Y Brasil? El “juego bonito” no hizo la magia. Aunque todavía aparecía Rivelino, ahora con Dirceu, Zicco y Amaral, entre otros, no lograron la contundencia que se esperaba y tuvo que enfrentar a Italia para lograr el tercer lugar. Argentina, después de un “muy cuestionado 6-0” sobre el Perú de Teófilo Cubillas (y habiéndose registrado la presencia de Videla en el vestuario inca para “hablarles de la solidaridad” entre esos dos pueblos hermanos) logró mejor diferencia de goleo -superando a Brasil- y se perfiló a la final contra Países Bajos. Uno de los finalistas contó con la ayuda de Dioses “extracancha” y la selección neerlandesa ya no contaba con Johan Cruyff -el “otro Dios”- consagrado por su futbol revolucionario cuatro años atrás (ese equipo que llegó a conocerse como “la naranja mecánica” ya no pudo alinear a su máxima estrella al decidir no jugar más con su selección después de haber sufrido un intento de secuestro-como declaró con posterioridad- y echar por tierra esa aura que algunos humanos sostienen para sus ídolos y difundir el haberse negado a jugar en suelo dominado por militares).
En el partido que consagró a Argentina como campeona del Mundo volvió la contundencia de Kempes, uno de los más grandes “killers” de este deporte que se gana con goles, jugador potente, decidido, aniquilador. Todas las imágenes para quienes levantaron la Copa FIFA y pocas, muy pocas, para el portero de la selección de Suecia, Ronnie Hellströn, quien acompañó a las Madres de la Plaza de Mayo con la intención de que se cubriera la “otra cara del mundial”. Gracias a la cobertura de la prensa extranjera, como en México 68, y a la valentía de periodistas argentinos que se arriesgaron esos y muchos años después, sabemos que algunos campeones de ese mundial sabían de los desaparecidos, asesinados y torturados, pero, humanos al fin, la vida también les iba a ellos en esto que es más que un deporte.
Quisiera olvidar, pero las injusticias siguen presentes.
*Licenciada en Sociología por la Universidad Veracruzana. Estudios de Maestría en pensamiento filosófico latinoamericano en Universidad Central de Las Villas “Martha Abreu”, Santa Clara, Cuba. Así como maestría en Historia Económica y Social y de los movimientos sociales de la Universidad Autónoma Metropolitana.
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