Mujeres exhaustas por carga mental, doble jornada y confinamiento

Mujeres exhaustas por carga mental, doble jornada y confinamiento

“Afecciones somáticas, psicológicas y  físicas como irritación, preocupación, falta de energía, insomnio, ansiedad y síndrome del burn-out” son consecuencia del agotamiento que millones de mujeres están atravesando por la cuarentena 

Ivonne Olvera

“Todo últimamente  ha sido bien estresante, ya no tengo tiempo para mí. Como mamá siempre he estado al pie del cañón con mis hijos, pero con las clases virtuales una tiene que hacerla de maestra, tiene que estar al pendiente de que los niños entren a clase, de que no jueguen, que entreguen sus tareas y aparte hacer nuestras actividades cotidianas.”

Arhemy tiene 50 años, es secretaria y madre de dos, y estos últimos meses, a consecuencia de todas las labores que ha tenido que desempeñar dentro de casa por la cuarentena, se siente agobiada.

“El trabajo se duplica y se triplica. Si antes tal vez iba y dejaba a mis hijos en la escuela y me daba tiempo para tener un ratito sola, ahora ya no se puede, es una carga pesada”, concluye Arhemy.

Ella, igual que muchas mujeres, ha sufrido afectaciones en su estado anímico por el confinamiento. El estrés y la ansiedad tan comunes en las mujeres actual, aunque no exclusivamente, no se deben simplemente a la cuarentena.

De acuerdo con datos del Instituto Nacional de las Mujeres, la mujer promedio pasa el 65% de su tiempo cuidando de otros y realizando labores domésticas, lo que quiere decir que solo un tercio de su tiempo pueden dedicarlo a actividades propias.

El desgaste que dejan todas estas responsabilidades se conoce como «carga mental femenina».

Según la psicóloga y directora del Centro de Análisis, Formación e Iniciativa Social AC (CAFIS), Natalí Hernández, “la carga mental es el conjunto de exigencias psicológicas y emocionales, incluso físicas, a las que se ve sometida una person al desarrollar su trabajo, cuando esta carga es desmedida, pueden existir afecciones somáticas, psicológicas y  físicas como irritación, preocupación, falta de energía, insomnio, ansiedad y síndrome del burn-out, que es un estado de agotamiento constante a causa del trabajo”.

Pero esta carga afecta a las mujeres, ya que ellas deben cargar con el peso, no sólo de sus actividades diarias, sino con el cuidado y manejo de las personas en su vida y de las labores domésticas.

“Desde una perspectiva de género, la carga mental tiene que ver no sólo con la carga laboral, sino con todas las expectativas que se ponen sobre las mujeres para cumplir ciertas tareas”, explica.

“Muchas mujeres, por ejemplo, para ir al trabajo se mueven en transporte público, lugar donde lo más probable es que sufran de acoso. Entonces además de exponerse a espacios donde pueden ser violentadas, e incluso después de sufrir este acoso, tienen que llegar al trabajo y continuar su jornada”.

De modo que al estrés que de por sí causa la inseguridad y la violencia contra las mujeres, se añade al estrés laboral y la carga de realizar las labores domésticas.

Foto: Olga Valeria Hernández

Edelmira de 43 años reconoce que “es un estrés estar aguantando esta situación (el confinamiento), hay que atender desde la mañana a todos, tener listo el desayuno, pensar que se les va a preparar en la comida y la cena, tener la casa limpia y sobretodo la ropa”.

“Históricamente la repartición de labores se dividió en dos, labores productivas y labores reproductivas, y estas fueron asumidas respectivamente por hombres y mujeres, pero cuando la mujer entró al espacio laboral, el hombre no comenzó a ayudar con las labores domésticas ni de cuidado”, continúa Natalí Hernández.

Edelmira actualmente no trabaja fuera del hogar, ya que la pandemia se lo impide y dice que aunque sus hijas le ayudan en la casa y su esposo en algunas cosas, ella siente que su responsabilidad es mayor, en especial cuando se trata de cuidar a su papá.

Según encuestas del INEGI, en total, las mujeres destinan aproximadamente 50 horas semanales a las labores del hogar, comparado con las 17.6 horas que dedica el mexicano promedio al mismo tipo de actividad.

“Muchas mujeres no dicen tengo carga mental, o síndrome del burn-out, pero eso no quiere decir que no se den cuenta de las responsabilidades que cargan”. explica la especialista. Es decir, que aunque la repartición injusta de los deberes en casa esté normalizada, los estragos de dichas responsabilidades siguen siendo evidentes.

Y es que la mayoría de las veces ni siquiera es perceptible. Muchos hombres aseguran que sí ayudarían en las labores del hogar si sus esposas les dijeran qué hacer o en qué ayudarlas. El mayor problema es que la responsabilidad de las labores domésticas es de todas las personas que viven en la casa, y por lo tanto, todas las personas que la habitan deberían tenerlas constantemente presentes.

