Mariposa Monarca: las razones de su disminución en bosques mexicanos

Mariposa Monarca: las razones de su disminución en bosques mexicanos

Durante la temporada invernal 2019-2020, disminuyó casi 53 por ciento  la superficie de bosques que ocuparon las monarcas en comparación con el año anterior. Esta caída se debió a los efectos del clima en su ruta migratoria

Por: Thelma Gómez Durán / Mongabay*

Foto: Coresía WWF

El cambio climático ya impacta la migración de la mariposa monarca (Danaus plexippus). Eso es lo que muestran los resultados del monitoreo de la superficie forestal que ocupó esta especie migratoria durante la temporada de hibernación 2019-2020. Este año la monarca estuvo presente en 2.83 hectáreas de los bosques de Michoacán y el Estado de México; una extensión territorial que representa una reducción del 53 % si se compara con las 6.05 hectáreas que se registraron en el invierno de 2018-2019.

¿Por qué se dio esta disminución? La respuesta está en los efectos que tuvo el clima en la población de las monarcas, señala Jorge Rickards, director general del Fondo Mundial para la Naturaleza en México (WWF), organización que participa, junto con la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP) y comunidades locales, en el monitoreo de la superficie de los bosques mexicanos en donde las monarcas hibernan entre noviembre y marzo.

Rickards explica que las bajas temperaturas que se registraron durante marzo y abril de 2019 en Texas, Estados Unidos —la región en donde se encuentran las plantas asclepias o algodoncillo del cual se alimentan sus orugas—, provocaron una reducción de la población de las monarcas en todo Norteamérica.

Para entender por qué lo sucedido en Texas provocó que las monarcas ocuparan una menor superficie forestal en los bosques mexicanos, es necesario recordar que son cuatro generaciones de mariposas las que intervienen en el fenómeno de la migración.

Después de hibernar en los bosques de México, las mariposas emprenden su viaje de regreso al norte. Entre marzo y abril llegan a los campos de Texas, donde antes de morir ponen sus huevecillos. Durante la primavera y verano, y a lo largo de la ruta que las lleva hasta el sur de Canadá y este de Estados Unidos, nacen varias generaciones de mariposas que solo viven un mes.

Es hasta finales de verano cuando nace una generación de mariposas monarcas que la ciencia ha nombrado “matusalén”, porque a diferencia de sus padres y abuelos, viven entre siete y ocho meses; ellas son las que realizan el viaje migratorio de 4500 kilómetros para hibernar en los bosques del centro de México.

Así que las bajas temperaturas que se registraron en Texas entre marzo y abril del 2019 impactaron a toda la población de monarcas en Norteamérica durante las generaciones reproductivas siguientes, incluida la generación migrante y, en consecuencia, “eso se reflejó en una menor ocupación en los bosques mexicanos”, explica Jorge Rickards.

Texas, punto clave para la migración

La disminución de la superficie ocupada por las monarcas en este invierno no ha sido un motivo de alarma para los especialistas. Rickards explica que las 2.83 hectáreas que se registraron este año se encuentran dentro del promedio, si se compara con los datos recopilados desde 1993. “Lo usual ha sido que las mariposas ocupen poco menos de tres hectáreas de bosque”; aun así, señala, “no debemos bajar la guardia y seguir atentos a que (la disminución) no sea una tendencia en los próximos años”.

Rickards, así como las autoridades de la CONANP, señalan que las 6.05 hectáreas que las monarcas ocuparon en 2018-2019 fue un número inusual, que no se miraba desde 2006-2007. “En esa temporada (2018-2019) se dieron condiciones climáticas que favorecieron que la población se estacionara en Texas, donde encontró asclepias y la población creció; mientras que cuando bajaron al centro de México encontraron flores con néctar que permitieron a la población mantenerse, por eso se logró recibir muchas mariposas que cubrieron seis hectáreas”.

El director de WWF-México señala que es evidente que “el cambio climático está afectando los patrones de migración de la monarca”. Lo que también muestra el monitoreo —resalta— es que las acciones que se han implementado para conservar los hábitats de la especie están funcionando, ya que no se ha repetido los dramáticos números registrados desde 2013-2014, cuando se tuvieron solo 0.67 hectáreas ocupadas por la mariposa migratoria.

Se registra un nuevo sitio de hibernación

En esta temporada de hibernación 2019-2020, cinco colonias se registraron dentro de la Reserva de la Biósfera de la Mariposa Monarca (2.46 hectáreas) y seis se encontraron fuera de la reserva. Por segundo año consecutivo se reportó una colonia en el ejido Ojo de Agua, ubicado en el Área de Protección de Flora y Fauna Nevado de Toluca.

