Migran indígenas de Guatemala con la promesa de un trabajo y no regresan

Lidia Diego. Foto: Sandra de los Santos/ Chiapas PARALELO.

Lidia Diego. Foto: Sandra de los Santos/ Chiapas PARALELO.

Leonora Venustiana Morales Diego  salió a los 16 años de su comunidad Nuevo San Lorenzo, ubicado en Xela en Guatemala. Dos mujeres originarias del mismo lugar, Candelaría y Maria Pascual, llegaron hasta su casa a ofrecerle un trabajo de cocinera en un restaurante del municipio de Benemérito de las Américas en Chiapas, México.

“Su papá y yo le preguntamos a ella si quería ir y nos dijo que si, que se iba a ir para ayudarnos un poco” relató Lidia Diego, una indígena kanjobal de 43 años, pero que aparenta muchos más y que ahora es parte de la caravana de madres centroamericanas que buscan a sus hijas e hijos desaparecidos en México.

Lidia no desconfió de las mujeres que le llegaron a ofrecer trabajo a su hija porque son de su comunidad y varias personas de ahí salen a México o a los Estados Unidos debido a la condición de pobreza que existe.

Leonara regresó a Nuevo San Lorenzo a los tres meses e iba acompañada de las dos mujeres que le ofrecieron trabajo y un sujeto más que decía que era su pareja. “Ella nos dijo que ese hombre, que según era de Tabasco era su marido, pero nosotros pensamos que él la verdad no la quería para su mujer, pero se volvió a regresar con él y esas mujeres”. Jamás las volvieron a ver.

La tienen encerrada en un cuarto

Lidia Diego conserva la última carta que recibió de su hija. Foto: Sandra de los Santos/ Chiapas PARALELO.

Lidia Diego conserva la última carta que recibió de su hija. Foto: Sandra de los Santos/ Chiapas PARALELO.

Leonora mantenía comunicación con su madre de manera esporádica, pero las últimas veces que habló con ella por teléfono se mostraba preocupada y triste. “Ella me decía que seguía con su marido, pero estaba triste, no era feliz y siempre me hablaba corriendo y no me decía bien dónde estaba”.

La última llamada que le hizo fue en abril del 2007 y perdió comunicación con ella. Las mujeres, que le ofrecieron trabajo, regresaron un par de veces a la comunidad para llevarse a otras jóvenes, la mayoría de ellas menores de edad. Después lo único que supieron de ellas es que se habían ido a vivir a Torreón.

Dos jóvenes que regresaron a Nuevo San Lorenzo, también con la promesa de trabajo de las hermanas Candelaria y María Pascual, se burlaban de la familia de Leonora. “Tu hija no va a regresar la tienen encerrada en un cuarto y se anda metiendo con varios hombres” le decían burlándose de ella.

La familia de las hermanas Pascual, que siguen viviendo en Nuevo San Lorenzo, amenazaron a Lidia Diego cuando supieron que  interpuso una denuncia por la desaparición de su hija, y ahora ella teme por toda su familia, tiene 10 hijos, seis son mujeres.

Lidia carga consigo la última carta que le envío su hija, su fotografía y los papeles en donde presentó la denuncia de su desaparición ante el gobierno de México y el de Guatemala. No sabe con precisión qué dicen todos los documentos que guarda con tanto celo porque no sabe leer y escribir y no domina bien el español.

La migración de las jóvenes de Nuevo San Lorenzo

 

Lidia Diego pidió tanto al gobierno de Guatemala como el de México ayudar en la localización de su hija. Foto: Sandra de los Santos/ Chiapas PARALELO.

Lidia Diego pidió tanto al gobierno de Guatemala como el de México ayudar en la localización de su hija. Foto: Sandra de los Santos/ Chiapas PARALELO.

Las mujeres jóvenes de Nuevo San Lorenzo continúan migrando de su comunidad, la mayoría se va en las mismas condiciones en las que se fue Leonora. Algunas regresan o mandan dinero a su familia, de otras no se vuelve a saber nada.

Nuevo San Lorenzo es una comunidad indígena de Xela en Guatemala. Las familias son kanjobales o mames, que se dedican al campo. Muchas familias llegaron ahí después de mantenerse refugiadas en México por la guerrilla que hubo en Guatemala.

Lidia Diego y su familia estuvieron en México por 13 años por el conflicto en su país, tres de sus hijas nacieron en Quintana Roo y tienen documentos de México, pero viven en las mismas condiciones de pobreza que el resto de los habitantes de Nuevo San Lorenzo.

Cerca de la comunidad hay proyectos de minería, pero las y los indígenas kanjobales no quieren que sus tierras, que es lo único que tienen, se les sean quitadas por las empresas mineras de Canadá. “Nosotros no lo vemos bien porque en otros lugares que han mineras en Guatemala les quitan su tierra y ya no hay donde sembrar.  Los hombres que trabajan ahí se enferman o se mueren  y ni les pagan” dice Lidia Diego.

Su esposo de Lidia sale a trabajar a las fincas cafetaleras. La última vez se fue por tres meses a trabajar a una finca ubicada en la frontera entre Guatemala y México y no le pagaron.

Es la segunda vez que Lidia viene a México en una caravana de madres buscando a sus hijos desaparecidos. La primera vez que vino y regresó a su comunidad varias familias se le acercaron para preguntar si no había encontrado a sus hijos. No tenía nada que decirles.

“Mi mamá me estaba esperando en mi casa cuando llegue y me preguntó “dónde está mi nieta” regresé sin ella. Mi mamá murió este año  y ya no me  va a esperar ahora que regrese, pero yo voy a seguir buscando a su nieta, a mi hija porque sé que la voy a encontrar”.  Así será.

 

 

 

 

 

 

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