Un elemento clave para comprender la repartición desequilibrada de labores es la acción de cuidar.

“El estrés que afecta a las mujeres con doble jornada tiene mucho que ver con los hijos. Son las mujeres las que se sienten todo el tiempo con la responsabilidad de cuidar a los hijos aparte de cumplir con todo lo demás, y esto puede generar regaños o gritos injustificados”, dice Natalí Hernández.

Beatriz, quien vive con su esposo y sus hijos, ha notado que durante la cuarentena, quizás por su presencia permanente “mis hijos se acercan mucho a mí, en especial el chiquito”.

Ella es docente y ha tenido que adaptarse a las clases en línea. “Entonces por ejemplo mi hijo suele hacer cosas para llamar mi atención. Las primeras semanas, él llegaba a media clase y me abrazaba, o a veces durante mis clases me decía que no le entendía a su tarea, o me pedía ayuda porque no pudo conectarse a sus clases”.

“Al principio sí me molestaba, pero yo entiendo que es su forma de decir que quiere estar conmigo”. Y este no es el único inconveniente que ha tenido al trasladar su vida laboral a su casa. “Yo doy clases en el comedor, pero es un espacio por el que todo mundo debe pasar, y es difícil porque mientras doy clases hacen llamadas, y mi hijo tiene que tomar clases. Es muy complicado tener todos los espacios en el mismo lugar”.

Al respecto, la psicóloga afirma que “con la pandemia se han trasladado muchas actividades al hogar: atender a los niños durante sus clases, compartir el espacio con todos los integrantes de la familia al mismo tiempo como si fuera el espacio laboral educativo”.

Es entonces que la realidad de las mujeres es una de constantes presiones y responsabilidades que sobrellevan constantemente incluso sin notarlo. Tienen que cuidarse en los espacios públicos, hacerse responsables de los cuidados familiares, realizar las labores domésticas, y además muchas tienen que cumplir con jornadas laborales formales. Y este estrés constante causa estragos en su salud tanto mental como física.

Cómo sobrellevarlo

Muchas mujeres han visto su salud mental deteriorada debido a las dobles jornadas, y la carga de las labores domésticas más el encierro, pero hay cosas que se pueden hacer para mejorar la situación.

La activista y psicóloga explica que lo primordial es comprender que justo ahora no estamos viviendo una situación normal. “Estamos viviendo una situación extraordinaria y hay que entender que muchas veces no podremos controlar las cosas como nos gustaría justo ahora”.

“Hay personas que queremos que todo funcione como en la normalidad, pero no estamos en la normalidad. No se puede, va a haber un poco de caos y hay que asumirlo. Esto es parte del proceso”. El primer paso, es entonces, comprender nuestra realidad inmediata y no afligirnos si no todo es perfecto, porque no tiene que serlo.

“Es normal que haya enojos, frustraciones y tristezas. No hay que intentar estar alegres todo el tiempo, hay que dejar fluir nuestras emociones para poder superarlas. Intentar que todo esté bien no es posible, pero todas nuestras emociones son válidas y nos ayudan a seguir”, explica la activista.

Ahora, una vez que comprendemos nuestra realidad actual, es importante comenzar a trabajar en la manera en que configuramos el trabajo hogareño. Para esto, “hay que dimensionar cuáles son las nuevas labores que antes no teníamos que se agregaron en el contexto de la contingencia y visualizarlas por orden de prioridad”, recomienda.

Foto: Olga Valeria Hernández

“Hay que comenzar a  equilibrar todas las labores del hogar entre los integrantes de la familia, repartir las tareas que tienen que ver con las comidas, cuidados, cuestiones administrativas de la casa, visualizar qué es lo que se tiene que hacer cada día y lo que puede irse delegando a ciertos momentos para no hacerlo diariamente y con base en esto repartir las labores”, continúa la activista.

“Muchas veces una asume, porque ya se ha normalizado, que tiene que hacer ciertas tareas, pero esto sólo causa más estrés” Pero  es importante recordar que no es así, y para poder comenzar a hacerlo, “es necesario hacer una lista de las labores que se tienen que hacer, luego establecer mecanismos para organizar horarios, y espacios”.

Hay que repartir las labores del hogar y los espacios de manera práctica. “Tal vez unos pueden pasar un rato en la sala y otros en el cuarto, hay que generar espacios y horarios, además es importante contemplar tiempos libres”, dice la psicóloga.

Entonces, si bien la carga mental femenina originada por las dobles jornadas y labores domésticas es una realidad que ha estado presente en la vida de muchas mujeres a lo largo de la historia, la pandemia la ha visibilizado porque es exponencial.

 

Sin comentarios aún.

Deja una respuesta

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Comparta su opinión. Su correo no será público y será protegido deacuerdo a nuestras políticas de privacidad.