Otra colonia más se ubicó en un sitio que no se había reportado en años anteriores: el ejido El Potrero, en el municipio de Amanalco; se trata de terrenos en donde los ejidatarios realizan manejo forestal comunitario desde hace varios años.

“Las monarcas dependen de bosques bien conservados y que se registre su presencia en lugares en donde se realiza manejo forestal comunitario es un indicador del buen manejo del bosque que realizan las comunidades”, resalta la bióloga Gloria Tavera Alonso, directora de la región Centro y Eje Neovolcánico de la CONANP.

Toda la región de la monarca se localiza en los estados de Michoacán y Estado de México y abarca un total de 266 mil hectáreas, además de la Reserva de la Biósfera y de  otras dos áreas naturales protegidas. En ese territorio existen, por lo menos, 120 comunidades o ejidos que realizan manejo forestal.

Gloria Tavera resalta que en los bosques donde se realiza manejo forestal comunitario se ha logrado frenar la deforestación.

Desde hace 20 años, WWF-México comenzó a realizar un monitoreo de las condiciones de las 56 259 hectáreas de bosque que integran la Reserva de la Biósfera Mariposa Monarca. Los últimos registros disponibles, del 2018-2019, muestran que el índice de tala ilegal es muy bajo, al ser de 0.43 hectáreas.

Esto se ha conseguido, de acuerdo con Rickards y a las autoridades de la CONANP, gracias a que se ha trabajado con las comunidades que viven dentro de la reserva —tanto en la zona núcleo como en la de amortiguamiento—, las cuales además de recibir pago por servicios ambientales han desarrollado proyectos ecoturísticos y poco más de la mitad de las comunidades y ejidos cuentan con programas de manejo forestal comunitario, es decir aprovechan la madera en forma sustentable sin afectar la salud del bosque.

“La gente ha encontrado en el manejo forestal comunitario una forma de vivir; aprovechan los recursos naturales, pero de una forma regulada”, señala el biólogo Felipe Martínez Meza, director de la Reserva de la Biósfera de la Mariposa Monarca.

El biólogo Martínez menciona que una muestra de que los bosques de la Reserva están en un buen estado de conservación es que se logró documentar la presencia de felinos de los cuales antes no se tenía registro, entre ellos el tigrillo (Leopardus wiedii).

La presión del aguacate

Y aunque la tala ilegal se ha logrado detener dentro de la Reserva de la Biósfera Mariposa Monarca, en la zona de influencia existe una presión por cambiar el uso de suelo y sustituir bosque por cultivos de aguacate.

Esta presión se ha hecho aún más evidente, en los últimos cinco años, en los municipios de Zitácuaro y Ocampo, en el estado de Michoacán; así como en el municipio de Donato Guerra, en el Estado de México, asegura el biólogo Felipe Martínez, director de la Reserva de la Biósfera Mariposa Monarca.

Los cultivos de árboles de aguacate —señala la bióloga Gloria Tavera— están empezando a penetrar en la zona de amortiguamiento de las áreas naturales protegidas que se encuentran en la “región monarca”.

La funcionaria explica que para justificar un cambio de uso de suelo en terrenos forestales “van y le prenden fuego al bosque. Poco tiempo después esas áreas ya están llenas de plantas de aguacate. Estas plantaciones provocan una pérdida de territorio forestal, una disminución de los cuerpos de agua —porque es un árbol que requiere mucha agua— y contaminación del suelo y mantos freáticos, ya que son cultivos en los que se utilizan muchos agroquímicos”.

Por ello, Gloria Tavera insiste en la importancia de impulsar el manejo forestal comunitario en toda la región de la monarca, además de generar otras oportunidades productivas sustentables para las comunidades: “Se tiene que mostrar el valor de conservar el bosque, no solo para el bien de las comunidades, para especies como la monarca y para el bien común”.

Si bien el cambio climático “es uno de los principales desafíos que estamos viendo para la migración de la monarca”, Gloria Tavera, Felipe Martínez y Jorge Rickards también coinciden en que el cambio de uso de suelo y los pesticidas siguen siendo amenazas para esta especie a lo largo de toda la ruta migratoria. “El gran obstáculo —remarca Rickards— es que como sociedad todavía no nos involucramos lo suficiente para alzar la voz a favor de la protección de estas especies”.

*Este texto fue publicado originalmente en Mongabay

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